miércoles, 24 de julio de 2013

EL BILLETE DE UN DÓLAR

Lugar: California, EE.UU.
Palabra de Dios: Colosenses 3:12

Carolina no estaba teniendo un buen día. Parecía que todo lo que  podía salir mal, estaba saliendo mal. Y, para cuando llegó la hora de preparar la cena, estaba cansada y de muy mal humor. Para rematarla, a mitad de la preparación de la cena se quedó sin sal. Con un suspiro de exasperación, tomó su licencia de conducir y un solo cheque, y se dirigió al supermercado.
Luego de encontrar la sal y algunas otras cosas, Carolina se dirigió a la caja. Cuando la caja registradora marcó el total, Carolina escribió el cheque por la cantidad exacta y se lo dio a la cajera. En ese momento, se dio cuenta de que la sal estaba todavía en el carro de las compras.
-Lo que más necesitaba -murmuró-. Voy a tener que volver por eso -le dijo a la cajera-. No tengo más dinero conmigo.
La cajera le sonrió comprensivamente.
-¿Es uno de esos días? -dijo, mientras sacaba un billete de su bolsillo y pagaba la sal-. Tome, aquí está el cambio. Yo siempre tengo algunos billetes de un dólar conmigo, para momentos como este. Es lo que puedo hacer, para que el mundo sea un lugar mejor.
Agradeciendo a la cajera, Carolina se dirigió a su casa, sintiéndose mucho mejor. Una sonrisa remplazaba ahora su ceño fruncido. Un pequeño acto de bondad había hecho maravillas para levantarle el ánimo.
Como cristianos, tú y yo tenemos la oportunidad de alegrar las vidas de quienes nos rodean. El apóstol Pablo escribió: “Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia”.
La historia no termina aquí. Una semana más tarde, Carolina volvió al supermercado y le dio a la cajera veinte billetes de un dólar.
-Por favor, tome este dinero -le dijo-, y haga que el mundo sea un poquito más brillante para veinte personas más.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

DESHAZTE DEL RESENTIMIENTO Y DEL RENCOR LO MÁS PRONTO POSIBLE

Restáuranos, Señor, Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos. Salmo 80:19

El resentimiento implica recordar una y otra vez algún suceso o sentimiento que nos causó desazón, incomodidad o daño. Esto es algo que con el paso del tiempo se podría transformar en rencor. Ese sentimiento repetitivo puede estar dirigido a una persona o a un acontecimiento que nos causó daño o perjuicio. Puede llegar a ser tan dominante, que desgaste nuestra energía. El resentimiento hace que la vida se llene de amargura, algo que podría ser motivo de enfermedades físicas y emocionales, y hasta de la misma muerte.
Quien vive embargado por resentimientos abriga un dolor emocional tan intenso que en ocasiones da lugar a un maléfico deseo de venganza. Por supuesto, con eso nada se gana: únicamente se acrecentarán más los sentimientos negativos, haciendo que el dolor sea más intenso. El individuo se siente atrapado en la hostilidad, que será dirigida a cualquier persona o situación que le haga evocar el sentimiento primario de su dolor.
El único remedio para el resentimiento es el perdón. Esta es la propuesta de Dios para que sintamos paz y nos deshagamos de un dolor o daño que alguien nos haya infligido. Ya que el perdón es un atributo de la personalidad de Dios, nosotros únicamente podremos beneficiarnos de él mediante el auxilio divino. Dios nos ayudará a gozarnos en el perdón cuando nos demos cuenta de que el daño mayor nos lo hacemos a nosotras mismas. Asimismo debemos entender que al perdonar a otros, tendremos acceso al perdón de Dios.
El segundo paso en este proceso sanador consiste en permitir que Dios se haga cargo de nuestras afrentas. Por último, hay que aceptar que la persona que nos ha ofendido ha sido arrastrada por una corriente de mal, y que necesita urgentemente la misericordia y la gracia salvadora de Dios.
Una vez que implementemos el perdón en nuestras vidas podremos levantar el rostro para mirar de frente al mundo sin la vergüenza de haber sido una piedra de tropiezo en la vida de un semejante. Esto te llenará de una sana alegría y podrás disfrutar de la vida sin cargas que enferman el alma. Podrás exclamar llena de confianza, como el salmista: “Por amor a tu nombre, Señor, perdona mi gran iniquidad” (Sal. 25:11).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

UNA NUEVA GENERACIÓN – 1

Llegó Pablo a Derbe y después a Listra, donde se encontró con un discípulo llamado Timoteo […]. Los hermanos en Listra y en Iconio hablaban bien de Timoteo, así que Pablo decidió llevárselo (Hechos 16:1-3).

Uno de los deberes sagrados de los siervos de Dios es buscar nuevos obreros y nuevos líderes para la obra de Dios. Es lo que hizo Pablo cuando eligió a Timoteo para que fuese su “compañero de milicia”.
Tim Crosby, en Vestiduras de gracia, narra el relato de Clemente de Alejandría sobre un notable Incidente. Esta emocionante historia también aparece en la Historia Eclesiástica de Eusebio.
Después de la muerte del emperador Domiciano, el que enviara a Juan a la isla de Patmos, se permitió al apóstol que regresara a Éfeso. Desde aquel lugar viajó a varias comarcas con el fin de nombrar obispos y ordenar a nuevos ministros.
En una ciudad cercana observó a un joven físicamente sano y de fuerte personalidad.
Dijo al obispo: “Encomiendo a este joven bajo tu cuidado, en presencia de la iglesia y teniendo a Cristo como testigo”. Cuando el obispo aceptó la encomienda, Juan regresó a Éfeso. El obispo llevó a aquel joven a su casa, lo educó, lo amó y, finalmente, lo bautizó.
Elena de White declara: “Cuando se convertían hombres promisorios y capaces como en el caso de Timoteo, procuraban Pablo y Bernabé presentarles vividamente la necesidad de trabajar en la viña del Señor. Y cuando los apóstoles se iban a otra ciudad, la fe de esos conversos no disminuía, sino que se acrecentaba. Habían sido instruidos fielmente en el camino del Señor y enseñados a trabajar abnegada, fervorosa y perseverantemente por la salvación de sus prójimos. Esta solícita educación de los neófitos era un importante factor del notable éxito que obtuvieron Pablo y Bernabé al predicar el evangelio en tierras paganas” (Los hechos de los apóstoles, p. 151,152).
Cuando Pablo regresó a Listra durante su segundo viaje misionero, se encontró con Timoteo “en cuya mente la impresión hecha entonces se había ahondado con el correr del tiempo hasta convencerlo de que era su deber entregarse plenamente a la obra del ministerio”, según comenta más adelante (p. 165).
Pablo llegó a amar a Timoteo como a su hijo en la fe. Qué tremenda obra realizaron, unidos por el amor de Cristo, por el amor a su causa y el amor fraternal.
¿Alguna vez has tenido la impresión de que deberías dedicarte al servicio de Dios? Escucha con atención, porque ese llamamiento llega de diversas formas. ¿Qué pasó con el joven de Éfeso? Piensa primero en ti. A él lo veremos después.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

PESTILENCIA, TUMORES Y GRANIZO

He aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo… con plaga gravísima. Éxodo 9:3.

Faraón ahora fue advertido de un castigo aun más terrible: una peste que caería sobre todo el ganado egipcio que estaba en los campos. Se había dicho claramente que los hebreos serían exonerados; y Faraón, al enviar mensajeros a las casas de los israelitas, comprobó que estos habían escapado totalmente al castigo. Pero el rey se mantuvo obstinado, hostigado en su persistencia por los sacerdotes y los magos.
Pero también estos habrían de experimentar los juicios de Dios. Se ordenó a Moisés y a Aarón que tomasen cenizas del horno y las esparcieran hacia el cielo delante de Faraón. Cuando se hizo esto, las diminutas partículas se diseminaron por toda la tierra de Egipto, y doquiera caían producían “sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias”. Los magos, con todos sus encantamientos, no pudieron protegerse contra la penosa plaga.
Ahora no podían presentarse ante Moisés y Aarón, debido a la enfermedad. De esta manera los egipcios pudieron ver cuán inútil para ellos era confiar en el poder del que habían alardeado los magos, ya que ni siquiera podían protegerse a sí mismos.
Pero no hubo ninguna concesión de parte del monarca… Entonces se amenazó a Faraón con una plaga de granizo que destruiría el ganado y a todo hombre y mujer que se encontrara en el campo. Esta era una oportunidad para probar el orgullo de los egipcios, y para mostrar cuántos habían sido verdaderamente impactados por el maravilloso trato de Dios para con su pueblo. Todos cuantos atendieron la palabra del Señor reunieron su ganado en los establos y las casas, mientras los que menospreciaron la advertencia lo dejaron en el campo.
Al proveer así una vía de escape para todos los que decidían tener en cuenta la advertencia, Dios mostró su misericordia, en medio del castigo.
La tormenta llegó por la mañana según lo predicho: truenos, granizo y fuego mezclados. Y destruyó toda hierba, desgajó árboles e hirió a hombres y bestias. Hasta aquí ningún egipcio había perdido la vida, pero ahora la muerte y la desolación marcaron la senda del ángel destructor. Solo se salvó la región de Gosén. El Señor demostró a los egipcios que toda la tierra está bajo el dominio del Dios de los hebreos, que incluso los elementos obedecen su voz —Signs of the Times, 18 de marzo de 1880; ver texto similar en Patriarcas y profetas, pp. 271-275.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White