miércoles, 12 de diciembre de 2012

ANDAR EN AMOR


«Y este es el amor: que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio» (2 Juan 6, RV95).

En nuestra aventura de hoy vamos a hablar del bien que hace andar con Dios. Muchos médicos dicen que caminar al aire libre es uno de los mejores ejercicios. Cuando caminamos ejercitamos el corazón y las piernas, y si movemos nuestros brazos, al hacerlo ejercitaremos también los músculos de la parte de arriba de nuestro cuerpo. Otra razón por la que caminar es tan buen ejercicio es que no golpeamos el cuerpo como cuando corremos. Al corren las coyunturas de las rodillas, la cintura y los pies reciben golpes cada vez que tus pies golpean el suelo.
El versículo de hoy habla sobre andar en amor Juan nos dice que andar en amor significa obedecer los mandamientos de Dios. Uno de los mandamientos de Dios es que nos amemos mutuamente. Si lo hacemos, seremos amables y joviales.  Tal vez tendremos que decirle que no con decisión a alguien que quiera que desobedezcamos a Dios, pero siempre lo haremos con amor.  Camina hoy un poco para mantener tu corazón saludable, pero anda en amor para bendecir los corazones de los demás.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

VUÉLVETE A MÍ


Si te volvieres, oh Israel, dice Jehová, vuélvete a mí. Y si quitares de delante de mí tus abominaciones, y no anduvieres de acá para allá. (Jeremías 4:1).

Muchas veces, al finalizar un año más, hacemos inventario de los propósitos que nos habíamos planteado llevar a cabo a comienzos de año y ¡qué sorpresa!, quizá con incredulidad y vergüenza hemos de admitir el fracaso de no haber alcanzado muchas de las metas que nos habíamos propuesto. Entonces nos reclamamos a nosotras mismas: «¡Cuántas veces te prometiste algo! ¡Cuántas veces fallaste!».
Al volver nuestra vista a Dios podremos recordar su invitación: «Venid luego y estemos a cuenta» y su bella promesa: «Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos, aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana» (Isa. 1:18). Acudamos a él tomando en cuenta que de manera constante nos trata con una misericordia infinita. Si lo hacemos, jamás seremos defraudadas; más bien seremos cubiertas con su justicia.
La gracia de Dios es muy abundante, tan extensa como el horizonte infinito, así también lo es su perdón; lo mismo que su amor, sin límites. Alabado sea nuestro Dios por ello.
«Necesitamos comprender más claramente de lo que solemos las contingencias del gran conflicto en que estamos empeñadas. Necesitamos comprender más ampliamente el valor de las verdades de la Palabra de Dios, y el peligro de consentir que el gran engañador aparte de ella nuestra mente.
»El valor infinito del sacrificio requerido para nuestra redención, pone de manifiesto que el pecado es un tremendo mal, que ha descompuesto todo el organismo humano, pervertido la mente y corrompido la imaginación. El pecado ha degradado las facultades del alma. Las tentaciones del exterior hallan eco en el corazón, y los pies se dirigen imperceptiblemente hacia el mal.
»Así como el sacrificio de Cristo en beneficio nuestro fue completo, también debe ser completa nuestra restauración de la corrupción del pecado» (El ministerio de curación, p. 357).
Aceptemos con gozo su invitación. Ojalá que su infinita gracia nos ayude a caminar con él el resto del sendero y a perseverar, ya que mediante su poder ¡obtendremos la victoria!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa

POR PALABRA Y EJEMPLO


Te he puesto como luz de las naciones, para que lleves mi salvación hasta las partes más lejanas de la tierra. Hechos 13:47.

Testificar. ¿Qué significa? Si buscas esta palabra en un diccionario encontrarás, no un significado, sino varios, entre ellos: «Afirmación pública, por palabra y ejemplo, de la fe religiosa o las convicciones de una persona».
Nota que el testigo comunica su fe de dos maneras: por su palabra y por su ejemplo. Tania aprendió esta realidad por experiencia personal. Cuenta ella que su fe religiosa era bien conocida en el colegio donde cursó sus estudios secundarios, una institución no adventista.
Cuando Tania culminó sus estudios secundarios, salió de su país natal para proseguir con sus estudios superiores. Tiempo después se casó, pero nunca dejó de mantener contacto con sus amigas, en especial con una de ellas. En una ocasión en que Tania regresó a su país, visitó a esa amiga, quien para ese momento estaba atravesando por una situación que la tenía un tanto triste. Conversaron durante largo rato, pero en medio de la conversación la joven hizo un comentario que Tania nunca pudo olvidar: «Tania, siempre supe que eras adventista, pero nunca me invitaste a ninguna actividad de tu iglesia. Yo, al igual que tú, a estas alturas podría haber terminado mi carrera universitaria, y podría haber estudiado en una buena universidad cristiana. Incluso podría estar casada con un adventista y tener un buen trabajo, porque a los adventistas no les falta nada».
«Sus palabras —cuenta Tania— me cayeron como un balde de agua fría. Su reclamo me hizo ver que un alma más podría estar al servicio del Señor. Y entendí que en nuestro testimonio no basta con dar un buen ejemplo. También es necesario invitar a nuestras amistades para que entreguen su vida a Dios».
Tania nunca sabrá qué habría pasado con su amiga si la hubiera invitado a la iglesia. Eso solo lo sabe Dios. Lo que ella sí sabe es cuál es su deber como cristiana: usar todos los medios a su alcance para que quienes se relacionan con ella sepan, por palabra y ejemplo, de las maravillas que el Señor ha hecho en su vida.
Por mi ejemplo y mi palabra, Señor, quiero ser luz dondequiera que esté.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

ESPONJAS Y ESPEJOS


«Por tanto, nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor» (2 Corintios 3:18).

En muchas iglesias, el servicio de culto incluye una historia para los niños. Un fin de semana en que yo era el orador invitado, los hermanos me pidieron que me encargara de la historia infantil. Aunque no suelo hacerlo, esa vez accedí. Por fortuna, disponía de un día para prepararla.
Me resulta difícil saber qué decir a los niños, pero recordé una ilustración que había usado años antes, cuando todavía era nuevo en las lides del ministerio. Para la ilustración necesitaba dos objetos: un espejo y una esponja. El espejo y la esponja explican cómo funciona la vida cristiana.
Quizá le interese tomar alguna nota y así poder contar esta historia en su iglesia.
La esponja representa la vida. Las esponjas absorben los líquidos. Si derramamos agua en el suelo, usamos una para absorberla. La vida también es como un espejo. Para arreglamos el cabello nos ponemos delante de un espejo porque, si no, no podríamos ver lo que hacemos.
Aquí viene la relación de la esponja y el espejo con la vida cristiana. Nosotros somos como una esponja y absorbemos todo lo que nos rodea, tanto si es bueno como malo. En la medida en que nuestra cultura tenga más aspectos malos que buenos, tenemos que poner cuidado en no llenarnos con las cosas del mundo. Muchos cristianos no entienden por qué es tan difícil vivir una vida como la de Cristo. La razón es que ellos mismos se impregnan de las cosas del mundo en lugar de las de Cristo.
Del mismo modo, como el espejo, nosotros reflejamos lo que tenemos alrededor. Cuando nuestra vida se inclina hacia las cosas del mundo y no hacia las de Dios, ¿qué ven los demás? Verán que nos parecemos más al mundo que a Jesús.
Lo invito a hacer algo práctico. Ponga un espejo y una esponja en un lugar donde pueda verlos durante todo el día. Luego, cuando pase por delante, recuerde el mensaje que transmiten.  Basado en Juan 15:4.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill