martes, 29 de mayo de 2012

¡HAY QUE DOLOR DE ESPALDA!


«La espalda me arde de fiebre; ¡tengo enfermo todo el cuerpo!» (Salmo 38:7).

¡Ay, ay, ay! Me duele la espalda. Desacelera un poco, compañero de aventuras. Parece que David también tenía problemas con su espalda, pues dice que le ardía.
¿Conoces a alguien que sufra de la espalda? La espalda puede doler por muchas causas, como dormir en una cama que sea muy dura o muy blanda, levantar cosas pesadas inadecuadamente, e incluso por pararnos de mala manera. Así como lo oyes, pararnos indebidamente puede hacer que nos duela la espalda.
La manera en que nos paramos se llama «postura». Es importante que nos paremos erguidos. Esto no solo hace que respiremos mejor, sino que mantiene los músculos de nuestra espalda en su posición correcta. Si andamos siempre encorvados podemos dañar seriamente nuestra espalda.
Permanecer erguidos por Jesús también puede ayudarnos a evitar muchos problemas. Dios nos dice en la Biblia que permanezcamos alejados de Satanás y del pecado. Él sabe que si nos acercamos mucho al pecado este nos «encorvará», causando dolor y tristeza. Permanece erguido y firme por Jesús para que jamás te quejes de un «dolor de espalda»,

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

AL CUIDADO DE DIOS


He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros. (Isaías 49:16).

¡Qué maravillosas promesas y qué seguridad nos ofrece la Santa Biblia! La Palabra de Dios nos asegura que contamos con la amplia protección divina.
En marzo del año 2006 mi esposo salió muy temprano en la mañana para someterse a algunos exámenes médicos en el hospital de la localidad. Mientras regresaba a casa en su bicicleta, un auto lo chocó por detrás. Él recuerda cómo salió despedido, para luego caer al pavimento donde quedó inconsciente. Después de un buen rato recobró el conocimiento ya en el hospital. Allí le hicieron radiografías y varias pruebas que únicamente diagnosticaron un golpe en la cabeza. Creo que Dios hizo un milagro para que un hombre de su edad no sufriera daño cerebral alguno tras aquel accidente. Dios aparentemente colocó un colchón en el lugar donde aterrizó mi esposo, pues no sufrió ninguna fractura.
Hermana, ojalá podamos confiar siempre en la hermosa promesa de que el Señor no permitirá que nuestros pies siquiera tropiecen con una piedra. «La ternura de Dios para su pueblo, su incesante cuidado, las riquezas de la sabiduría de los métodos que empleó para conducirlos hacia él, demandan nuestras ofrendas de gratitud, expresadas en la más ferviente dedicación para servirle con toda la humildad de la mente y contrición del alma. El Señor es bondadoso y quiere que su pueblo represente su bondad amante, reconociendo a Dios en felices acciones de gracias. Todos los que aprecien los favores de Dios serán un pueblo feliz» (A fin de conocerle, p. 128).
«"Dios es amor" está escrito en cada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba. Los hermosos pájaros que llenan el aire de melodías con sus preciosos cantos, las flores exquisitamente matizadas que su perfección perfuman el ambiente, los grandes árboles del bosque con su rico follaje de viviente verdor, todo ello atestigua el tierno y paternal cuidado de nuestro Dios y su deseo de hacer felices a sus hijos» (El camino a Cristo cap. 1, p. 15).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Débora Sobón 

FRACASARON EN EL «EL EXAMEN»


¿Y quién es mi prójimo? Lucas 10:29

El siguiente relato nos lo cuenta Alice Gray, y tiene como protagonistas a un grupo de estudiantes que tenían que presentar un importante «examen». Mientras esperaban que comenzara la prueba, apareció en el salón de clases alguien para avisarles que el profesor los estaba esperando en el gimnasio. Sin pérdida de tiempo, salieron en esa dirección. Cuando pasaron al frente del hospital vieron a un hombre ciego que caminaba con dificultad. Todo parecía indicar que necesitaba ayuda, pero el grupo siguió de largo.
Más adelante, pasaron cerca de una señora que cargaba un bebé en un brazo, mientras que en el otro llevaba varios libros. De repente los libros se le cayeron. Con dificultad, la señora trató de recogerlos, pero ningún alumno se detuvo a ayudarla.
Luego se toparon con un perro atado a un árbol. El animalito trataba desesperadamente de acercarse a un recipiente de agua, pero el largo de la cadena no se lo permitía. Los estudiantes se percataron del problema, pero siguieron de largo. Por último, vieron a un hombre que cerraba la puerta de su auto sin notar que estaba dejando encendidas las luces de los faros. También se percataron, pero ninguno le dijo nada.
Cuando los estudiantes llegaron al gimnasio, el profesor ya los estaba esperando. Después de algunos minutos, el profesor hizo una seña con la mano. Entonces entraron al salón el ciego, la madre con su bebé, una joven con el perro que estaba atado al árbol y el conductor que había dejado las luces del automóvil encendidas.
Estas personas habían sido cómplices en un experimento para determinar cuan dispuestos estaban los estudiantes a brindar ayuda a alguien necesitado cuando sus propios intereses estuvieran de por medio. La preocupación por llegar a tiempo al examen los absorbió tanto que nadie se detuvo a ayudar. Lo que no sabían era que el «examen» consistía en probar quiénes habían entendido bien la parábola del Buen Samaritano. Todos fracasaron (Storiesfor the Extreme Teen's Heart [Relatos para el corazón del adolescente radical], pp.56,57).
Alguien podría necesitar de ti hoy. ¿Lo ayudarás? ¿O estarás tan concentrado en tus propios asuntos que ni siquiera te darás cuenta?
Dios mío, ayúdame a ser sensible a las necesidades de mi prójimo, incluso cuando esto signifique salirme del camino.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

ORACIONES CORTOCIRCUITADAS


«Por tanto, si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis sus ofensas nosotros a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonara vuestras ofensas» (Mateo 6:14,15) 

El amor de Dios es incondicional porque él es así; Dios es amor. Sin embargo, su relación, su interacción o su conexión, con los que ama sí es condicional. Muchos textos ilustran esta idea, pero los dos que nos resultan más familiares son:
Juan 1:12: «Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios».  El Señor desea intensamente llamar hijos suyos a todas las personas de la tierra, pero esa prontitud tiene un único límite: la elección humana. Solo aquellos que lo reciben pueden ser llamados así. 
Apocalipsis 3: 20: «Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo». El único límite al ofrecimiento de Cristo para entrar en nuestro corazón procede de nuestra predisposición a escuchar su voz y abrirle la puerta.  Es imposible mantener una relación con alguien que se niega a mantener un contacto.
La oración es nuestra conexión con Jesús e incluye tanto la interacción entre Jesús y como de unos con otros. Como cualquier cable  eléctrico, la conexión se puede cortar. Por otra parte, si existe alguna circunstancia negativa, las oraciones pueden cortocircuitarse. ¿Cuál es esta circunstancia negativa? Es el pecado. «Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios y vuestros pecados han hecho que oculte de vosotros su rostro para no oíros» (Isa. 59:2).
¿Qué puede reparar esa conexión cortada? El perdón. Jesús ha prometido que si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar (1 Juan 1:9). No obstante, también dijo: «Pero si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas» (Mat. 6:15).
Jesús dijo: «Si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda» (Mat. 5:23,24).
Mantenga su conexión con Dios en buen estado. «Perdonad, y seréis perdonados» (Luc. 6:37). Basado en Mateo 18:21-35

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill