jueves, 10 de septiembre de 2009

AMAR ES PERDONAR

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados (1 5. Juan 4: 10).

Quién no ha experimentado el rompimiento de una relación? Sin duda no serás la excepción, f lay relaciones rotas que duelen más que otras, pero en fin, duelen. En una oportunidad viví el rompimiento de la comunicación con una persona muy amada, debido a asuntos que ella no entendía muy bien y, pues, su actitud fue de rechazo hacia mí. Pensé que como no era culpable lo mejor sería ignorar la situación, hacerme como que no pasaba nada o simplemente seguir con mis actividades cotidianas. Esperaba, y con razón, que esta persona fuera la que diera el primer paso, que reconociera su falta y, por supuesto, me pidiera perdón. ¡Qué errada estaba! Si Dios hubiese actuado así conmigo no tendría el privilegio de ser su hija. Dios no fue indiferente cuando el ser humano rompió la amistad con él, ni dejó que pasara el tiempo esperando a que el hombre pidiera perdón. El que no tenía culpa dio el primer paso para restaurar lo que se había roto. Se humilló, se hizo uno con nosotros, tornó nuestra culpa. Fuimos importantes para él, por eso nos perdonó y a través de su Hijo proveyó la opción de una vida mejor. Nos corresponde, pues, como hijos de Dios tomar la iniciativa y seguir su ejemplo. Precisamos de personas que estén dispuestas a amar cuando las condiciones no lo permitan; que tengan la disposición de brindar cariño, bajo toda prueba, a una humanidad sedienta de amor y perdón, igual que lo hizo Dios por mí y por ti, porque amar es perdonar. Yo di el primer paso. Fui en busca de esta persona. Hice lo que Dios esperaba de mí. Por ello, hoy disfruto de su cariño y ahora tenemos el gozo de relacionarnos bien. Finalmente ella me pidió perdón, pero ya no había nada que perdonar, pues el amor había obrado el perdón desde mucho antes. Si Dios amó y perdonó, ¿por qué no hacer lo mismo?

Lorena P. de Fernández
Tomado de Manifestaciones de su amor

TRAS LA GENTE

Porque Dios los ha comprado. Por eso deben honrar a Dios en el cuerpo. 1 corintios 6: 20

Pero mamá, ¿por qué no puedo? Si todos los demás lo hacen... La mamá, que estaba en el fregadero, se da la vuelta y dice esas palabras que todos hemos oído antes. —Mira, ¿saltarías por un precipicio si todos los demás lo hiciesen? ¿De dónde sacaría esta frase hecha? Probablemente de sus papas cuando se lo dijeron hace veinticinco años. No sé a quién se le ocurrió la frasecita del "precipicio", pero es más que probable que tiene algo que ver con una antigua historia sobre lemmings. Los lemmings son unos pequeños roedores peludos que viven en las regiones septentrionales del mundo. Cada cierto número de años, la población se reduce espectacularmente. Antaño se creía que los lemmings se reunían en grandes grupos y corrían hacia el mar, siguiéndose unos a otros mientras se arrojaban al vacío desde lo alto de un precipicio y se ahogaban en el agua. Solo hace poco los científicos descubrieron que la población de lemmings no disminuye a causa de la presión del grupo, sino a causa de la escasez de alimentos. Esto demuestra que los lemmings no son tan poco inteligentes como creía la gente. Aunque los lemmings no siguen a la multitud, sí que hay muchos adolescentes que lo hacen. Como están tan desesperados por encajar en el grupo, los jóvenes dejan a un lado el sentido común y copian cualquier cosa que esté "de moda" en aquel momento. Visten ropa que no es ni apropiada ni cómoda, se hacen tatuajes o se ponen un zarcillo en cualquier parte del cuerpo o empiezan a beber alcohol y a fumar. La urgente necesidad de ser como todos los demás están fuerte que parece que nada más importe. Cuando tomes una decisión, no la base en lo que hagan los demás. Antes bien, pregúntate a ti mismo: ¿Es esto correcto? ¿Glorifico a Dios con lo que hago? Cuando hagas lo correcto, quizá a veces sea difícil. Pero cuando mires atrás hacia tu vida pasada, estarás satisfecho de haberlo hecho.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

EL NOS LLAMA A LA HUMILDAD

Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. filipenses 2: 3

En realidad, es una de las cosas más difíciles de hacer. El orgullo y el egoísmo constituyen la raíz del pecado y la falta más común. Todos los humanos los compartimos. Es decir, no todos somos ladrones, no todos mentimos, pero todos tenemos un problema con el orgullo, la vanagloria o el egoísmo. Por ejemplo, ¿en qué consiste la vanagloria, ese viejo vicio de la humanidad? Es orgullo vacío, estima propia infundada, engreimiento. En otras palabras, "gloria vana". Nosotros, como seres humanos, no tenemos nada de qué gloriarnos. Cualquier rastro de orgullo que manche nuestras acciones siempre será "gloria vana". Por eso, haríamos bien en seguir este consejo: «No debemos trazar planes ni ir en pos de meta alguna, si somos impulsados por motivos o un deseo de superar a otros. Si estos motivos están presentes, nada puede gradar a Dios, aunque su fin sea bueno en sí mismo» (Comentario bíblico adventista 7, p. 159). Por desgracia, este es un mal que pinta de colores todo lo que hacemos. No hay cosas más atrayente para el corazón humano que triunfar, tener éxito, sobresalir. El problema es que mucho de eso está matizado con las comparaciones y con el espíritu Je supremacía. ¿Existe alguien que, por naturaleza, considere a todos los demás como superiores así mismo? Difícilmente, porque por naturaleza todos buscamos la supremacía. Si es que existe alguien que siente y piensa así, es porque la gracia de Dios ya hizo su obra completa y ya ha cultivado la gracia divina de la humildad, que es lo contrario del orgullo. Creo que es la característica divina más destacada después del amor y la justicia. El universo entero se maravilló al ver que Cristo debía humillarse a sí mismo para salvar al hombre caído. El hecho de que aquel que había pasado de una estrella a otra, de un mundo a otro, satisfaciendo, mediante su providencia, las necesidades de todo orden de seres de su enorme creación, consintiese en dejar su gloria para tomar sobre si la naturaleza humana, era un misterio que todas las inmaculadas inteligencias de los oíros mundos deseaban entender» (Patriarcas y profetas, p. 56). Dios nos llama hoy a seguir el ejemplo de Cristo. El llamado más grande que Dios nos hace es el de la humildad para que podamos ser receptivos a las grandes cosas que él quiere lograr en nuestra vida .

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.