viernes, 24 de junio de 2011

UN FIN, UN COMIENZO

Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamiento de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis. (Jeremías 29:11).

Muchos viven bajo el terror de ser castigados por un Dios que vigila a los humanos para descargar sobre ellos toda su ira como castigo justo a sus delitos. Un anciano de barba espesa y ceño fruncido, sentado con su cetro, es la imagen que permanece en la mente de muchos. Sin embargo, el texto de hoy nos asegura que nuestro Dios tiene pensamientos de paz y no de mal, para damos un final feliz.
Los pensamientos de Dios no varían, siguen siendo los mismos no importa la época ni el lugar, pero el «fin» que espera el hombre vana con cada generación. Algunos desearían que su fin fuera tener muchas riquezas, vivir cómodamente y gozar de la vida. Otros, en cambio, tienen aspiraciones intelectuales, desean un título y una profesión prestigiosa. Están también aquellos que tienen anhelos emocionales, que desean disfrutar de una pareja estable, de hijos y familia. Aunque nada de esto es malo en sí mismo, sí difiere del fin que tiene Dios para sus hijos.
Jesús contó una parábola acerca de un hombre que obtuvo lo que quería y pensó que con eso había alcanzado el propósito de su vida. Pensaba: «Derribaré mis graneros y los edificaré más grandes, y allí guardaré lodos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: "Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; descansa, come, bebe y regocíjate"» (Luc. 12:18-19). Aquel insensato perseguía los placeres en la vida, pero inesperadamente le llegó el fin, ese fin al que bien haríamos en concederle un poquito más de importancia. Y con el fin le llegó la sentencia: «Esta noche vienen a pedirte tu alma, y lo que has guardado, ¿de quién será?» (Luc. 12: 20).
Sin duda, para ti y para mi llegará el fin. No sabemos cuándo, pero se presentará como un juez implacable que exigirá un informe detallado de lo que hemos hecho con nuestra vida. ¿Cuál es el fin que esperas tener?
Pon tus planes en las manos de Dios para obtener el fin que él espera, según sus pensamientos de paz.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

VOLUNTAD HUMANA + PODER DIVINO = ÉXITO

Dijo Jesús: Quitad la piedra. Juan 11:39.
Uno de los milagros inolvidables que realizó Jesús fue la resurrección de Lázaro. Pero también es bueno recordar la participación humana en este milagro.
Hacía cuatro días que Lázaro había fallecido y sus familiares y amigos todavía lo lloraban. No comprendían por qué Jesús no lo había socorrido a tiempo, sin embargo, seguían confiando en él como Hijo de Dios. Contra toda esperanza, se aferraron a los recuerdos que tenían del Salvador, y su fe sobrevivió.
Al llegar Jesús al sepulcro, se compadeció. Luego de un breve diálogo con las dos hermanas del difunto, "dijo Jesús: Quitad la piedra". ¿No te sorprende que el Hombre más poderoso que anduvo en la tierra, le haya pedido a la gente que quitara la piedra que sellaba la tumba? Si Jesús tenía poder para resucitar a Lázaro, ¿acaso no tenía poder para desplazar la piedra con solo una orden? Por supuesto que sí, pero Dios obra cuando el hombre ayuda.
Por medio de este incidente podemos visualizar un principio que te ayudará a triunfar en la vida: Si unes tu esfuerzo al poder divino, alcanzarás el éxito. Si deseas sacarte un 10 en algún examen, primero debes estudiar y luego pedir la dirección divina. Si quieres encontrar el amor de tu vida, debes mostrar interés en esa persona, y orar para que Dios bendiga la relación. Si deseas un trabajo, debes salir a buscarlo, rogándole al Señor que te permita obtenerlo.
Muchas personas fracasan en sus empresas personales porque caen en los extremos. Algunos cargan a cuestas una carga más pesada de la que pueden llevar. Creen que por sí mismos lograrán sus objetivos, ya que Dios está confinado a las iglesias. Otros depositan toda la tarea sobre Cristo, y se quedan de brazos cruzados esperando que él haga todo. Ninguno de estos extremos es bueno, ya que Dios actuará en la medida que lo hagas tú también.
No dejes que la pereza y el desgano te impidan hacer tu parte. Lucha y esfuérzate como si la tarea dependiera solo de ti, después encomiéndale tu labor a Cristo y verás que este principio te llevará hasta las alturas anheladas.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

CONFÍA

Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. Lucas 22:32.

¿Cómo haces para tener fe? ¿Cómo haces para seguir esperando, cuando nada de lo que esperas sucede? Si, al menos, existiera en el aire un tímido olor a promesas que se cumplen; pasos lejanos de la persona amada, que regresa. Si crujiera alguna hoja seca a tus espaldas, diciéndote que has recuperado la audición perdida. Pero, nada de lo que esperas sucede; y escuchas, desanimado, lo que las demás personas cuentan acerca de los hechos extraordinarios que Dios obra en su vida.
El otro día, alguien me dijo: "Tengo la impresión de que cuanto más espero en Dios, él más se olvida de mí". Jesús sabía que ese tipo de pensamientos iba a asaltar muchas veces la mente de sus hijos. Por eso, un día aseguró a Pedro: "He rogado por ti, para que tu fe no falte".
La fe es confianza. Cuando tú conoces a una persona, sabes que puedes confiar en ella; tienes la seguridad de que no te fallará. Puede, incluso, demorar por circunstancias que después sabrás, pero estás seguro de que no te fallará. La conoces bien.
Esto te conduce de nuevo a Jesús. No es posible tener fe en Jesús y en sus promesas, si no convives a diario con él. Esa convivencia te lleva a conocerlo. Y entonces tienes la seguridad de que, aunque aparentemente sus promesas demoran, él no te abandonó. Está ahí, cerca de ti, esperando el momento oportuno para mostrarte la salida.
Me anima la idea de saber que Jesús está en este momento rogando al Padre por mí, para que mi fe no falte. Es que la única manera de ser feliz, en este mundo de tinieblas, es saber que, aunque se demore, la luz del nuevo día brillará.
Jesús le dijo más a Pedro. Le dijo que otra de las maneras de sentir menos el dolor y las dificultades es estar ocupado en testificar a los demás respecto del amor de Dios: "Una vez vuelto, confirma a tus hermanos". Una vida centrada en uno mismo es, con frecuencia, una vida llena de ansiedad. Cuanto más miras al reloj, pareciera que el tiempo no corre; pero, cuando te olvidas de la hora y empiezas a trabajar, el tiempo vuela.
Haz de este un día más de convivencia con Jesús y de servicio a las personas. No temas de nadie ni de nada; no desesperes, si las cosas que esperas todavía no sucedieron. Y toma las palabras de Jesús como si fuesen para ti: "Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón