sábado, 8 de septiembre de 2012

PIES RESISTENTES


«Porque el Señor me da fuerzas; da a mis piernas la ligereza del ciervo y me lleva a alturas donde estaré a salvo» (Habacuc 3:19).

¿No te parece que a veces estas caminatas son un poco duras? Nuestros pies se hinchan, nos duelen los músculos y cuesta un poco subir las montañas. Cómo me gustaría poder subirían fácilmente como lo hacen los ciervos mulo. Si estás en el momento y lugar adecuados en las montañas rocosas del oeste de Estados Unidos y Canadá, podrás ver unos ciervos muy grandes llamados ciervos mulo. Los ciervos mulo pueden trepar casi corriendo montañas que son muy difíciles de subir para los seres humanos. Ellos pueden hacerlo fácilmente porque Dios los creó con un tipo de pezuñas especiales que son flexibles pero resistentes al mismo tiempo.
Dios también puede hacer que tú seas flexible pero resistente a la vez. A veces nos ocurren cosas en la vida que son tan difíciles como subir una montaña, pero Dios puede fortalecernos y darnos «pies resistentes» como las pezuñas del ciervo mulo. Él te ayudará a esforzarte sin que te des por vencido y a subir las montañas más difíciles que se atraviesen en tu vida. Él te mantendrá fuerte en tu camino hacia el cielo.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

DIOS, ¿PUEDES OÍRME?


Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, Jehová, eres el Dios, y que tú haces que su corazón se vuelva a ti. (1 Reyes 18:37).

Era sábado para la mañana.  Yo vivía en el tercer piso de un edificio del centro de la ciudad de Monterrey, México.  Mi hijo Eduardo, que tenía diez años, se había quedado cuidando a sus hermanitos gemelos, mientras que yo, con mi hija Alejandra, fui a la planta baja a recoger varios paquetes.
Como queríamos llegar temprano a la iglesia le pedí a Alejandra que llamara a Eduardo para que nos ayudara. «¡Mami! Eduardo está tirado allá afuera, y tiene sangre», exclamó Alejandra, mi niña de seis años, cundo fue a buscar a su hermano. Salí corriendo y encontré al niño tirado en el piso. Me arrodillé junto a su cuerpecito y comencé a hablarle y a tratar de levantarlo. Le dije a mi hija que fuera a despertar a su papá. Ahora mi esposo, un hombre corpulento, lloraba tirado junto al cuerpo de su hijo. Al subir a la ambulancia, los paramédicos nos dijeron que el niño se había electrocutado.
Eduardo, según supimos después, había subido hasta la azotea, donde tendíamos la ropa, y al ver que yo no es taba allá se dispuso a regresar al apartamento. Las sandalias se le enredaron con los cables de algunas antenas, por lo que al resbalar se aferró a unos cables eléctricos de alta tensión que pasaban muy cerca de la escalera y cayó al vacío. Estaba sentada en la sala de emergencias mientras los médicos evaluaban las lesiones que presentaba el cuerpo de mi hijo. Una enfermera, al ver mi expresión de angustia y tristeza, se detuvo y me dijo: «Ya es muy tarde, señora, vaya a comer algo». Solamente la miré sin poder articular palabra, ya que mis pensamientos estaban conectados con Dios, a quien le rogaba que salvara al hijo que tanto amaba. La enfermera me entendió y se marchó sin decir palabra; pero a los pocos minutos regresó trayendo una manzana: «Coma algo, porque esto va a tardar».
Es impresionante la manera en que Dios usa a personas que a través de algún acto sencillo pueden ser instrumentos de su amor.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Alma Eguía de Chacón escribe desde México

¿YA TIENES TU MONTAÑA?


Con la ayuda de Dios haremos grandes cosas. Salmo 80:12

Cuando se le preguntó a Edmund Hillary qué lo había motivado a arriesgar su propia vida con el fin de escalar el monte más alto del mundo, el Everest, simplemente respondió: «Porque nadie lo había hecho antes. Había que escalarlo», Ni los 8,842 metros de altura, ni todas las dificultades que se le interpusieron (las tormentas de nieve, el frío que le helaba la sangre, los abismos profundos) impidieron que este hombre y el nativo que lo acompañó, Tenzing Norgay, lograran lo que nadie había podido hacer hasta aquel 29 de mayo de 1953.
¿Qué impulsa a que un ser humano se trace una meta y, con esfuerzo sostenido, la alcance, a pesar de las dificultades que se le atraviesan? Es el poder de un ideal. Así lo expresa Félix Cortés: «Todos los grandes hombres [y mujeres] que han ido al espacio y al fondo del mar, a las selvas y a los desiertos; todos los que han escalado las grandes cumbres y han construido la grandeza humana, lo hicieron porque tenían un ideal. Este ideal los galvanizó para realizar sus memorables hazañas" (Un sitio en la cumbre, p. 50).
¿Tienes ya tu ideal, es decir, «tu montaña» que escalar? Es necesario que la tengas. Como bien lo expresa Elena G. de White en su libro Mente, carácter y personalidad, «una vida sin metas [sin ideales] es morir en vida» (t. 1, p. 341). Y no solo necesitas tener metas, sino que estas también deberían ser elevadas, pues elevada» son las expectativas que Dios tiene para ti, tal como lo expresa el siguiente pensamiento: «Recuerden que nunca alcanzarán una norma más elevada que la que ustedes mismos se fijen. Fíjense, pues, un blanco alto y asciendan todo lo largo de la escalera del progreso, paso a paso, aunque represente penoso esfuerzo, abnegación y sacrificio» (Mensajes para los jóvenes, p. 69).
Sí, Dios espera grandes cosas de ti, y porque espera mucho de ti, te ha capacitado con el potencial necesario para «ascender la escalera del progreso paso a paso».
¿De qué tamaño es tu montaña? Solo tú puedes decidir qué altura tendrá, pero hoy te desafío para que escojas una montaña elevada y, con tu esfuerzo y la ayuda de Dios, llegues a la cumbre. 
Señor, coloco  todos mis planes en tus manos, para que se cumplan o no de acuerdo a tu voluntad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

CELEBRE SU FILIACIÓN


«Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo» (Efesios 5:20)

De regreso a casa, el hijo pródigo debió pensar: «Es demasiado bueno para ser cierto. No es posible que me esté sucediendo. ¿Dónde está la trampa? ¿Acaso estoy soñando?». Por esa razón, después de recibir a su hijo en privado, el padre llamó a los sirvientes y decretó una celebración pública para que a nadie le cupieran dudas de que su hijo había sido restaurado.
A veces el diablo nos susurra: «Tú no eres hijo de Dios». Entonces es preciso recordar el momento en que usted le entregó su corazón al Señor, dónde se encontraba, el amor y la aceptación que sintió en aquella ocasión, el gozo y cómo fue cambiado. El diablo no puede responder a este argumento, porque no puede hacerle creer que tales cosas no sucedieron.
Fuera lo que fuera que preocupaba al hijo, el padre lo había enmendado. Del mismo modo, nuestro Dios tiene una prueba de amor para nosotros en cada ocasión en que dudemos y desmayemos. Tul vez usted piense: «Aunque confiese mis pecados y pida a Dios su misericordia, he arruinado mi vida y he despilfarrado todo mi dinero». El Señor le dice: «Tienes el pan y el agua asegurados». «Si hasta he hecho que la enfermedad caiga sobre mí a causa de mis pecados», dice otro. «Yo soy Jehová-Rophi, el Señor que te sana, que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades». «Pero estoy tan desanimado...», dice otro. El Señor responde: «Te levantaré y haré provisión para todas tus necesidades. Nada bueno escatimaré a aquellos que andan en justicia». Todas las promesas del Libro pertenecen a todo pecador arrepentido que vuelve a Dios creyendo en Jesucristo, su Hijo.
«Jesús nos confirma que todo el ejército de los cielos se alistó para combatir por nosotros nuestras batallas, para conseguir para nosotros una gloriosa victoria y que él es el Capitán de nuestra salvación» (Elena G. de White, Review and Herald, 11 de octubre de 1892). Basado en Lucas 15:11-32.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

DIOS CREÓ EL COMPLEMENTO, COMPLEMÉNTATE TÚ


No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea (Génesis 2:18).

Sin embargo, estas diferencias también crean oportunidades para los malentendidos. Por ejemplo, los hombres tienden a pensar en forma de titulares y a decir exactamente lo que quieren decir. No se necesita demasiado para comprender el mensaje. Sus palabras son más literales y no habría que analizarlas demasiado; pero las mujeres piensan y hablan entre líneas. Tienden a insinuar. A menudo, los hombres deben escuchar lo que está implícito para comprender todo el mensaje.
Si una pareja no entiende estas diferencias, las consecuencias pueden ser desacuerdos interminables. Él se siente frustrado y se pregunta por qué su esposa habla con acertijos en vez de decir algo en forma directa. Ella se siente frustrada y se pregunta por qué su esposo es tan desconsiderado y no ata cabos para comprender las cosas. La mujer anhela profundamente que su esposo sea considerado y reflexivo. Tal comprensión es clave para ayudarla a que se sienta amada. Cuando ella habla, el hombre sabio escuchará como un detective para descubrir las necesidades y los deseos tácitos que insinúan sus palabras.
Sin embargo, si ella siempre tiene que decirle cómo son las cosas, se pierde la oportunidad de que el esposo demuestre que la ama. Esto también explica por qué las mujeres se enojan con sus esposos sin decirles por qué. Ella piensa: "No debería tener que explicarle todo. Tendría que poder mirar la situación y darse cuenta de lo que sucede". Al mismo tiempo, él sufre porque no puede leerle la mente a su esposa y se pregunta por qué se lo castiga por un crimen que ignoraba haber cometido.
HOY HAY NECESIDAD DE HACER DOS ORACIONES:
HOMBRE: Pídele a Dios que te ayude a interpretar los lenguajes enigmáticos de tu compañera. 
MUJER: Pídele a Dios que te ayude a ser más clara en lo que quieres decir.

Tomado del 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur.