domingo, 21 de febrero de 2010

RESCATADOS

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16).

Con un pequeño grupo de personas de nuestra ciudad recientemente formamos un refugio para animales. Las leyes de la comunidad ordenan que se debe encerrar a todos los animales que andan sueltos. Tienen la triste tarea de poner a dormir a más de dos mil perros y gatos cada año. Algunas personas han entregado sus mascotas esperando que se encontrara un nuevo hogar para ellas, solo para enterarse más tarde de que las habían puesto a dormir porque eran muy viejas, o nadie las quería. Los planes de este refugio para rescatar mascotas ayudan a las personas a tenerlas para su hogar o a encontrar otros hogares para ellas.
Parece que somos una sociedad de desecho. Nadie quiere esos tiernos gatitos o cachorritos una vez que son grandes o están viejos. A menudo ocurre lo mismo con la gente mayor. Cuando ya no son útiles y no se pueden cuidar por sí mismos, los ponen en un hogar de ancianos, los visitan poco, los hacen vivir sin esperanza y los dejan morir solos.
En nuestra pequeña comunidad, hay muchas personas mayores que viven cerca de nuestra casa. Estoy agradecida de que la mayoría de los vecinos están dispuestos a ayudar a otros. La semana pasada una viuda anciana vino a vernos, angustiada. Su garaje se había inundado y el agua estaba arruinando algunas cajas. Mi esposo y otro vecino pronto localizaron el problema. El termotanque tenía una pérdida. Los dos hombres sacaron las cajas y llamaron a la compañía de gas, quien le trajo un nuevo termotanque y se lo instaló. Estaba inmensamente feliz de haber sido rescatada.
Cuando Jesús vino a la tierra por primera vez, siempre estuvo disponible para ayudar a los jóvenes, a los enfermos y a los ancianos. Vino a rescatarnos de un mundo enfermo y malvado. Nosotras podemos imitar muchas de las cosas que él hizo por los demás. Si hubiera vivido para sí mismo, como hacen muchas hoy, estaríamos eternamente perdidas. No consideró la idea de desechar a ninguna persona. El murió por cada una de nosotras y por las que creerán en él.
Querido Señor, gracias por haber enviado a tu Hijo en rescate por nosotros. Ayúdanos a vivir por los demás cada día como lo hizo Jesús.
Loraine F. Sweetland
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

MÁS QUE INFORMACIÓN

Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo? 1 Reyes 3:9

¿A caso Salomón solicitaba que le fueran impartidos cursos superiores de Ciencias Políticas y Derecho cuando pidió «discernimiento para gobernar a su pueblo»? ¿A lo mejor un curso de Ética «pa¬ra distinguir entre el bien y el mal»? ¿Tal vez pedía información? Porque la información es poder. No es lo mismo saber que saber hacer. Salomón fue capaz de pedirle a Dios lo que en la actualidad, en el vocabulario pedagógico, se conoce como «desarrollo de competencias». «Discernimiento», significa que tienes la capacidad para escuchar con atención para analizar toda la información que te llega de diferentes fuentes. Significa que tienes la habilidad para distinguir lo falso de lo verdadero, por muy sofisticada que sea la falsificación, sobre todo con respecto de lo que las personas dicen o son, o de lo que otros dicen de ellas. «Discernimiento» significa que tienes un marco de referencia con respecto de convicciones acerca de lo importante, lo prioritario, lo verdadero. ¿Qué cursos hay que tomar para adquirir todas estas «competencias»? ¿Te das cuenta que la educación es mucho más que ir a las aulas y mucho más que buenas calificaciones? Por eso es que la verdadera educación tiene su origen en Dios, fuente del conocimiento verdadero y la sabiduría. Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14; 6). Cuando Jesús prometió la dirección del Espíritu Santo en la vida de los creyentes, les dijo que mediante su ministerio les daña una clara conciencia del pecado, la justicia y el juicio (Juan 16: 8). También les dijo que los guiaría «a toda la verdad» (Juan 16: 13). Por eso la verdadera educación se pone de manifiesto con mucho más que la exhibición de un diploma, un título, incluso de muchos diplomas y títulos. No te conformes con saber y acumular información. Pídele hoy a Dios la conducción de su Espíritu Santo para que puedas desarrollar tus habilidades de escuchar, analizar, comparar y tomar decisiones en el marco de su Palabra, que vive y permanece para siempre.

«Consagrados a Dios y teniendo la protección de su gracia y la influencia vivificante de su Santo Espíritu, manifestarán un poder intelectual más profundo que los simples mundanos». MJ 188, 189

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes ¡
Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

¿ES LA FE MERECIDA?¿ES LA FE MERECIDA?


Jesús se dio vuelta, la vio y le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado» (Mateo 9:22).

La fe es tener fe en Jesús. Es decir, confiar en una persona, específicamente, en lo que hizo esa persona. Así que la fe no es un mero asentimiento intelectual. Implica depositar nuestra confianza en una persona, lo que requiere una relación personal. Por lo tanto, somos justificados por tener una relación personal de confianza con Cristo.
A veces, cuando leemos la Biblia sin tomar en cuenta su contexto más amplio, podemos concluir que la fe es un mero asentimiento intelectual, solo un ejercicio mental. Jesús dijo a varias personas a las que iba a sanar: «Ten fe». En otra ocasión dijo a sus discípulos: «Si tuviereis fe». Con esto, sin mucha reflexión, podríamos concluir que la fe es solo un ejercicio abstracto de la mente. Pero no es así cuando lo vemos a la luz de lo que afirman los escritos de Pablo.
La cuestión de la fe se complica un poco más cuando le atribuimos a ese ejercicio mental una cualidad meritoria. Es decir, llegamos a pensar que la fe es un mérito, porque si no tienes fe, no puedes conseguir lo que quieres. Entonces, la fe se convierte en un mérito propio, porque el que tiene la fe es la persona involucrada; por lo tanto, es su mérito personal. Este concepto es muy peligroso cuando lo llevamos a la justificación o salvación. Si la fe es un mérito personal, entonces somos justificados por tener ese mérito. En este caso serla: es por la fe, pero por la fe que yo tengo. Por lo tanto, me salvo por mérito propio.
En la Biblia se oponen la salvación por obras y la salvación por fe. La fe es el medio que nos lleva a aferramos de Cristo, quien es el que nos salva. La fe no salva; el que salva es Cristo. No se debe poner mérito alguno en la fe porque distorsiona el evangelio de Cristo. Notemos: «Es peligroso considerar que la justificación por la fe pone mérito en la fe» (Fe y obras, p. 24).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C