domingo, 13 de diciembre de 2009

TRES REGALOS

Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre (Salmo 107: 1).

Las últimas semanas habían sido de trabajo arduo: responsabilidades en el hogar, en la iglesia, la preparación de un laboratorio infantil, etcétera. Me sentía muy cansada y pensé, solamente pensé, que me habría gustado tener flores en el jardín, pero no sería posible. Mi esposo salió a visitar algunas iglesias y estuvo fuera todo el fin de semana. Cuando volvió me trajo una maceta de lirios de pascua completamente florecidos. Eran una maravilla. Derramé lágrimas de gratitud porque Dios había cumplido un deseo que ni siquiera expresé.
En otra ocasión, al viajar de regreso al lugar de trabajo, después de unas cortas vacaciones en la Ciudad de México, pasamos por el desierto de Samalayuca rumbo a Ciudad Juárez, al norte del país. Al amanecer solo se observaban pequeñas dunas que formaba el viento y el cielo de un azul intenso completamente limpio en aquel mar de arena. De pronto frente a nosotros apareció el espectáculo de un gran cometa que me pareció que tocaba el oriente y el occidente. ¡Qué regalo tan maravilloso nos dio Dios aquel día! Nunca lo olvidaré.
Mi hija recibió también un regalo de esta clase. Mientas regaba el jardín, se le ocurrió lavar las hojas de un pequeño árbol. Al hacerlo, en aquella cascada se reflejó un hermoso arco iris que contempló extasiada, pero su deleite fue mayor cuando un pequeño colibrí se posó debajo del agua para darse un baño. Luego me contó emocionada lo sucedido y sé lo que significó para ella. Sin duda fue un regalo de Dios. En estos tres regalos Dios manifestó su misericordia, y está dispuesto a manifestarla todavía en los detalles de nuestra vida cotidiana. Abre tus ojos y disfruta lo que Dios tiene hoy para ti.

Cristina Valles de Quintero
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

COMO ÉL PERDONÓ

Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Lucas 23:34

Los soldados estaban a punto de enfrentarse a otra batalla con el enemigo. Pero por ese momento, el capellán había vuelto sus pensamientos hacia la Biblia y los últimos momentos antes de que Jesús muriera, en que oró por sus enemigos. Alentó a los hombres que tenía delante para que hicieran lo mismo por las tropas a las que se iban a enfrentar ese día. Esa idea era demasiado grande para un joven soldado. Sacudió la cabeza y dijo: —A usted le resulta fácil decir eso. Las personas que usted ama están todas seguras en la retaguardia, en casa. Usted nunca ha visto a sus amigos partidos por la mitad por un carro de combate ni reventados por una granada de mano. Yo sí. Jamás perdonaré a los enemigos. Los odio de todo corazón. El capellán invitó al soldado furibundo a ir a su tienda. —Quiero contarle la historia de un joven piloto que conocí —empezó—. Durante una batalla aérea, hace más o menos un año, su avión fue derribado. Se lanzó en para-caídas y aterrizó en el agua. Se sumergió para escapar de las balas que se disparaban a su alrededor. Los enemigos esperaron hasta que salió a la superficie en busca de aire y lo mataron. El capellán se acercó a una mesa. —Esta historia es cierta, hijo. Vi cómo sucedía. Esta es la fotografía del piloto. El soldado miró la fotografía y se dio cuenta de que los ojos del joven aviador eran muy parecidos a los del capellán. Cruzando la parte de debajo de la foto se leía: «Para papá, con todo mi cariño». Jesús es nuestro ejemplo en todo. Cuando viva en nuestro corazón seremos capaces de perdonar a nuestros enemigos como él perdonó a los suyos.

Tomado de la matutina El viaje Increíble.

RAZONES PARA CONFIAR EN DIOS

Confía en Jehová, y haz el bien; y habitaras en la tierra y te apacentaras de la verdad. Salmo 37: 3.

¿Confías en Dios en todo momento y circunstancia? ¿Confías en él aunque tarde en responder a tus peticiones? ¿Confía en él aunque responda de una manera 'contraria a lo que esperas?
Conocí a una joven madre de veinticuatro años de edad. Tenía una hermosa bebé. Servía fielmente al Señor junto con su esposo. Era una pareja muy feliz. Un día esa felicidad se vio interrumpida. Después de un examen médico, le diagnosticaron a esta joven esposa un cáncer terminal. Oraron durante varios meses para que el Señor la restableciera, pero, con el correr del tiempo, su cuerpo se iba debilitando más cada vez. Los que la visitaban sabían que la hora de su muerte se aproximaba. Un día vino a visitarla uno de sus amigos, quien le dijo: «Tengo una buena noticia para ti. Puedes ser curada de tu terrible enfermedad. Te aconsejo que visites el centro espiritista. Te aseguro al cien por cien que tu cáncer desaparecerá. Muchas personas que han visitado dicho centro han sanado de sus enfermedades». La respuesta de esta hija de Dios fue: «No iré. Prefiero perder unos cuantos años más de vida en esta tierra que privarme de vivir eternamente con Jesús. Estoy dispuesta a confiar plenamente en él hasta que dé mi último suspiro».
¿Cuáles son las razones que se nos presentan en la Palabra de Dios para confiar firmemente en él en toda circunstancia?
  • Él es absolutamente fiel. El profeta dice: «Grande es tu fidelidad» (Lam. 3:23). ¿Cuándo fue la última vez que Dios se apartó y te dejó solo? Nunca lo ha hecho y nunca lo hará. Independientemente de lo que estés afrontando, Dios conoce cada detalle de tu vida y está contigo para mostrarte cómo resolver cada uno de tus problemas.
  • Él es poderoso. Jesús dijo: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra» (Mat. 28: 18). Henry Thiessen escribió: «Dios puede hacer todo lo que sea su voluntad, pero él no necesariamente hará todas las cosas». El Dios omnipotente es una fuente de consuelo y esperanza para el cristiano.
  • Él te ama incondicionalmente. «Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado» (Juan 15: 9). Dios nunca ha dejado de amarte, ni cuando te portas mal. Es precisamente la seguridad de su amor lo que te aparta del pecado.

Gózate hoy, cualquiera sean las circunstancias que enfrentes. Confía plenamente, porque tu Dios es fiel, poderoso, y te ama con amor eterno.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.