domingo, 3 de enero de 2016

ENTREGO MI CORAZÓN

Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos. Prov. 23:26.

El Señor os dice a cada uno de vosotros: “Dame, hijo mío, tu corazón.” El ve vuestra confusión. El sabe que vuestra alma está enferma de pecado, y desea deciros: “Tus pecados te son perdonados.” El Gran Médico tiene un remedio para cada dolencia. El entiende tu caso. Sean cuales fueren tus errores, él sabe cómo arreglarlos. ¿No te encomendarás a él?
La bendición de Dios reposará sobre cada alma que se consagre plenamente a él. Cuando busquemos a Dios de todo corazón, lo encontraremos. Dios tiene celo por nosotros, y quiere que hagamos una obra cabal para la eternidad. El volcó todo el Cielo en un don, y no hay razón para dudar de su amor. Contemplemos el Calvario… Dios te pide que le des tu corazón. Tus facultades, tus talentos, tus afectos, todo debes consagrarle para que pueda obrar en ti el querer y el hacer su voluntad y te haga apto para la vida eterna. (RH, 05-05-1891)
Cuando Cristo mora en el corazón, el alma está tan llena de su amor, del gozo de su comunión, que se une a él; y pensando en él, se olvida de sí misma. El amor de Cristo es el móvil de la acción. Aquellos que sienten el constructivo amor de Dios no preguntan cuánto es lo menos que pueden darle para satisfacer los requerimientos de Dios; no preguntan cuál es la más baja norma aceptada, sino que aspiran a una vida de completa conformidad con la voluntad de su Salvador. Con ardiente deseo entregan todo, y manifiestan un interés proporcionado al valor del objeto que buscan. (CC 46)
Lo que Dios quiere es el espíritu sumiso, susceptible de enseñanza. Lo que otorga a la oración su excelencia es el hecho de que emana de un corazón amante y obediente. 

Devocional Vespertino
“Mi Vida Hoy”
Enero – Una vida consagrada
Por: Elena G. de White

LUZ PARA VER

Tu Oración: Querido Dios, gracias por la luz y las cosas que tengo en mi casa.

Versículo para hoy: “Supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla?” Lucas 15:8.

Cierra por un momento tus ojos y dile a tu mamá qué cosas puedes ver. ¡Ninguna! Dios hizo la luz para que pudiéramos ver. Sin ella, habría muchísimas cosas que no podríamos hacer.
Cuando enciendo la luz de mi habitación en la noche para buscar mi ropa de dormir, doy gracias a Dios porque tengo luz eléctrica. Entonces, recuerdo la historia bíblica de la mujer que perdió su moneda y necesitó la luz de una vela para buscarla. ¡Al final, la encontró!
Un poquito de ciencia
Para la actividad de hoy, espera a que sea haga de noche y siéntate en el piso con la luz apagada. Entonces, tu mamá, con una linterna encendida en la mano, debe comenzar a dar vueltas por la habitación, diciendo: “Alrededor, alrededor, brilla mi luz, a donde se pare, ¿qué ves tú?” En ese momento, ella tiene que señalar un objeto con la luz, para que tú lo veas, y debes adivinar qué es y para qué sirve.
Después dibuja en tu libreta de observaciones los objetos que tu mamá iluminó durante el juego.

Devoción matutina para niños pequeños 2016
Pequeños científicos de Dios
Por: Cesia Alvarado Zemleduch

VAMOS A CONTAR

«Oh Señor, quiero alabarte con todo el corazón y contar tus muchas maravillas». Salmo 9:1.

Materiales: Lápiz y láminas de la creación.
Ayer hablamos de la preciosa creación y de lo impresionante que es todo lo que Dios ha creado. Pero lo más maravilloso es que nuestro Padre Celestial lo creó todo ¡en seis días! Sí amiguito, con solo abrir su boca él hizo todas las maravillas que hay en nuestro mundo.
Vamos a dar un repaso a los días de la creación. Con la ayuda de papi o mami toma un lápiz y encierra en un círculo el número que corresponda.
Dios creó el día y la noche en el día:   1      2        3
Dios creó el cielo y el aire en el día:    1      2        3
Dios dividió las aguas y se formaron el mar, los ríos y los lagos, y quedó la tierra seca, y allí nacieron árboles y frutos en el día :    1      2        3
¡Muy bien! ¡Buen trabajo! Ya te has aprendido los primeros 3 días de la creación. ¿Te gustó contar? Pues mañana seguiremos, ¿te parece?
Oremos: Querido Dios, ayúdame a hablarles a otros de tu amor a través de la bella creación

Tomado de devoción matutina para niños pequeños 2016.
Pasito a pasito, Crezco y aprendo
¡Vive y crece sanamente!
Por: Kathy Hernández de Polanco

DIRECTO DESDE EL CORAZÓN

Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:12, 13, NVI).

Fanny Crosby fue una reconocida autora estadounidense de canciones del siglo XIX. Durante su vida, escribió más de ocho mil himnos de adoración a Dios, algunos de los cuales puedes encontrar en el Himnario adventista. Un impresionante amor a Dios encendía su corazón. Y, ¿sabes?, ella era ciega.
Cuando Fanny tenía solo unas semanas de edad, contrajo una infección en sus ojos. El severo tratamiento los afectó de tal manera que Ia dejó ciega. A medida que fue creciendo, aprendió que ella era diferente; que los demás podían hacer algo que ella no podía: ver. Nunca podría mirar la cara de sus seres queridos, las flores, el cielo azul o las estrellas centellantes.
“Pronto aprendí lo que otros niños poseían”, decía ella. “Pero tomé la firme determinación de guardar una pequeña joya en mi corazón, a la que llamé “Satisfacción”.
Un día, una persona le preguntó: “¿Alguna vez deseaste no haber quedado ciega?”
Fanny respondió:
“Bueno, lo positivo de ser ciega es que el primer rostro que veré será el de Jesús”.
Hoy, más de cien años después, continuamos cantando los hermosos himnos que Fanny escribió desde su corazón satisfecho.
¿Y AHORA?
¿Estás satisfecho con tu vida? ¿Qué cosas querrías cambiar?
SPLASH
Debido o que varios editores se incomodaban con tener muchos himnos del mismo autor en sus himnarios, Fanny Crosby utilizó alrededor de cien seudónimos diferentes durante su Carrera.

Tomado de: Matinal para Adolescentes 2016
“INTENSAMENTE, EJERCITA TU CEREBRO”
Compilado por Penny Estes Wheeler

LA PEQUEÑA PRUEBA DE LEALTAD

Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. Génesis 2:16, 17.

Adán y Eva siempre estaban felices. No vivían en una casa o un departamento como nosotros hoy, sino en un hermoso jardín lleno de árboles altísimos, ríos caudalosos y estruendosas cascadas. Donde sea que ellos miraran, veían una belleza impresionante. Dios les había dado todo lo que podrían necesitar para su gozo y placer. Se tenían el uno al otro, y toda la eternidad por delante.
Tampoco se preocupaban por la ropa. Dios los había provisto con algo mucho mejor que jeans y camisetas. “Una cubierta de luz, la luz de Dios, los rodeaba. Esta luz clara y perfecta iluminaba todo aquello a lo cual ellos se acercaban” (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 266). ¡Imagina la luz de Dios brillando en ti todo el tiempo! Adán y Eva tenían esta luz por dondequiera que iban.
La mejor parte del día llegaba justo después de la puesta del sol, cuando Dios mismo venía para charlar con ellos de manera personal. Adán y Eva iban corriendo, luciendo enormes sonrisas, cuando oían que llegaba su Creador. Era mucho más divertido hablar con él cara a cara. Tenían tantas preguntas que hacer, y Aquel que había creado todo siempre tenía las respuestas.
Un día, Dios les dijo que podían comer cualquier fruto de cualquier lugar de su Jardín del Paraíso, pero que permanecieran alejados de un árbol en particular. Necesitaba probar su lealtad por un momento, y les enviaría a otros visitantes para darles instrucciones adicionales.
Los ángeles buenos volaron del cielo a la Tierra no solo para enseñarles a Adán y a Eva cómo cuidar de su hogar, sino también para contarles la historia de la rebelión y la caída de Satanás. “Manténganse alejados del árbol prohibido”, los ángeles advirtieron, “y por supuesto, permanezcan juntos. Estarán más seguros de esa manera”.
Adán y Eva podían mostrar su lealtad a Dios pasando esta simple prueba de confianza, la más suave que Dios les podía dar. Y, si la aprobaban, finalmente serían situados más allá del poder de Satanás. Habría sido fácil para Dios retenerlos para que no tocaran el árbol pero, entonces, Satanás habría reclamado: “¿Ven? ¡Dios fuerza a las personas a serle obedientes!”
El Señor no quería simples máquinas, sino personas que lo obedecieran porque lo amaban.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward

VIVE Y AYUDA A VIVIR

“Ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo” (Rom. 14:7).

Solamente una vida dedicada a los demás merece ser vivida. Einstein
¿Has oído la expresión “vive y deja vivir”? No la creas; es un lema para mentes estrechas. Las almas grandes viven según otro lema: “Vive y ayuda a vivir”. Sabiendo como sabemos la diferencia que marcan las relaciones personales en nuestras vidas, no hemos de contentarnos con no ser un obstáculo en el crecimiento de los demás, sino aspirar a ayudarles en su crecimiento. Una palabra de ánimo, una expresión facial, una palmadita en el hombro, un abrazo de consuelo, un mensaje esperanzado, una visita práctica, una ayuda real, el simple ofrecimiento de una silla… ¡hay tantos gestos que encierran un gran poder para ayudar a vivir!
Jesús lo tenía claro. Su vida no fue un compendio de gestos para evitar convertirse en un obstáculo. Su vida fue un gesto tras otro, una palabra tras otra, una acción tras otra, para ayudar a vivir, para enseñar a vivir, para animar a vivir, para acompañar a vivir… Puesto que el principio bíblico nos dice que “ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo” (Rom. 14:7) está claro que la vida más elevada es la que se vive para los demás; para ayudar a vivir a los demás. No es un trabalenguas, es la esencia del cristianismo en palabras sencillas.
Jesús dijo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo y tendrás la vida” (Luc. 10:28), y acto seguido mostró el ejemplo del buen samaritano. “Esta no era una escena imaginaria, sino un suceso reciente, conocido exactamente como fue presentado” (El Deseado de todas las gentes, cap. 54, p. 471). Lo que sucedió es bien sabido: un ejemplo real de compasión; una actuación sin vacilación, desprejuiciada, cuyo único objetivo era ayudar a vivir; una desviación del camino propio para invertir tiempo, dinero y energías en el ajeno; un tierno cuidado y una provisión para la vida futura de un simple desconocido.
Sobran las palabras. “En la historia del buen samaritano, Cristo ilustra la naturaleza de la verdadera religión. Muestra que esta no consiste en sistemas, credos, o ritos, sino en la realización de actos de amor, en hacer el mayor bien a otros, en la bondad gemina” (ibíd., p. 469). En resumidas cuentas: la verdadera religión consiste en ayudar a vivir.

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz

UNA “JOSÉ” MODERNA

“De todo esfuerzo se saca provecho” (Proverbios 14:23).

Oksana Sergiyenko (1974-2011) creció en una sociedad en la que el ateísmo era sinónimo de superioridad intelectual. Cuando se graduó de Economía viajó a Moscú para continuar sus estudios de posgrado. Aquellos fueron días difíciles para ella. Llegó sin dinero a la capital de Rusia; durante semanas apenas se mantenía comiendo restos de pan y un poco de agua, y en ocasiones ni siquiera eso.
En tales circunstancias, Oksana oró a Dios por primera vez. Su gran necesidad también la indujo a leer detenidamente la Biblia. Según relató en una entrevista que le realizaron en 2010, en la Palabra de Dios encontró la dicha que tanto había añorado. Poco después se unió a la Iglesia Adventista. Sin duda alguna, su esfuerzo en el trabajo, su dedicación al estudio y su lealtad a Dios le darían muy buenos resultados en esta vida y en la venidera.
Tras haber conseguido trabajo en el Ministerio de Finanzas, Oksana llegó a ser la subsecretaría de Finanzas de Rusia, el puesto más encumbrado al que ha llegado un adventista en ese país. A pesar de la crisis económica de 1998, Rusia disfrutó de algunos años de prosperidad debido, principalmente, al aumento de los precios del petróleo. Oksana, basándose en la experiencia de José en Egipto (ver Génesis 41:33- 36), propuso la creación del Fondo de Estabilización de la Federación Rusa, un plan que le permitió a Rusia ahorrar más de doscientos mil millones de dólares. Gracias a su labor, el presidente Vladimir Putin la condecoró con la Medalla del Orden del Servicio a la Patria.
¿Se habría imaginado Oksana, aquella mañana fría cuando se trasladó a Moscú sin dinero, que llegaría a ser una de las economistas más distinguidas de su país? Probablemente no; sin embargo, trabajar, estudiar y confiar en Dios fueron los factores clave de su éxito.
¿Y tú? ¿Sabes que el Dios que le concedió el éxito a esa humilde joven rusa también te lo concederá a ti, si, con dedicación y fe, te empeñas en trabajar arduamente? Bien lo dijo Salomón: “De todo esfuerzo se saca provecho” (Proverbios 14:23). Elena de White agrega: “La dedicación en el estudio, el arduo trabajo y la diligencia perseverante obtienen victorias” (Mente, carácter y personalidad, t. 1, p. 109).
Si estudias, trabajas y confías en Dios, ¡los resultados serán grandes!

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco

ELEGIDO EN EL COMIENZO

“Alabemos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por medio de Cristo nos ha bendecido con toda suerte de bienes espirituales y celestiales. Él nos ha elegido en la persona de Cristo antes de crear el mundo”. Efesios 1:3, 4, LPH

Gracias a internet, el mundo entero conoce el significado del símbolo @ o “arroba”. Sin él, nunca encontraríamos el camino en el ciberespacio ya que indica en qué servidor está alojada una dirección de correo electrónico. Por eso, en inglés se pronuncia at, o sea, “en”. Una joven pareja china, deseando ser a la vez original y reflexiva, pidió al gobierno que inscribiera el nombre de su recién nacido como “@”. Aunque ya te comenté que en inglés este signo se pronuncia at, en chino los equivalentes de las letras “a” y “I” pueden pronunciarse de forma que suenen como el equivalente de “amarlo”. Y esta pareja amaba a su bebé.
Nuestro texto proclama que, como señal de su amor por sus hijos de la tierra, Dios nos eligió -a ti y a mí- mucho antes de que naciéramos, mucho antes de que el mundo fuera creado. ¿Por qué? “Nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad” (Efe. 1:5, LBA).
¿Puedes creerlo? Elegir a persones como tú y yo ha contado con el beneplácito de Dios, lo ha complacido, le ha dado muchísimo placer. Por otra parte, ese es el meollo de cualquier adopción, ¿no? El gozoso placer de elegir a tu hijo -no hay “resbalones” ni accidentes en una adopción-: uno elige a su hijo muy minuciosamente y de forma intencional. Igual que hizo Dios cuando nos eligió para que fuéramos sus hijos. Pero, tristemente, ¡qué fácil es que olvidemos nuestra condición de elección! El Rey del universo nos ha adoptado en su familia; y, no obstante, ¡nos arrastramos por la vida subsistiendo a duras penas, abatidos como indigentes, cuando hemos sido adoptados como príncipes y princesas! Cuán apenado se debe sentir Dios frente a mis preocupaciones, mi lloriqueo, mi olvido de la gloriosa verdad de ese antiguo cántico evangélico “Del Padre los bienes no tienen igual; de piedras preciosas enorme caudal”. ¿No es una vergüenza estar quejándome cuando “soy hijo del Rey”?
Nuestros documentos de adopción fueron inscritos y firmados en carmesí en el Calvario, ¡qué gran noticia! “Nos hizo aceptos en el Amado” (vers. 6). Elegidos, adoptados, ¡aceptados! ¿Qué más podríamos pedir?
“Tal amor es incomparable. ¡Que podamos ser hijos del Rey celestial! ¡Preciosa promesa! ¡Tema digno de la más profunda meditación! ¡Incomparable amor de Dios para un mundo que no lo amaba!” (El camino a Cristo, cap. 1, p. 22).

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016 
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson