lunes, 3 de junio de 2013

"BENDICE ESTOS ALIMENTOS”

Lugar: California, EE.UU. 
Palabra de Dios: Marcos 14:22

¿Has sentido vergüenza alguna vez de orar en público? Por ejemplo, ¿alguna vez estuviste en un restaurante lleno de gente, y te sentiste incómodo por inclinar la cabeza y orar? Si te pasó esto, no estás solo.

Así era como Carlos se sentía a veces. Pero, una noche pasó algo que cambió todo eso. Carlos y su amigo Federico estaban en California, en un viaje de negocios, y decidieron ir a comer algo a una pequeña confitería. Mientras esperaban que les trajeran la comida, oraron por lo que estaban por comer. Cuando abrieron los ojos, la moza estaba esperándolos, con los platos de comida en la mano.

– ¿Estaban orando? -les preguntó en voz alta.

Las otras personas que estaban en el salón se dieron vuelta, para ver qué pasaba. La mujer les dijo que nunca había visto a alguien orando en esa confitería. Se quedó hablando con ellos un rato, y luego exclamó:

-Yo también soy cristiana… Bueno, lo era.

Luego, les explicó que ella había aceptado a Jesús como su Salvador cuando era adolescente, pero que, con los años, había perdido interés.

-Pero ¿saben qué? -les dijo-. Cuando vi que estaban orando, me sentí extrañamente emocionada.

Más tarde, esa misma semana, vio nuevamente a los dos hombres.

Les contó, entonces, que había comenzado a asistir a un grupo de estudio de la Biblia y que estaba planificando asistir a la iglesia, también.

No tienes que sentir vergüenza porque otros te vean orar antes de comer. No hay nada de malo en agradecer a Dios por el alimento que él ha provisto y pedirle que lo bendiga. Jesús lo hizo. “Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a ellos…” La próxima vez que te sientas un poco incómodo, recuerda esta historia y agradece a Dios.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

LA VERDAD ABSOLUTA SÍ EXISTE

¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! Isaías 5:20.

El relativismo es una corriente de pensamiento que afirma que no existen verdades universales validas, ya que toda afirmación depende del contexto, o de quien haga la afirmación. El relativismo defiende que nada es verdad ni mentira, bueno ni malo, falso ni verdadero; es una posición muy próxima al escepticismo. Sus partidarios aseguran que todo es relativo y que depende de las circunstancias. En otras palabras, defiende que “todo depende del cristal con que se mire”.

Actualmente impera el relativismo en todas las latitudes; como consecuencia de su influencia mucha gente afirma que todas las religiones tienen aspectos buenos y malos, y que lo mejor es aceptar la existencia de Dios sin comprometerse formalmente con la observancia de una religión en concreto. Otros se sienten tranquilos medrando bajo la premisa de que cada cual debe vivir de acuerdo con sus propios principios, valores, parámetros y códigos de conducta, sin sentir la presión de normas que se le quieren imponer desde afuera. Cada uno es su propia norma, su propio parámetro; impera el criterio personal.

Si el mundo en su totalidad se rigiera por los anteriores parámetros, se produciría un caos total en todos los ámbitos del comportamiento humano. Lo mismo sucedería si desapareciera la fuerza de gravedad, y todos y todo quedara flotando a la deriva en el vasto universo.

Demos gracias porque sabemos que la verdad absoluta está en Cristo. Una verdad maravillosa que nos da paz para vivir y nos sostiene como un ancla; de ese modo no naufragaremos cuando las tormentas de la vida nos azoten. La Palabra de Dios encierra las verdades más absolutas y desenmascara la mentira. Deja al descubierto la falsedad para que podamos ver lo verdadero.

Vivamos el día de hoy disfrutando de esta seguridad. Es posible que no conozcamos todas las verdades respecto a lo que nos ocurre, pero alegrémonos porque conocemos a aquel que es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). En el no solamente encontramos tranquilidad, calma y sosiego, sino al mismo tiempo sabiduría para responder a los desafíos cotidianos a la vez que tomamos decisiones correctas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

PUNTO CIEGO

No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgara, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes (Mateo 7:1,2).

En el siglo XVII, el científico francés Edme Mariotte afirmo que todos los seres humanos tenemos un punto ciego. Mariotte noto que el disco óptico, el área de la retina donde el nervio óptico sale del globo ocular, no es sensible a la luz. Al aplicar sus conocimientos de óptica y anatomía del ojo llego a la conclusión de que todo ojo es ciego en una pequeña porción de su campo visual.

Si esto es así, ¿Por qué no nos damos cuenta normalmente de este hecho? El asunto muy sencillo. El sistema visual humano tiene la enorme capacidad de llenar el punto de a partir de las imágenes que recoge en sus ojos. La mente, igual que la naturaleza, aborrece los espacios vacíos. Por esta razón, si estas mirando una pared blanca, tu mente llenara el punto ciego con la textura y el color del resto de la pared. Esto nos lleva a una interesante conclusión: no todo lo que vemos está realmente allí. Por lo menos una pequeña parte ha sido reconstruida por nuestro cerebro.

Los que sufren migraña son conscientes de este fenómeno. Cuando un vaso sanguineo tiene un espasmo la persona pierde temporalmente una parte de la corteza visual. Esta produce una región ciega correspondiente en el campo visual. A esto se le llama “escotoma”. Si una persona que está sufriendo un ataque de migraña mira alrededor del cuarto el escotoma “cae”, o se ubica sobre un reloj o un cuadro en la pared, este desaparecerá su visión. Sencillamente no lo vera; sin embargo, no vera un hoyo negro en su visión, sin la pared con el color o papel tapiz del resto de la pared. La mente ha llenado la información con el contexto.

Los cristianos también tenemos un punto ciego en otro sentido. Solo podemos ver las acciones de otros pero no sus motivaciones. Es decir, podemos ver la apariencia exterior pero no el corazón. Por eso Dios nos pide que no juzguemos los motivos de otros.

¿Qué pasa cuando juzgamos los móviles ajenos? Sencillamente “llenamos” la Información que hace falta con datos que están en nuestro propio corazón. Aquel que constan mente sospecha el mal en el corazón de otros, probablemente lo hace porque su propio corazón es perverso. No juzgues para que no seas juzgado. Solo Dios tiene vision perfecta para juzgar.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

LA EXPERIENCIA DEL PERDÓN

¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? Miqueas 7:18.

Necesitamos más fe en Jesucristo. Necesitamos traerlo a nuestra vida diaria. Entonces tendremos paz y gozo, y sabremos por experiencia el significado de sus palabras: "Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor" (Juan 15:10). Nuestra fe debe reclamar la promesa que dice que permanecemos en el amor de Jesús...
Se nos dan oportunidades y privilegios preciosos para ser una luz y bendición para otros, fortaleciendo su fe y animándolos por medio del brillo de sol celestial en nuestras propias almas. Podemos reunir para nuestro propio beneficio rayos preciosos de alegre esperanza, paz y plenitud de gozo, y al hacerlo ayudar a todos con quienes nos asociamos. En lugar de fortalecer la incredulidad y la duda, inspiraremos esperanza.
Todos los que cumplen las condiciones para tener una fe experiencial, tienen el privilegio de conocer por sí mismos que se extiende libremente el perdón para cada pecado. Dios ha comprometido su palabra de que cuando confesamos nuestros pecados, él los perdonará y nos limpiará de toda injusticia. Descarte la incredulidad. Descarte la sospecha de que estas promesas no son para usted. Son para cada transgresor arrepentido, y Dios queda deshonrado por su incredulidad. Quienes se han llenado de dudas solo tienen que creer plenamente las palabras de Jesús, y de allí en adelante se alegrarán en la bendición de la luz...
Mantenemos al Salvador muy alejado de nuestra vida cotidiana. [Más bien, debemos] desear que permanezca con nosotros como un amigo honrado y confiable. Debemos consultarlo en todas las materias. Debemos contarle cada prueba, y así ganar fuerza para enfrentar la tentación...
¿Qué más podemos pedir de Dios de lo que ya nos concedió? ¡Oh, qué amor, qué infinito amor de nuestro bendito Señor, de ser nuestro sacrificio! ¡Cuánto gozo debiera llenar el corazón de los cristianos, y cuántas expresiones de gratitud debieran escucharse en sus labios [al saber] que por la sangre de Jesús es posible ganar el amor de Dios, ser uno con él!... Al creer en el Hijo, hemos de ser obedientes a todos los mandamientos del Padre y tener vida a través de Jesucristo...
Cristo es nuestra esperanza y nuestro refugio. Su justicia es imputada únicamente al obediente. Aceptémoslo por fe, para que el Padre no encuentre pecado en nosotros.— Review and Herald, 21 de septiembre de 1886.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White