miércoles, 9 de mayo de 2012

VUELA ALTO CON JESÚS


«¿Podrá, pues, un simple hombre ser puro e inocente frente a Dios? A sus ojos, ni la luna tiene brillo ni son puras las estrellas, ¡mucho menos el hombre; este gusano miserable!» (Job 25:4-6).

En nuestra aventura de hoy hemos encontrado algo que es sencillamente asqueroso: un animal muerto. ¡Mira! Hay unos pequeños gusanos comiéndoselo. A estos gusanos se los conoce como larvas, y en otra etapa de su vida se convertirán en moscas. ¡Qué asco! ¿Por qué Dios habla de estas cosas en su Palabra? Deben de ser importantes por alguna razón. Veamos si podemos averiguar por qué.
En los versículos de hoy Job dice que nadie es lo suficientemente bueno como para presentarse delante de Dios. Eso significa que ni tú ni yo podemos ir al cielo sin la ayuda divina. Job dice que nosotros somos como gusanos. Sin duda Dios nos hizo especiales, pero Job nos recuerda que necesitamos depender de Dios completamente para poder ser salvos. Podremos vivir para siempre solo si aceptamos su perdón y la muerte de Cristo en la cruz.
Obviamente tú eres mucho más especial que un asqueroso gusano que algún día volará como mosca. Pero no lo olvides: solo a través de Jesús podrás algún día «volar» al cielo.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UNA PLEGARIA DESESPERADA


No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejercicios. (Zacarías 4:6).


Nadie tiene hijos perfectos. Ni siquiera existe la madre perfecta. Tampoco podremos hacerlo todo sin contar con alguna ayuda. Pero he descubierto un gran secreto que nos permite tener hijos perfectos, ser la madre perfecta y hacerlo todo en forma perfecta. El secreto es: tener un ayudante perfecto.
Dios está interesado en ayudar a los padres y madres para que críen correctamente a sus hijos. Él se deleita cuando admitimos nuestras debilidades, porque es entonces cuando puede concedernos la sabiduría y el poder que necesitamos, obrando por medio del Espíritu Santo. Se dice que Dios anhela y espera la plegaria de una madre que, reconociendo sus limitaciones, pide la ayuda que desciende de lo alto.
Creo que en ocasiones Dios utiliza a nuestros hijos con el fin de captar nuestra atención. Él desea reinar en nuestras vidas; sin embargo, si creemos que el éxito se puede lograr mediante nuestras propias fuerzas y capacidades, no estaremos en disposición de atender a las instrucciones encontradas en su Palabra.
En el Salmo 127: 1 leemos que «si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guarda la ciudad, en vano vela la guardia».
«Esta es vuestra obra, padres: desarrollar los caracteres de vuestros hijos en armonía con los preceptos de la Palabra de Dios. Esta obra debería ocupar el primer lugar, porque implica intereses eternos. La edificación del carácter de vuestros hijos es de más importancia que el cultivo de vuestras granjas, más esencial que la edificación de casas para vivir, o la ocupación en cualquier negocio o industria» (Conducción del niño, cap. 33, p. 182).
Querida hermana, debemos desear para nuestros hijos un carácter bien equilibrado. Esa es una obra de gran magnitud e importancia; una obra que requiere fervientes oraciones y un esfuerzo paciente y perseverante. Recordemos que no es con ejército ni con nuestras propias fuerzas, sino con el Espíritu Santo que podremos tener hijos, hogares y vidas perfectos.
Padre, reconocemos que solas no podemos hacer la obra que tú deseas que hagamos con nuestros hijos. Así mismo comprendemos que tu ayuda y dirección siempre están disponibles. ¡Deseamos asirnos de ti para tener hijos, hogares y vidas perlerías!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Ina Price

LOS «AMIGOTES»


El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién podré tener miedo? Salmo 27:1

Una cárcel no es lugar para un joven con principios cristianos. Pero allí estaba Jeris, en la prisión estatal de Tennessee, EE. UU., acusado de homicidio. Jeris sabía lo que le esperaba en ese penal. De hecho, todos los reclusos lo sabían: solo sobreviven los más fuertes y los que, conscientes de que no son fuertes, prefieren someterse a los «muchachos malos» de la prisión. Y no pasó mucho tiempo para que Jeris enfrentara esa realidad, según lo relata Loron Wade (El regalo inesperado y otros relatos inspiradores, pp. 69-74).
Ocurrió un viernes cuando tres reclusos le hicieron una visita en su celda. Uno de ellos sacó un filoso cuchillo.
—Danos tu reloj o te vamos a sacar el corazón.
Jeris sabía que su vida valía mucho más que el reloj. Pero también sabía que si cedía estaría renunciando a la única posesión valiosa que le quedaba: su dignidad. 
—¿Por qué no se van y me dejan tranquilo? —les dijo Jeris, armándose de valor. 
—¿Oyeron eso? —replicó el hombre—. ¡Este tonto quiere que nos vayamos! 
—Te vamos a hacer papilla —intervino otro— si no nos das el reloj. 
—Puede ser —repuso Jeris.
—¿No sabes acaso que te puedo arrancar la cabeza? —amenazó el del cuchillo. 
—No es fácil matar a un hombre que no quiere dejarse matar. 
Medio sorprendidos, los tres hombres se fueron profiriendo todo tipo de amenazas. Pero la noticia no tardó mucho en difundirse. Jeris había sido «sentenciado a muerte». A partir de entonces, se convirtió en un solitario. ¿Quién iba a querer estar cerca de un hombre que en cualquier momento sería asesinado? Mientras, en su celda, Jeris oraba: «Señor, no quiero que me maten por un reloj, pero si cedo...». 
Horas más tarde, el hombre del cuchillo se acercó a su celda.
—Mira, arreglemos esto —dijo el hombre nerviosamente—. Tus amigotes me dijeron que me van a hacer daño si no te dejo tranquilo. ¿Entiendes?
—¿Cuáles amigos? —preguntó Jeris, sorprendido.
—Esos amigos grandotes que tú tienes. No quiero verlos nunca más. ¿Qué te parece si hacemos las paces? 
Y hubo paz.
Cuando su vida peligraba, Jeris Bragan oró pidiendo ayuda. Y Dios envió a esos «amigotes» en su auxilio. Nunca olvides que los ángeles de Dios también acudirán en tu auxilio cuando más los necesites.
Señor, ayúdame a recordar que nunca estoy solo, porque tus ángeles están conmigo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

CORAZONES DUROS


«Porque así dice Jehová a todo hombre de Judá y de Jerusalén: "Arad campo para vosotros y no sembréis entre espinos"» (Jeremías 4: 3).

¿Por qué los agricultores aran los campos antes de sembrar? Parece un trabajo excesivo. ¿Por qué no arrojan las semillas en el campo yermo y se conforman con lo que venga?
Los agricultores quieren buenas cosechas. Saben que la tierra tiene que ser roturada y ablandada para que las semillas, después de cubrirlas, puedan abrirse paso hacia la superficie y empiecen a crecer. Las semillas que caen en el sendero, donde la tierra ha sido compactada por el tránsito, no pueden echar raíces.
Los corazones pueden volverse indiferentes y endurecerse tanto como el polvo del camino. Es posible que alguien que asiste a la iglesia no busque la bendición. No quieren adorar a Dios ni para permitir que los cambie algo que escuchen. Están ahí «porque toca» o, sencillamente, por costumbre. Su corazón se parece más a una carretera que a un campo de trigo.
Tienen el corazón apisonado por los camiones de la maldad de Satanás. Por ella circulan los automóviles del orgullo y los pies del codicioso materialismo, hasta el punto de volverla dura como el hormigón. No les queda tiempo para pensar en la religión. El camino de su corazón es como una carretera atascada en la que no queda espacio para que germine el trigo. Y, si empieza a crecer, unos pies ásperos ya se encargarán de aplastar la verde brizna antes de que pueda madurar.
La parábola nos dice que las aves bajaron y se comieron la semilla. Hay muchos malvados prestos a llevarse el evangelio del corazón. El diablo, el príncipe de las tinieblas, aprovecha cualquier oportunidad para arrebatarnos un buen pensamiento.
¿Cómo podemos evitar tener un corazón duro e indiferente? Dejando que el arado del Espíritu Santo lo roture y lo suavice, de modo que la semilla de la verdad pueda entrar en él y germinar.
«Debe cultivarse el jardín del corazón. Debe abrirse el terreno por medio de un profundo arrepentimiento del pecado [...]. Así también, solo se pueden vencer las malas tendencias del corazón humano por medio de esfuerzos fervientes en el nombre de Jesús y con su poder» (Palabras de vida del gran Maestro, p. 37). Si se lo permitimos, el Señor lo hará con nosotros.  Basado en Mateo 13: 1-9

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill