jueves, 11 de julio de 2013

LA BILLETERA PERDIDA SEGUNDA PARTE

Lugar: Senegal
Palabra de Dios: 1 Tesalonicenses 5:15 11

Cuando Katy no encontró su billetera, rápidamente señaló al muchacho que la había saludado antes. Pero, se dio cuenta de que había hecho una acusación falsa. ¿Cómo podría él haber tomado su billetera? ¿Qué pruebas tenía ella de eso?
Justo en ese momento, oyó una voz.
-Katy, ¿qué estás haciendo aquí?
Katy se dio vuelta y miró. Era un hombre que había conocido hacía un par de semanas.
-¿Conociste a mi hermano? -dijo el hombre, señalando al muchacho que Katy acababa de acusar de robar su billetera.
El muchacho no dijo nada de lo que había pasado. En lugar de ello, él y su hermano se ofrecieron para ayudar a Katy a desandar sus pasos.
-Tres pares de ojos ven más que uno -dijeron.
Así que, los tres caminaron de regreso por donde ella había venido, buscando en el suelo la billetera perdida.
Cerca de una hora después, habían llegado hasta el cajero automático del que ella había sacado dinero más temprano. Cuando el guardia de seguridad la vio, le dijo:
-Estaba esperando que volviera. Encontré su billetera en el piso. Pero, los dos hermanos no habían terminado todavía. Sabiendo que Katy estaba cansada, insistieron en ayudarla a terminar sus compras. Katy estaba muy agradecida por su ayuda, y un poco avergonzada de haber juzgado tan rápidamente. El muchacho había devuelto las falsas acusaciones con bondad. Él se había esforzado por ayudarla.
¡Qué buen ejemplo para que nosotros sigamos! 1 Tesalonicenses 5:15 dice: “Asegúrense de que nadie pague mal por mal; más bien, esfuércense siempre por hacer el bien, no sólo entre ustedes sino a todos”.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

ARMANDO EL ROMPECABEZAS DE LA VIDA

Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido que buscara a Dios. Salmo 53:2

¿Has intentado alguna vez ordenar las piezas de un rompecabezas? Sin duda el momento más emocionante es cuando tomas la última y te das cuenta de que encaja perfectamente en el único espacio que queda vacío, mostrándote el cuadro completo. Ese acto representa un premio a tu laboriosidad y dedicación.
Por el contrario, nada más frustrante que no encontrar la última pieza cuando todas las demás están perfectamente acomodadas. La belleza de un cuadro o de una imagen queda reducida a un hueco que no sabemos cómo ni con qué llenar.
Me gustaría comparar la obra de la vida con un rompecabezas de varios miles de piezas que vas colocando día a día, a lo largo de los años. Algunas de las piezas se pueden colocar en forma casi automática, prácticamente sin titubear; no obstante, otras se irán acomodando con el tiempo, a través del ensayo y del error.
El rompecabezas de la vida es diferente para cada persona. El único aspecto común a todos es el anhelo de ver la obra terminada, para así disfrutarla a plenitud.
Lamentablemente, ese es un placer que no todos pueden disfrutar, si es que la pieza más importante está perdida.
Amiga mía, Dios debe ocupar el lugar principal en la obra de tu vida; él es esa “pieza única” que da sentido y significado a todo lo que dices y haces. Es lo que hace que tus planes prosperen, lo que te impulsa a lograr tus objetivos. Si la dejas fuera quedará un hueco en tu vida que nada ni nadie podrá ocupar, pues “el corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen los designios del Señor” (Prov. 19:21).
No dejes que la obra de arte que es tu vida quede inconclusa. Si la pieza más importante para que llegues a ser una mujer satisfecha y realizada está perdida, entonces búscala y colócala en el centro de tu corazón. Cuando lo hayas hecho podrás exclamar: “Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha” (Sal. 16:11).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

CONSAGRACIÓN Y SACRIFICIO – 3

Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración (Hechos 2:42).

Cuando los miembros de la iglesia trajeron todos sus animales a la misión, el presidente les pidió formalmente que confirmaran ante testigos que en realidad querían vender todos sus animales. En una economía donde prácticamente no circula dinero en efectivo, los animales representan los ahorros de toda la vida, el alimento y el transporte de los miembros de la iglesia.
Jannie Bakker, tesorera de la iglesia en el sur de África, contó la historia al equipo de Hope Channel. Dijo que la gente de la Misión había vendido los animales en el mercado y enviado el dinero de la región de Caprivi; y ahora pedían que se les enviara el equipo. Todos los miembros del grupo misionero se conmovieron al escuchar la historia. No hubo un ojo que no se humedeciera mientras Jannie explicaba que aquella región de África era una región extremadamente pobre.
Así, en la noche de apertura de Pentecostés ’98, con la ayuda de un pequeño generador portátil, la campaña de evangelización de Soweto se vio claramente en las amigables colinas de Caprivi. Centenares de visitantes se sentaron en el suelo para escuchar la predicación del evangelista laico Fitz Henry. Uno de los frutos inmediatos fue la experiencia del pastor Elias Swartbooi, pero esa es otra historia.
Los Hechos de los Apóstoles es un libro bíblico que se escribe diariamente de nuevo en la experiencia del pueblo de Dios. Cada día, en alguna parte del mundo, algún miembro de la iglesia mundial da todo lo que tiene para adelantar la obra de Dios. Puede ser que lo que ves a tu alrededor no sea fervor ardiente por terminar la obra de Dios. Quizá lo que acostumbras a ver sea conformismo, una iglesia cómoda, tranquila y feliz. Pero no creas que todo el movimiento adventista es así. La iglesia mundial es demasiado grande para abarcarla incluso con la imaginación. Millones de miembros están ocupados en la terminación de la predicación del evangelio.
Igual que los miembros de la iglesia del día de Pentecostés vendían sus propiedades y sus bienes, así ocurre hoy. No solo los de la región de Caprivi, en África, hacen sacrificios y se consagran a Dios para terminar la tarea. Todo el pueblo de Dios tiene la vista fija en las señales de los tiempos. Todo indica que el fin se acerca. ¡Únete al equipo ahora mismo para terminar nuestra labor!.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

LA FE DE ABRAHAM, PARTE 2

Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. Génesis 22:8.

Al acercarse a la montaña, “habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?”(Gén. 22:7). Estas palabras de cariño, “padre mío”, se clavaron en su corazón lleno de amor, y nuevamente pensó: Oh, si pudiera morir yo, que ya soy viejo, en lugar de Isaac…
Isaac ayudó a su padre a construir el altar. Juntos colocaron la leña y completaron la tarea preparatoria para el sacrificio. Con labios temblorosos y voz vacilante, Abraham reveló a su hijo el mensaje que Dios le había enviado…
Isaac era la víctima, el cordero que sería herido. Si Isaac hubiera querido resistirse a la orden de su padre, podría haberlo hecho, porque ya era un hombre; pero se le había instruido tan bien en el conocimiento de Dios que tenía una fe perfecta en sus promesas y requisitos…
Consoló a su padre asegurándole que Dios le confería un honor al aceptarlo como sacrificio, que en este pedido no veía la ira ni el descontento de Dios, sino indicios especiales de que Dios lo amaba, al requerirle que se consagrara a él en sacrificio.
Guió las manos febriles de su padre a atar los nudos que lo confinaban al altar. Se hablaron las últimas palabras de tierno amor entre padre e hijo, se derramaron las últimas lágrimas de hijo y padre, se dieron el último abrazo, y el padre apretó contra su anciano pecho a su amado hijo por última vez. Su mano se levantó, aferrando firmemente el instrumento de muerte que habría de quitar la vida a Isaac, cuando de pronto su brazo fue detenido… “Alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos” (vers. 13)…
Nuestro Padre celestial sometió a su amado Hijo a las agonías de la crucifixión. Legiones de ángeles presenciaron la humillación y la angustia de alma del Hijo de Dios, pero no se les permitió interponerse, como en el caso de Isaac.
No se escuchó voz alguna que detuviera el sacrificio. El querido Hijo de Dios, el Redentor del mundo, fue insultado, burlado, humillado y torturado hasta que inclinó su rostro en la muerte. ¿Qué prueba mayor puede darnos el Infinito de su amor y misericordia? -Signs of the Times, 1 de abril de 1875.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White