sábado, 10 de octubre de 2009

¿TIENES PAZ?

Lo que a mí me corresponde es obedecer tus preceptos (Salmo 119:56)

Nuestro buen dios se deleita en mostrarnos claramente el caí ni no de la paz y la felicidad, pero nosotras nos empeñamos en tomar el rumbo contrario. El salmista declara que transitamos este camino cuando guardamos la Ley de Dios cada día de nuestra vida, al punto de amar sus preceptos y deleitarnos en cumplir su voluntad. Los Diez Mandamientos son una fuente incomparable de paz. Es increíble cómo mucha gente, incluyendo a los fariseos, los han usado como medio para presionar espiritualmente a otras personas. Por esta razón mucha gente, hasta el día de hoy, los ve como una carga o una losa que Dios nos ha impuesto para complicarnos la vida. Por si fuera poco, agregan reglamentos particulares a los preceptos divinos, especialmente al día sábado, para enredar más la si­tuación. No cabe duda que esto es una obra maligna. La Biblia dice que la Ley es un reflejo del carácter de Dios (Rom. 7: 12), es decir, una Ley moral, espiritual, positiva, sencilla, ¡hasta un niño puede entenderla! Es la única parte de las Sagradas Escrituras que fueron escritas por el propio Dios (Éxo. 31: 18), mostrando con ello la trascendencia de estos versículos. Creo que es muy importante reflexionar con atención en cuanto a los Diez Mandamientos. Hoy, en medio de una época caracterizada por la depresión, la inestabilidad emocional y la ansiedad, es muy importante volver la vista hacia la Ley de Dios para observarla como él espera. La promesa divina es que ahí encontraremos mucha paz y salud mental.

Claudia Gabriela Hernández Solaza
Tomado de Manifestaciones de su amor.

LO MISMO QUE A LOS DEMÁS

¡Su maldad y su violencia caerán sobre su propia cabeza! Salmo 7:16

En el libro Cheaper By The Dozen (Doce en casa), su autora, Ernestina Carey cuenta cómo era crecer en una familia de seis muchachos y seis jovencitas. Sus padres, Krank y Lillian Gilbreth, eran expertos en el tema de la educación de los hijos. Su mejor escuela fueron los suyos propios. En un episodio, se descubrió que todos los hijos mayores, excepto Martha, tenían las amígdalas hinchadas. En aquel tiempo era práctica común extirpar las amígdalas enfermas. Por eso el Sr. Gilbreth hizo los arreglos necesarios para que el Dr. Burlón fuese a su casa y practicara las operaciones en la mesa de la cocina. Aquel día Martha se quedaría en casa de su tía. A los niños no se les permitió que comieran nada en absoluto desde la noche anterior. Por eso, como todos sus hermanos y hermanas se quedaban sin cenar, Martha les describió lo que iba a comer a la mañana siguiente mientras ellos pasaban por la operación. —Tía Anne siempre tiene tarta de manzana para desayunar. Y tiene un bote de rosquillas en la despensa. Mañana por la mañana, mientras esperen el bisturí, yo pensaré en ustedes. Me comeré una rosquilla a la salud de cada uno de ustedes. Al día siguiente, cuando el doctor empezó a operar, descubrió que las amígdalas de Ernestina estaban bien. Se había confundido; la que tenía que estar ahí era Martha, no Ernestina. Por esa razón, Martha tuvo que pasar por la mesa de operaciones con el estómago lleno de rosquillas y tarta de manzana. Ya te puedes imaginar cómo se sentía cuando despertó de la anestesia. Marta se había regodeado dando envidia a sus hermanos con el magnífico desayuno que comería. Pero su festín anticipado acabó en agonía. «Hagan ustedes con los demás como quieren que los demás hagan con ustedes» no es solo una manera amable de actuar, sino la más sabia. A menudo, nos sucede lo mismo que a los demás.

Tomado de la Matutina El vieja Increíble.

¿ARROJAS PIEDRAS O DAS OTRA OPORTUNIDAD?

Ella dijo: «Ninguno, Señor». Entonces Jesús le dijo: «Ni yo te condeno; vete, y no peques más». Juan 8:11.

A mí me fallan una vez y ahí termina todo». Así se expresaba una dama hablando de la posibilidad de que algún día su esposo le fallara. Ese espíritu de no .dar una segunda oportunidad al que comete un error prevalece entre esposos, amigos, miembros de iglesia e instituciones. El lema es: «Si fallaste, no esperes más». Es un consuelo pensar que Dios no es así. Dios es el Dios de la segunda oportunidad.
Dios demostró en la cruz del Calvario el amor verdadero, que alcanza a quienes ya agotaron toda oportunidad y toda paciencia humana. El drama de la mujer sorprendida en adulterio nos enseña una gran lección. ¿Cuál habría sido tu reacción ante la petición de aquellos celosos guardianes del "Manual de la Iglesia" de la época y de las normas morales establecidas? Jesús reaccionó con amor. Amor, no solo para la acusada, sino para los acusadores. Sabemos lo que hizo; los convenció de sus propios pecados para que meditaran. Los escribió en el polvo y solo ellos pudieron entenderlo. Inmediatamente expresó un principio básico que debe llamarnos a la reflexión, especialmente cuando nos convertimos en jueces de los que han cometido un error: «El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra» (Juan 8: 7).
Deberíamos tener cuidado, porque hay un principio psicológico bien establecido: «Solo notamos en los demás los errores que nosotros mismos cometemos». Por eso dijo el Señor que cuando juzgamos y condenamos a los demás, nos juzgamos y nos condenamos a nosotros mismos (Rom. 2: 1). No ignoremos esta terrible verdad. Las personas más críticas y que con más saña juzgan a los demás son las que, generalmente, son culpables de los mismos pecados que el acusado.
El hermano del hijo pródigo, que se incomodó porque a este se le dio una segunda oportunidad, hacía las mismas cosas que él. La diferencia es que las hacía dentro de la casa.
Ninguno de los acusadores de la mujer pudo hacer alarde de una vida sin pecado, por lo cual desaparecieron todos inmediatamente. Solamente quedó el único que podía lanzar la primera piedra, Jesús. Pero él rehusó condenar a la pecadora.
El ministerio de Jesús será siempre el de la segunda, la tercera, la enésima oportunidad. Su política es dar todas las oportunidades que sean necesarias. No conserva una lista de errores. Su gran deseo es dar una segunda oportunidad para hacer lo recto a todo aquel que lo necesite y desee comenzar de nuevo. Concede hoy una segunda oportunidad a todos los que lo necesiten y lo pidan.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.