miércoles, 11 de noviembre de 2009

LA PRIMERA IMPRESIÓN

La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón (1 Samuel 16:7).

La primera vez que vi a esa dama fue en una reunión en donde estaban congregadas aproximadamente veinte mujeres dedicadas a elaborar materiales para los más necesitados. Era evidente que no había planchado la ropa que traía puesta. Además, sentí deseos de prestarle mi peine. Pronto me di cuenta que ella era la encargada el grupo. Organizaba las tareas de beneficencia para ese día.
Pocos días después tuve que ir a su casa a recoger algo y cuando llegué me invitó a pasar. Al entrar vi la casa en completo desorden y pensé: « ¿Cómo podrá encontrar lo que me tiene que entregar?» Pero para mi sorpresa en pocos minutos lo encontró. Luego me mostró una linda colcha de cuadritos elaborada a mano que había colgado en la pared. ¡Qué belleza! Al salir, mi mostro su jardín con diversas plantas y flores. Con toda bondad me regaló una planta. De su jardín compartía flores y frutas. Cuando veía que las plantas de tomate no crecían bien en el patio de atrás con las verduras, las biaba al patio de enfrente, entre las flores.
Siguieron las reuniones cada mes en la que elaborábamos colchitas, unas tejidas y otras de pedacitos de tela para los bebés que nacen prematuros e n el hospital. Después de un tiempo supe que esta señora en el hospital. Cuando nos avisaron que mejoraba de la operación que le realizaron, nos dio mucho gusto. Salió del hospital y siguió con sus actividades de servicio, pero después de unas semanas regresó al hospital por causa de una infección aguda. Luchó entre la vida y la muerte durante algunas semanas, pero falleció.
En su servicio fúnebre había mucha gente, entre ellos su única hija y sus dos niñas. Ella había sido miembro de la iglesia y del coro que ahora cantaba en su funeral. El testimonio y las historias que contaron sus amistades, sus compañeras de escuela y sus amigas en el curso de enfermería fueron de lo más reveladoras. Hablaban de cuan bondadosa y generosa había sido. Había sido una enfermera compasiva, una amiga fiel, una cristiana leal que vivía el evangelio: siempre estaba lista para llevar alimento a un enfermo, ropa a un necesitado y proveer transportación a un incapacitado. Una persona verdaderamente extraordinaria. En realidad, ella tenía sus prioridades en el orden correcto. Reconocía lo más importante.

Esperanza Ayala de Benavides
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

LA MANO INVISIBLE DE DIOS

Porque yo, el Señor tu Dios, te he tomado de la mano; yo te he dicho: «No tengas miedo, yo te ayudo». Isaías 41:13.

Muy bien, jovencitas. Hora de hacer la limpieza –dije en clase de costura-. Recojan sus cosas y volvamos a la escuela para la instrucción.
Los martes por la noche, las jovencitas de más edad del club de conquistadores se reunían en mi casa para dar clase de costura. Cuando acabábamos, volvíamos a la escuela para asistir al resto de actividades.
Betty Harris, una de las consejeras, su hijo Donnie y yo seguíamos a las jovencitas a cierta distancia. Cuando llegamos a la autopista, Betty se detuvo para tomar en brazos a Donnie. Las muchachas cruzaron primero. Cuando las seguí, ve que un par de faros se me echaban encima. «EL conductor debe habernos visto. Seguro que reduce la velocidad», pensé.
Pero cuando me acercaba al centro de la calzada oí que el conductor aceleraba. Grité y di un salto hacia delante, lanzando la chaqueta.
«Oh, no», pensé. Betty iba detrás de mí con Donnie en brazos. «No lo conseguirá».
El automóvil salió volando y paso por encima de mi chaqueta. Mire alrededor y Betty estaba a mi lado.
-Pensé que nos mataba –susurró-. Quería llegar al centro de la calzada, pero con Donnie en brazo no podía. Lo siguiente que recuerdo es que estaba a este lado de la calzada. Fue como si alguien me hubiese tomado en volandas y me hubiese puesto aquí.
Cuando era joven, solía preocuparme por cómo sería la vida en el tiempo de angustia. ¿Cómo sobreviviríamos? Pero después de ver como Dios salvó a Betty y a Donnie, se que se ocupará de todas las situaciones en que me encuentre.
No tenemos que preocuparnos por el futuro, sino por conocer al Único que suplirá todas nuestras necesidades.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

¿PORQUE OBEDECEMOS?

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16

Escuché en una ocasión a un predicador de otra denominación presentar un sermón basado en el versículo que constituye la base de nuestra meditación de esta mañana. Me llamó la atención que solo hizo hincapié en el hecho de que los cristianos somos luz.
En realidad, su mensaje tenía como objetivo convencer a sus oyentes de que el ser luz los convierte en personas importantes, superiores a los demás. Señalaba que, por ello, debían vivir libres de complejos, que, de hecho, las demás personas se sentirían tímidas y atemorizadas ante ellos. Ser luz los situaba por encima de todo prestigio y toda fama terrenal, a un nivel que estaba muy por encima del ocupado por gobernantes, aristas, profesionales, y personas adineradas. Según aquel predicador, ser luz significa ser admirados, alabaos y respetados, y que la atención de los demás se centra en aquellos que son luz.
¿Cuál es el objetivo supremo de ser la luz del mundo? ¿Qué nos vean? ¿Qué nos admiren? ¿Qué nos alaben? No, de ninguna manera. El objetivo supremo de obedecer los mandamientos dados por Dios no es que los guardemos para que el mundo vea cuan obedientes somos. La obediencia queda en penúltimo lugar. Lo importantes de la obediencia en nuestra vida es que Dios sea glorificado como Señor y Creador del universo. Cuando obedecemos sus mandamientos, lo que el mundo ve es a Cristo actuando en nuestro corazón, el fruto glorioso de su obra, lo valioso que es él y el poder que el evangelio tiene para transformar la vida. En otras, palabras, no es para que el mundo vea la persona del creyente, ni la obediencia de este, para lo alabe por ello. El objetivo es muy otro, y consiste en que todos vean la gloria de Dios y lo alaben a él. Por eso vino Jesús, y por ello su misión continuara hasta que regrese por segunda vez.
Reconoce hoy que la transformación que Dios ha realizado en tu vida no es para que te alaben a ti, sino para que alaben a Dios. Permite que Dios resulte atractivo para todos, y que se amado, respetado y adorado por los demás por la calidad de vida que pones de manifiesto día a día. Obedece lo que Dios ordena, no por estar a bien con la iglesia, y tampoco para permanecer en los libros de la iglesia. Obedece para que Cristo sea glorificado. Él es la autentica Luz que alumbra a todo hombre.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.