viernes, 31 de agosto de 2012

MONTES QUE SE DERRITEN


«Debajo de sus pies se fundirán los montes como cera puesta al fuego, y los valles se abrirán en dos como cortados por las aguas de un torrente» (Miqueas 1:4).

¿Te has fijado cómo las velas de cumpleaños se derriten después de que las encienden? Casi siempre hay que soplarlas rápido antes de que la parte de arriba del pastel se llene de cera. A pesar de que la llama es pequeña, la cera gotea como agua. Simplemente no aguanta el calor
¿Qué crees que quiere decir el versículo de hoy cuando afirma que «se fundirán los montes como cera puesta al fuego, y los valles se abrirán en dos»? ¿Sabes de quién son los pies de los que está hablando el versículo? Por supuesto que son los pies de Dios. Suena un poco impresionante, ¿verdad?
Lo que he aprendido de este versículo, y de otros versículos similares que he leído en la Palabra de Dios, es que nuestro Padre celestial es alguien a quien debemos tener respeto, pues es muy poderoso. Eso es bueno, porque significa que él puede hacerse cargo de cualquier problema que yo pueda tener Yo sé que él puede protegerme de Satanás. También sé que me ama mucho. Me alegra que él pueda derretir montes como si fueran de cera porque eso significa que puedo confiar en su cuidado y protección.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

MIOPÍA ESPIRITUAL


¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? (Mateo 7:3).

Un hombre que padecía un serio problema de miopía se consideraba un experto en la evaluación de obras de arte. Un día visitó una galería con su esposa y unos amigos. Debido a que había olvidado los lentes en su casa, no podía ver las pinturas con mucha claridad. Pero eso no le impidió expresar sus opiniones. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, no dudó en criticarlo, y con cierto aire de superioridad dijo entre otras cosas que el sujeto estaba vestido de forma ordinaria y andrajosa. Luego continuó con sus comentarios despectivos hasta que su esposa logró llegar hasta él y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: «Querido, estás frente a un espejo».
La psicología nos dice que la proyección es un mecanismo de defensa que consiste en atribuir nuestras propias faltas a los demás; es algo común en nuestros días. El Señor nos invita a ungir nuestros ojos con colirio para que nos demos cuenta de nuestra verdadera condición espiritual. Una vez que lo hagamos, el Espíritu Santo nos motivará a quitar primero la viga de nuestros ojos antes que señalar a nuestros prójimos para que realicen cambios en sus vidas.
Observemos lo que dice la sierva de Dios al respecto: «Si los hombres desean colocarse donde Dios pueda usarlos, no deben criticar a los demás para poner de relieve sus defectos. Esto constituye la tentación especial de Satanás por medio de la cual se esfuerza por estorbar la obra» (El evangelismo, p. 460).
«No debemos dar ocasión para criticar. Un momento de impaciencia, una simple respuesta áspera, la carencia de amabilidad y cortesía cristianas en algunas cosas pequeñas, pueden dar por resultado la pérdida de amigos, la perdida de la influencia. Dios desea que os presentéis lo mejor posible bajo todas las circunstancias: en presencia de aquellos que son subalternos como también en la presencia de vuestros iguales y superiores» (En los lugares celestiales, p. 232).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Hilda de Farfán

LO MEJOR DE LO MEJOR


Por fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio mejor que el que ofreció Caín. Hebreos 11:4

Si uno mira a simple vista las respuestas de Caín y Abel a la orden de Dios de traerle una ofrenda, parecieran tener más semejanzas que diferencias. Los dos construyeron un altar. Los dos trajeron una ofrenda. Los dos la ofrecieron a Dios. ¿Por qué entonces nos dice la Biblia que «el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda» (Gen. 4:4)?
Para contestar esta pregunta es necesario que en primer lugar respondamos otras dos. La primera: ¿Cuál fue la ofrenda de Abel y cuál la de Caín? Abel ofrendó al Señor las mejores crías de sus ovejas. Caín, por su parte, presentó el producto de su cosecha (ver Gen. 4:3-4).  La segunda: ¿Habían sido informados estos hermanos del sistema de sacrificios, y, más específicamente, de la sangre que Jesús, el Cordero de Dios, derramaría para salvarnos?
El libro Patriarcas y profetas nos dice que tanto Caín como Abel «conocían el medio provisto para salvar al hombre, y entendían el sistema de ofrendas que Dios había ordenado» (p. 51). Ahora bien, si Caín sabía que solo la sangre de un animal inocente podía simbolizar al Salvador prometido, ¿por qué ofrendó los frutos de su cosecha? Porque «prefirió depender de sí mismo» (p. 52), del fruto de sus esfuerzos. Y esto Dios no lo podía aceptar. Porque no hay nada que podamos ofrecer para ganarnos la salvación.
Sin embargo, aún hay algo más. Resulta que Abel no solo trajo el tipo de ofrenda que Dios le había ordenado, sino que también ofreció lo mejor de su rebaño. Pudo haber ofrendado lo bueno, pero decidió darle a Dios lo mejor. Con razón dice la Escritura que aunque Abel está muerto, sigue hablando por medio de su fe (ver Heb. 11:4).
¡Qué curioso! La Biblia no registra ni una sola palabra dicha por Abel, pero por su ejemplo nos recuerda que solo los méritos de Cristo nos pueden salvar. Y nos recuerda que Dios merece siempre lo mejor.
No esperes a llegar a viejo para dar a Dios lo mejor de tu vida. Dale tus mejores años. Tus mejores talentos. Tus mejores energías. A fin de cuentas, al ofrecer a Jesús, ¿no dio el cielo lo mejor para salvarnos?
Te ofrezco, Señor, lo mejor de mi vida.  Ayúdame a mantener esta decisión mientras viva.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

ME LEVANTARÉ


«¡Mirad por vosotros mismos! Si tu hermano peca contra ti, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", perdónalo» (Lucas 17:3,4).

En una región remota de Canadá hay un pueblo que, durante cierto tiempo, estuvo aislado. Un día abrieron un camino de tierra para llegar hasta él. Ese pequeño pueblo ahora tiene un camino de entrada y salida. Si alguien llega a ese pueblo, solo tiene una manera de salir de él: dando la vuelta. Esa es la definición de arrepentimiento: darse la vuelta y andar en la dirección opuesta.
Todos nosotros hemos nacido en un pueblo que se llama Pecado y solo hay una manera de salir de él: el camino que construyó Dios. Hasta que Dios no intervino, no había manera de abandonarlo. Ese camino es su Hijo. Jesús dijo: «Yo soy el camino» (Juan 14:6). La Biblia llama arrepentimiento a la decisión de tomar el camino que nos llevará fuera del pueblo del Pecado.
Mientras todavía estaba en un país lejano, el hijo pródigo tomó la decisión: «Me levantaré e iré a mi padre». No se limitó a decirlo, lo hizo: «Entonces se levantó y fue a su padre». La decisión de regresar a casa era buena, pero su vida solo empezó a cambiar cuando se puso en marcha.
Mientras el joven perdido todavía iba de regreso a casa, su padre salió a buscarlo. No dice que el hijo pródigo viera a su padre, sino que fue este quien lo vio a él. Los ojos de la misericordia son más rápidos que los ojos del arrepentimiento. Los ojos de nuestra fe son débiles comparados con los ojos del amor de Dios. El ve al pecador mucho antes de que el pecador lo vea a él.
Allí estaba el hijo, dispuesto a confesar su pecado. Cuanto más ansiamos confesar nuestro pecado, tanto más desea Dios perdonarnos. Tan pronto como reconocemos nuestros pecados, Dios se afana en borrarlos del libro. Eliminará cualquier pecado que, de corazón, reconozcamos y confesemos ante él. Para él no hay pecado demasiado grande o demasiado pequeño que no pueda perdonar. Basado en Lucas 15:11-32.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

jueves, 30 de agosto de 2012

¡NECESITO AGUA, POR FAVOR!


«Cuando el sol salió, Dios dispuso que soplara un viento caliente del este, y como el sol le daba ojonas directamente en la cabeza, él sintió que se desmayaba, y quería morirse. "Más me vale morir que seguir viviendo", decía» (Jonás 4:8).

Cuando Dios envió ese viento caliente del este, más el sol que le daba directamente sobre la cabeza, Jonás sintió tanta sed que pensó que iba a morirse. Qué cosa tan simple pero tan maravillosa es el agua. Esta ha estado presente en casi todos los lugares que hemos visitado este año. Pero piensa un momento qué pasaría si no pudieras encontrarla.
Bueno, no podrías lavar tu ropa, no podrías bañarte, no podrías bebería. Espera, todos podríamos vivir sin lavar nuestra ropa, e incluso sin bañarnos (aunque nadie querría estar cerca de ti) pero si dejamos de tomar agua durante unos cuatro o cinco días con seguridad moriremos. Simplemente no podemos vivir sin ella.
Nosotros tampoco podemos vivir sin Dios. Él es nuestro Salvador, y eso significa que gracias a él podemos evitar la muerte eterna. Cuando él regrese a esta tierra yo quiero irme con él al cié o. ¿Y tú? Pero para poder lograrlo debemos estar de su lado. ¡Ponte hoy del lado de Dios y toma abundantemente de su «agua de vida»!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EL PODER DE UNA PALABRA


Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra y mi criado sanará (Mateo 8:8).

Un sábado, tras una semana de muchos contratiempos, llegué a la iglesia y me senté en una clase de Escuela Sabática que no era la mía habitual, con el fin de pasar desapercibida. Sin embargo, me sorprendió que la maestra de aquella clase estuviera hablando precisamente sobre el efecto que pueden tener nuestras palabras. Luego invitó a los presentes a participar en la discusión. De repente, una hermana se levantó, me miró y dijo: «Yo tomé mi decisión de bautizarme al escucharte decir "brilla para Jesús"».
¡Qué impresión me causaron aquellas palabras, precisamente en el momento en que yo las necesitaba! Por un instante olvidé mis preocupaciones y tristezas. Puse a un lado el recuerdo de la «terrible semana» que había tenido, y sentí el bálsamo de la reconfortante voz de aquella hermana. Ella me hizo recordar que Jesús me había utilizado y que en ese momento Jesús estaba junto a mí iluminando mi vida. Sentí que no me encontraba sola con mis dificultades.
Una sencilla palabra puede tener una influencia positiva o una negativa para quien la escucha. Todo eso me lleva a pensar en la maravillosa oportunidad que tenemos de proferir palabras amables, de vida, de esperanza, de ánimo. ¡Qué sorpresa recibiremos al llegar a la eternidad y darnos cuenta de que unas sencillas palabras contribuyeron a la salvación de alguien!
«Ojalá nos comprometiéramos en nuestros corazones a no pronunciar una sola palabra contra un hermano o una hermana. Recordad que ellos también son tentados, y quizá con más fuerza que vosotros, y si refrenáis vuestra lengua como con un freno, entonces demostraréis que unáis a Dios. [...] Los que están verdaderamente más descarriados, tienen la más grande necesidad de vuestra ayuda. No murmuréis respecto a ellos ni señaléis sus defectos, sino acercaos a ellos en el amor de Jesús y en el señor de la verdad y procurad ayudarlos» (En los lugares celetiales, p. 291).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Anónimo

¿QUÉ VENDE REALMENTE LA PUBLICIDAD? – 2.


¡Bendito sea el Señor! ¡Cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación! Salmo 68:19, RV95

La publicidad vende un estilo de vida, una manera de pensar y de actuar que, en muchas ocasiones, un verdadero cristiano no puede aceptar por lo menos por dos razones.
La primera razón se refiere a los promesas de los anuncios publicitarios. Con tal de vender, la publicidad promete satisfacer tus necesidades físicas (sed, hambre, descanso...) y psicológicas (aprobación, afecto, aceptación, superación personal...). Estas necesidades, debo decirte, no fueron inventadas por la publicidad. Fue Dios quien las creó. El nos diseñó de modo que tuviéramos necesidades físicas; y también para recibir afecto, para sentir el deseo de superarnos, etc. El problema con los anuncios publicitarios se presenta cuando prometen suplir esas necesidades básicas en tu vida si compras tal o cual producto, como muestran los siguientes ejemplos, citados por Michael Hanna y James Gibson (Public Speakingfor Personal Success [Cómo hablar en público para tener éxito personal], pp. 324-327):
— «Te sentirás seguro si compras... (la promesa de suplir tu necesidad de seguridad).
— «Muestra tu potencial como líder. Compra...» (el desarrollo personal). 
— «Para gente de éxito hemos creado...» (la superación).
Lo cierto del caso es que para suplir estas y otras necesidades psicológicas no tienes que comprar ese producto, ni ningún otro en particular. Porque el mismo Dios que puso en nuestro ser esas necesidades también proveyó la forma de satisfacerlas: por medio de relaciones significativas con él y con nuestros semejantes.
La segunda razón tiene que ver con los mensajes de los anuncios, pues algunos están claramente reñidos con los valores cristianos, como lo muestra Joe Wheleer en La tiranía del control remoto (pp. 79-81):
— Tu valor como persona depende del consumo de productos.
— Todos los problemas tienen solución rápida, con la ayuda de algún recurso técnico.
— Los alimentos de mala calidad son mejores que una dieta sana y nutritiva.
— El sexo casual es mucho más importante que el auténtico compromiso.
Por más que los anuncios publicitarios se empeñen en convencerte de que ofrecen cuanto necesitas, la realidad es que solo Dios, tu Creador, puede suplir tus necesidades más profundas, cumplir tus sueños y darte vida abundante. Todo lo demás es... ¡puro cuento!
Querido Padre celestial, hoy quiero apoyarme en ti para satisfacer mis necesidades personales más profundas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

EL AMOR DE DIOS POR LOS PECADORES


«Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello y lo besó» (Lucas 15:20).

Según un médico, un estudio descubrió que el absentismo laboral por enfermedad en los que cada mañana besan a su esposa es menor que en los que no la besan. También sufren menos accidentes de automóvil cuando van de camino al trabajo. Su sueldo es entre un 20 y un 30% superior y viven alrededor de cinco años más que aquellas parejas que ni siquiera se acarician la mejilla.
La razón, dice el doctor, es que los besucones empiezan el día con una actitud positiva. Un beso significa una especie de sello de aprobación; por lo que se cree que los que, por las razones que sean, no lo reciben cruzan la puerta con una cierta sensación de malestar consigo mismos. Tanto si usted da crédito a este estudio, como si no, un beso de despedida cada mañana no le hará daño.
Uno de los más tiernos y conmovedores besos que registra la Biblia es el beso que el padre dio a su hijo pródigo cuando este regresó a casa. La parábola se registra en Lucas 15. En el versículo 20 leemos: «Entonces se levantó y fue a su padre.  Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello y lo besó». Ese beso era el sello de la aprobación del padre, la evidencia de que lo amaba. 
¿Acaso duda de que Dios lo ama tanto como el padre de la parábola amaba a su hijo? ¿Acaso no lo despertó esta mañana? ¿Acaso no escuchó el canto de un pájaro y vio un árbol cargado de hojas verdes? ¿Acaso de noche no ve las estrellas y de día no siente los cálidos rayos del sol? ¿Todavía necesita más pruebas? Si es así, contemple las últimas escenas de la vida de Cristo en la tierra.
Cierto monje medieval anunció que iba a predicar sobre «El amor de Dios».  Cuando cayeron las sombras y la luz dejó de entrar por los ventanales de la catedral la congregación se reunió. En la oscuridad del presbiterio, el monje encendió un cirio y lo llevó al crucifijo. Primero iluminó la corona de espinas, luego las dos manos heridas y finalmente la herida en el costado causada por la lanza. En medio del profundo silencio de la congregación, apagó el cirio y abandonó el lugar. No había nada más que decir. Basado en Lucas 15:11-32

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

miércoles, 29 de agosto de 2012

UN GUSANO HAMBRIENTO


«Pero al amanecer del día siguiente Dios dispuso que un gusano la hiriera, y la planta se marchitó» (Jonás 4: 7, NVI).

Pobre Jonás. Acerquémonos a él y veamos por qué está tan molesto. Al parecer predicó en Nínive y el pueblo aceptó al Dios del cielo como su Dios. ¿Por qué está tan molesto entonces? Bueno, te cuento que Jonás opinaba que esa gente malvada debía morir; y creyó que Dios los destruiría. ¡Él había pasado tres días dentro de un pez, y esta gente se salvaría! Le parecía injusto. Estaba dominado por la ira y solo pensaba en sí mismo. 
El egoísmo puede ser como ese pequeño gusano y «comernos» hasta marchitarnos. No le hacemos ningún bien a nadie si solo pensamos en nosotros mismos. Dios quiere que nos ocupemos de los demás. Él quiere que nos alegremos cuando otros cambian para bien.
Jesús murió para que todos pudiéramos ir al cielo, incluyéndote a ti, a mí y a todos lo que hacen cosas malas. No dejes que el egoísmo te carcoma por dentro como ese pequeño gusano se comió la planta bajo la cual se sentaba Jonás. Vive para Jesús y sé una fuente de amor para todos los que te rodean.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

USADA POR DIOS


Esta es tu confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. (1 Juan 5:14)

Al llegar como pastores a nuestra primera congregación le pregunté a Dios: «¿Qué quieres hacer de mí y cómo piensas usarme?». Me abrumaba pensar que necesitaba ser muy talentosa con el fin de poder servirle. Pero pronto aprendí que es Cristo quien reparte los dones. A través de una experiencia Dios me llenó de paz y me enseñó que lo más importante es actuar en forma natural, permitiendo que él nos utilice como un instrumento en sus manos.
En aquella iglesia me invitaron a predicar un sábado. Dudé si debía aceptar o no, pensando que no sería capaz de hacerlo. Recordé una frase de mi padre: «Predicar un sermón es algo sublime y santo que, sin el poder de Dios, no pasa de ser una simple charla». Entonces comencé a preparar un tema con alguna inquietud. Oré al Señor y él me ayudó. Me sentí bendecida por haber predicado aquel día.
Una semana después, se me acercó una dama y me dijo: «Hermana, yo he asistido a esta iglesia durante años y he escuchado muchos sermones. Sin embargo, no le había entregado mi vida a Cristo. Quiero que sepa que el mensaje que usted presentó me llegó al corazón. Era lo que yo necesitaba escuchar y he decidido bautizarme».
La siguiente semana, mi esposo hizo un llamado a la conclusión de una ceremonia bautismal. Aquella hermana se puso en pie ¡y pidió ser bautizada en aquel mismo momento! Uno de los ancianos de la iglesia dio fe de su preparación y le tomó el voto bautismal. En pocos minutos ella descendió a las aguas.
¿Has pensado que quizá no eres útil para el servicio de Dios? Él te capacitará porque nos necesita a todas. «Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís» (Col. 3:23-24).
Pidámosle hoy a Dios que nos use. Es lo mejor que podemos hacer con el fin de crecer en la fe y el conocimiento del Señor.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Margarita Calixto Pertuz

¿QUÉ VENDE REALMENTE LA PUBLICIDAD? – 1.


El alimento sólido es para los adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de percepción espiritual. Hebreos 5:14 NVI.

¿Podrías imaginar a un mundo sin anuncios comerciales? No es fácil, porque has crecido bajo el incesante bombardeo de la publicidad. Nadie duda de que la publicidad comercial informa. Nos advierte de un sinnúmero de productos y servicios que están a nuestra disposición. Pero no se invierte tanto dinero solo para informar. El fin supremo es vender: desde un desodorante hasta un candidato político. Esto, por supuesto, no es malo. El problema se presenta cuando nos intentan vender, más que un producto, un estilo de vida.
Robert DeMoss, que analizó con detenimiento el tema, opina que este último objetivo es perseguido por medio de lo que él llama «las cinco grandes mentiras de la publicidad» (Learn to discem, pp. 103,104):
  • Mentira n° 1: «Lo más importante en la vida es la posesión de bienes». Es decir, según lo que tienes, eso es lo que vales. Eso es materialismo, la filosofía del mundo que vende la idea de que nuestro valor como personas depende, no de lo que somos, sino de cuánto tenemos.
  • Mentira n" 2: «Vive el momento, es todo lo que tienes». Esto se llama existencialismo, la creencia de que no hay nada más allá del aquí y el ahora.
  • Mentira n" 3: «Lo más importante en la vida eres tú». Es verdad que eres importante y también maravilloso, por ser hijo de Dios, pero el mundo no gira en torno a ti. Los demás también cuentan.
  • Mentira n° 4: «La vida es una sola; por lo tanto, gózala». O sea, busquemos el placer solo por el placer. El problema con esta filosofía es que esta vida no es la única, y el placer no es lo más importante.
  • Mentirán" 5: «Dios no es importante». Esto es secularismo. Si Dios no cuenta, entonces la vida no tiene sentido, ni tampoco hay base para la esperanza.

¿Cómo puedes combatir estas mentiras? Al equipar tus sentidos para detectarlas, aun cuando vengan «empaquetadas» de la manera más atractiva. Y sobre todo, al no permitir que destronen a Dios del primer lugar en tu vida.
Padre bueno, capacítame para reconocer el mal y evitarlo, no importa cuan atractivo se me presente.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

SE ALEGRARÁ POR USTED


«El gozo de Jehová es vuestra fuerza» (Nehemías 8:10).

Cuando leemos la parábola de la oveja perdida, una de las sensaciones más atractivas que distinguimos es la profunda alegría que el pastor experimenta al encontrar a la oveja. Aquel hombre que había perdido una oveja ahora está lleno de gozo por una única razón: la ha encontrado. Mientras que antes era el objeto de su preocupación, ahora es el objeto de su alegría. «Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso» (Luc. 15:5).
Si alguien le dice: «Pastor, pesada es la carga para ti...», alegre, responde: «Estoy contento de llevarla a hombros». Cuando encontró al hijo extraviado, la madre no dijo: «Es una carga dura de llevar». Al contrario, lo abrazó de todo corazón. No le importó si era o no pesada, para ella era una carga preciosa. Se sentía feliz de volverla a Cargar.
¿Recuerda el texto: «El cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, [...] se sentó a la diestra del trono de Dios»  (Heb. 12:2)? Cuando Cristo cargó con nuestros pecados, lo embargo una gran tristeza; pero, cuando vio que habíamos sido salvados de nuestra condición perdida, lo invadió un gozo aún mayor. Dijo para sí: «Los he cargado a hombros y ahora nadie puede hacerles daño y tampoco pueden alejarse de mí. Cargo con el castigo de su pecado para que ellos no tengan que cargar con él nunca más. Soy su sustituto. Cargo con la justa ira de mi Padre para que ellos no tengan que hacerlo jamás».
Estimado lector, salvarlo a usted fue para Jesús una gran alegría. Aunque estaba feliz con el Padre, disfrutando de la adoración de los ángeles, quiso tomar sobre sí nuestra naturaleza y sufrir en nuestro lugar para traernos de vuelta a la santidad y a Dios.
Ese día el pastor solo tenía una alegría: había encontrado su oveja. Así mismo, el peso del animal sobre sus hombros aligeró su corazón; porque sabía que el objeto de sus preocupaciones estaba a salvo de manera incuestionable. Usted también está a salvo en los brazos de Jesús. Basado en Lucas 15: 4-7

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

martes, 28 de agosto de 2012

¡UN GIGANTE BUENO!


«Entre tanto, el Señor había dispuesto un enorme pez para que se tragara a Jonás. Y Jonás pasó tres días y tres noches dentro del pez» (Jonás 1:17).

¿Te imaginas cómo sería ser tragado por un gran pez? La Biblia no especifica qué clase de pez fue, pero hay algunos peces en el océano lo suficientemente grandes como para tragarse a una persona.  Uno de ellos es el tiburón ballena.
Los tiburones ballena pueden crecer hasta 18 metros de largo. ¡Son inmensos! Pero a pesar de su tamaño son criaturas mansas. Una persona puede montarse sobre ellos y dar un paseo sin que el señor tiburón ballena se moleste. Por muy grandes y fuertes que parezcan, los tiburones ballena se alimentan solo de animales pequeños. De hecho, los animales que comen son tan pequeños que ni siquiera podemos verlos. Si lo que se tragó a Jonás fue un tiburón ballena, tal vez lo vomitó porque era demasiado grande.
Dios quiere que tú seas fuerte y manso como el tiburón ballena. Fuerte para él y manso ante aquellos que pudieran ofenderte. Él quiere que busques maneras de ayudar a quienes lo necesitan a tu alrededor Él quiere que seas bondadoso. Sé cómo el tiburón ballena. ¡Sé un gigante bueno!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

¿QUIEN ES TU DIOS?



Andad y clamad a los dioses que habéis elegido, que ellos os libren en el tiempo  vuestra aflicción. (Jueces 10:14).

Estas palabras se las dirigió Dios al pueblo de Israel, reprochándole su adoración a los dioses de las naciones vecinas. Sencillamente lo habían dejado, y esto hizo que la ira del Señor se encendiera, y los entregara en manos de los filisteos y de los amonitas.
Al verse bajo la opresión extranjera acudieron a Jehová, reconociendo su pecado por haberse alejado de él para seguir a otras deidades. Dios aprovechó la ocasión para recordarles la forma en que habían sido oprimidos en otras tantas ocasiones, mencionando que él los escuchaba cada vez que clamaban a él.
Pero esta vez no sería igual y les dijo: «Pero vosotros me habéis dejado y habéis servido a dioses ajenos; por tanto, yo no os libraré más. Andad y clamad a los dioses que habéis elegido; que ellos os libren en el tiempo de vuestra aflicción» (Jue. 10:13-14).
Qué terrible sería que hoy Dios nos dijera eso mismo. Sería una muestra de que lo hemos dejado, de que ya no le servimos y de que únicamente nos acordamos de él si nos sentimos oprimidos como resultado de seguir a «otros dioses».
¿Te has preguntado por qué en la hora de la aflicción los israelitas no clamaban a aquellos dioses a quienes seguían? ¿Por qué iban detrás de ellos si no podían recibir su ayuda cuando la necesitaban? ¿Qué los motivaba a adorar a aquellas deidades? Quizá lo hacían porque era fácil prestarles una adoración externa y porque no requerían que sus seguidores los conocieran, ni que se esforzaran por cumplir su voluntad. Eran dioses que no requerían actos de servicio y a los que se podía rendir un culto fácil y superficial: Lo cierto es que aquellos dioses no podían librarlos de sus aflicciones, del quebranto o de la opresión, eran dioses sin vida, fabricados por manos de hombres. Imágenes que no tenían influencia, y que no podían librarlos de la aflicción.
Ojala que nunca tengamos que escuchar de parte del Señor las palabras: «Anda y clama a los dioses que has elegido». Propongámonos seguir y amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Isabel Salinas de Martín

TU EQUIPO DE ENSUEÑO


¿Acaso puede un ciego servir de guía a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo? Lucas 6:39

Esta es la historia de una ancianita que trataba de cruzar la calle por una intersección, pero no podía lograrlo porque la señal de cruce para peatones no estaba funcionando. Entonces un hombre se le acercó.
—¿Puedo cruzar con usted?
—¡Por supuesto! —respondió la anciana, mientras se apoyaba en el brazo del extraño.
Así comenzaron a cruzar la calle. Al instante se escuchó el sonido de las bocinas, varios conductores tuvieron que maniobrar para no atropellar a la pareja. Y no faltaron los conductores que les recordaron sus familiares más cercanos. Cuando milagrosamente lograron llegar a la otra esquina, la ancianita exclamó:
—¡Por culpa suya casi nos matan!
—¿Culpa mía? —respondió el hombre—. ¿No se fijó que soy ciego? ¡Por eso le pregunté si podía cruzar con usted! (adaptado de Glenn Van Ekeren, The Speaker 's -Sourcebook [El manual de recursos del orador], p. 185).
Ya lo dijo el Señor Jesús: cuando «un ciego guía a otro ciego», los dos caen en el hoyo. Esto es lo que te puede ocurrir si no seleccionas bien a tus amistades.
Según Josh McDowell, hay tres clases de amigos:
1. Amigos casuales. Personas con quienes te asocias ocasionalmente. Por ejemplo, pertenecen a tu misma clase en el colegio, asisten a tu iglesia, o de vez en cuando integran tu equipo para jugar un partido de fútbol.
2. Amigos cercanos. Personas a quienes incluyes en tu grupo de estudio, con quienes a veces sales de paseo, y con quienes te sientes bien.
3. Amigos selectos. Este es un grupo especial, tu dream team (equipo soñado). Sus integrantes forman parte de tu mundo personal: conocen tus sueños, tus temores, tus gustos. Con ellos compartes aun tus secretos (One Year Book ofYouth Devotions [Libro anual de devociones para jóvenes], p. 6).
Escoge bien a las personas que integrarán tu grupo selecto porque, sea que te des cuenta o no, estas amistades ejercerán una influencia enorme en ti. En gran medida van a marcar tu vida, para bien o para mal. Como bien dijo el sabio Salomón, así como hay amigos que llevan a la perdición, también hay amigos más cercanos que un hermano (Prov. 18: 24, RV2000).
Rodéate de amigos que te ayuden a desarrollar lo mejor que hay en ti.
Dios mío, dame sabiduría para escoger la clase de amigos que me ayuden a ser mejor persona.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

ÉL LO LLEVARÁ


«En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su demencia los redimió, los trajo y los levantó todos los días de la antigüedad» (Isaías 63:9).

Tras levantar la oveja que se había extraviado y cargarla a hombros, el pastor adoptó un nuevo papel. Ahora él servía a la oveja en lugar de servirse de ella. A nadie, por mucho que le gusten las ovejas, se le ocurriría tener un rebaño de ovejas con el solo propósito de servirlas. En todo caso, es al revés. El pastor cuida las ovejas para que lo sirvan proveyéndole lana, carne y leche. De hecho, la riqueza de un pastor se determina por el número de ovejas que posee. Si lo sirven bien, no tarda en enriquecerse. Si enferman o se retrasan en el crecimiento, lo sirven mal.
Pero en la parábola, el peso de la oveja recae sobre el pastor. Ahora la oveja va descansada y el pastor soporta la carga. La oveja descansa mientras el pastor trabaja. Jesús dijo: «Yo estoy entre vosotros como el que sirve» (Luc. 22:27). «Hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Fil. 2:8). En la cruz cargó con el peso de nuestros pecados. «Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros» (Isa. 53:6). Nos cuesta pensar que el Hijo de Dios se hiciera subordinado de los hijos de los hombres. El Creador del cielo y la tierra llevó sobre sus hombros el peso de los pecadores.
Al llevarla en hombros, el pastor hace un acto de misericordia. Probablemente, la oveja no podía caminar; por eso, amablemente, la lleva sobre sus hombros de vuelta al redil. ¡Qué bendición saber que vamos a hombros del Señor Jesucristo! «El amado de Jehová habitará confiado cerca de él; lo cubrirá siempre, y entre sus hombros morará» (Deut. 33:12).
Cristo nos dice: «Yo, el que hice, yo os llevaré, os sostendré y os guardaré» (Isa. 46:4). No tenemos que tener miedo de tropezar y mucho menos de caer.  Los pies del Pastor van por el camino con paso seguro. Ningún peligro debiera hacernos temer porque él puede llevarnos a hombros hasta su casa en el cielo. Basado en Lucas 15:4-7

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

lunes, 27 de agosto de 2012

¡ELÉVATE CADA VEZ MÁS ALTO!


«Pero aunque vueles a lo alto como águila, y tu nido esté puesto en las estrellas, de allí te arrojaré —afirma el Señor» (Abdías 1:4, NVI).

En nuestra exploración de hoy estamos viendo un águila en pleno vuelo. Parece que vuela en círculos y se eleva cada vez más. Se ve tan ligera como si estuviera flotando. Es como si desobedeciera las leyes de la gravedad. ¿Por qué crees que el águila se eleva cuando vuela?
La razón no la podemos ven ¿Sabes por qué? Porque es a causa del aire. Así como lo oyes, el águila se eleva gracias al aire caliente. Ya hablamos anteriormente de que el aire caliente sube. Cuando hay una columna de aire caliente ascendiendo al cielo, el águila solo se coloca encima de ella, la aprovecha y se eleva. ¡Qué divertido debe de ser poder hacer eso!
Cada vez que sonríes la gente que te rodea tal vez se pregunta qué te hace tan feliz. Te voy a nombrar algunas de las razones por las que podemos estar felices. Jesús dio su vida para salvarnos. En este momento él está construyendo una mansión para ti y algún día vendrá sobre una nube para llevarte al cielo a vivir con él. Estas son verdaderas razones para estar feliz. Así como el aire caliente eleva al águila hasta el cielo, tú también puedes «elevarte» de felicidad al saber que el Rey del universo te ama.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

LA EDUCACIÓN INTEGRAL


Y vosotros, padres no provoquéis ira vuestros, sino criadlos en disciplina y amonesta del Señor (Efesios 6:4).

Muchos expertos en Pedagogía y Psicología infantil opinan que el concepto que el niño tiene de sí mismo, y la forma en que reacciona frente a determinadas situaciones dependen en gran manera de la actitud que los mayores, y especialmente los padres, tengan con respecto a ellos. Por lo general, como padres, no nos damos cuenta de que en la mayoría de los casos, actuamos como espejos para nuestros hijos.
—Oh, querida, mírate la cara sucia en el espejo, —le dijo la mamá a una niña de cuatro años que jugaba despreocupadamente en la cocina.
—No puedo, —contestó la niña.
Su breve respuesta fue la misma que daría una persona que se encontraba muy ocupada en algo de gran importancia. La niña no se podía ver la cara. Tampoco necesitaba hacerlo: su madre era su espejo. Siempre le decía cómo estaba.
Si deseamos que nuestros hijos tengan un buen concepto de sí mismos, debemos ser cuidadosos de la imagen que de ellos proyectamos en el «espejo», y además de las palabras con que los etiquetamos: «No seas dormilón», «Eres medio tonto», «Vas a ser tan malo como tu tío», «Nunca haces nada bien». ¡Cuidado!
«Hermana mía, Cristo le ha encomendado la obra sagrada de enseñar sus mandamientos a sus hijos. A fin de capacitarse para esta obra, usted misma debe vivir en obediencia a todos sus preceptos. Cultive el hábito de observar cuidadosamente cada palabra y acción. Cuide con mucha diligencia sus palabras. Venza todo arranque temperamental; porque si manifiesta impaciencia, ayudará al adversario a hacer que la vida del hogar sea desagradable para sus hijos» (Conducción del niño, cap. 8, p. 68).
En vista de la responsabilidad de las madres, cada mujer debería desarrollar una mente equilibrada y un carácter puro, que reflejen únicamente la verdad, el bien la hermosura. La voz áspera, los castigos corporales y la impaciencia, rebajan la autoestima del niño. Lo hacen sentirse como un ser incapaz de hacer algo por sí mismo. Nos ha sido confiada una hermosa, pero difícil tarea. No permitamos que las actitudes negativas y la frustración se reflejen en el espejo de sus rostros.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Guillermina de Hernández 

MI «SALÓN DE LA FAMA»


A los fieles guarda Jehová. Salmo 31:23, RV95

En mi «Salón de la Fama de la Biblia», ocupan un lugar de honor varios héroes juveniles: José, Daniel y sus tres amigos, Ananías, Misael y Azarías. ¿Por qué merecen esa distinción? Pensemos por un momento en algunos de los relatos bíblicos donde ellos desempeñan papeles protagónicos:

  1. José rechaza el acoso sexual de la esposa de Potifar, su jefe egipcio.
  2. Daniel y sus tres amigos hebreos rehusan comer alimentos impuros en la corte babilónica.
  3. Ananías, Misael y Azarías se niegan a arrodillarse ante la estatua de oro que erigió Nabucodonosor.

Lo primero que salta a la vista es que, en cada caso, estos jóvenes enfrentaron pruebas donde claramente llevaban todas las de perder: eran minoría, eran extranjeros y eran jóvenes inexpertos, que luchaban contra poderosas fuerzas que con solo una palabra podían aniquilarlos.
Lo segundo que llama la atención es que, al estar lejos de familiares y amigos, podían haber razonado que nadie se enteraría si hacían algo malo una sola vez. ¡Y sobraban las «razones» para justificar una conducta inapropiada! ¿No enfrentaban el peligro de muerte? ¿Qué utilidad podrían brindar a Dios en el cementerio, o en la cárcel? ¿Y qué de malo tendría hacer cosas que, a fin de cuentas, todo el mundo hacía!
Sin embargo, ninguna de estas excusas prevaleció. Los padres de estos jóvenes les habían enseñado: (1) el respeto a los principios de la Palabra de Dios; (2) el cuidado de su cuerpo y su mente; y (3) la responsabilidad por sus actos ante Dios, de quien eran representantes (La educación, p. 52). Pero cuando llegó el momento de la prueba, cuando nadie más podía decidir por ellos, resolvieron ser fieles a las lecciones aprendidas durante su niñez.
¿Por qué, entonces, tuvieron éxito? Porque decidieron hacer lo correcto y porque confiaron en que Dios no los abandonaría en la hora difícil. El resultado fue que, en sabiduría y belleza física, estos jóvenes no tuvieron rivales; y mejor aún, gracias a su testimonio, reyes y pueblos paganos reconocieron la superioridad del Dios de Israel. Tú también eres un representante de Dios. Decide hoy poner en alto su nombre y Dios no te abandonará en el momento de la prueba.
Padre amado, ayúdame a vivir de modo que quienes me rodeen glorifiquen tu nombre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LO QUE SE PERDIÓ ES ENCONTRADO


«Jehová está en medio de ti; ¡él es poderoso y te salvará! Se gozará por ti con alegría, callará de amor, se regocijará por ti con cánticos» (Sofonías3:17).

¿Le gusta echar a volar la imaginación? ¿Puede hacer que a su mente acudan imágenes de cosas? A algunas personas les resulta más fácil que a otras. Son capaces de recordar los detalles de acontecimientos que sucedieron mucho tiempo atrás porque parece como si, mentalmente, tomaran una instantánea que les queda grabada en la memoria. Son capaces de recordar olores, colores, conversaciones y sonidos del pasado como si se hubieran producido ayer mismo.
Si puede, trate de imaginar lo sucedido en la historia del Buen Pastor. Es una de las imágenes bíblicas más alegres, emotivas y conmovedoras
El pastor sale de noche en busca de la oveja. La llama una y otra vez hasta que queda ronco de tanto llamar. Está tan oscuro que apenas si ve algo unos pasos adelante. Luego, suspirando de alivio, oye un débil gemido en la distancia. Siguiendo el sonido, y arriesgando la propia vida, trepa hasta el borde mismo del precipicio. Mientras busca aquí y allá, se da cuenta de que el gemido es cada vez más débil. La oveja está a punto de morir. Pero al final su esfuerzo se ve recompensado: encuentra a la extraviada.
¿Se imagina la alegría y el alivio que siente el pastor cuando encuentra a su oveja perdida? Ríe y llora a la vez. Con cuidado, examina a la oveja para ver si tiene algún rasguño o un hueso roto. ¿Piensa que regaña a la oveja o la castiga golpeándola con la vara por haberse alejado? No, al contrario; con alegría, la toma en brazos. Seca el pelaje lanoso con el manto mientras le habla como quien habla a un bebé. Se lleva la oveja a los hombros y, cantando, la trae de regreso al redil. Entonces el pastor llama a sus amigos y vecinos, diciendo: «Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido» (Luc. 15:6).
Quiero recordar siempre esta imagen de Jesús, el Buen Pastor, porque todos hemos sido como esa oveja: estuvimos perdidos, nos encontró y nos llevó en hombros. Basado en Lucas 15:4-7

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

domingo, 26 de agosto de 2012

A SALVO DEL PECADO


«Tu carácter soberbio te ha engañado. Como habitas en las hendiduras de los desfiladeros, en la altura de tu morada, te dices a ti mismo: ¿Quién podrá arrojarme a tierra?» (Abdías 1:3. NVI)

Hoy vamos a caminar al pie de un gran desfiladero. Si miras hacia arriba verás pequeñas aves que entran y salen de las hendiduras de las rocas. Si te fijas bien con tus binoculares, notarás pequeños nidos pegados en las paredes de piedra. A estas aves se las conoce como golondrinas de acantilado, y viven allí todo el tiempo.
El versículo de hoy habla de alguien que también vivía en las hendiduras de un desfiladero. Esta persona pensaba que allí estaba segura, y que nadie podría hacerle daño. Tal vez a ti te parezca que sí es un lugar seguro, pero aunque no lo creas, hay aves de presa como las águilas y los halcones que buscan en esos lugares pequeñas aves para alimentarse.
Si alguna vez nos sentimos tentados a pensar que estamos seguros viviendo a nuestra manera, estamos equivocados. Solo con Jesús en nuestra vida podemos estar seguros contra el pecado. Si las golondrinas del acantilado permanecen en sus nidos, estarán seguras. Nosotros también podemos resguardarnos en e «nido» de la Palabra de Dios y mantenernos a salvo de las tentaciones. De esa manera el pecado no podrá abalanzarse sobre nosotros y capturarnos.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

MUJER MADURA Y BELLA


El tiempo de los atavíos de las jóvenes era de doce meses: seis meses se ungían con aceite de mirra y otros seis meses con perfumes aromáticos y ungüento para mujeres.  Después de este tiempo, cada una de las jóvenes se presentaba por turno ante el rey Asuero (Esther 2:12).

Las mujeres reaccionamos con mayor intensidad ante los cambios físicos del envejecimiento como arrugas, canas, sobrepeso, piel seca, caída del pelo, etcétera. Estos son indicadores de que hemos perdido atractivo físico, sin contar los achaques de la edad o del descuido.
Se producen grandes transiciones en tres momentos clave del ciclo familiar de la mujer: los cambios de funciones relacionados con el nacimiento de los hijos, su crianza y su educación; la salida de los hijos del hogar y la menopausia, que puede provocar depresión.
Una investigación reciente identificó cuatro tipos de "mujeres maduras" entre 39 y 55 años.

  • Mujeres tradicionales: Mujeres maduras que se sienten responsables de su futuro y asumen lo que marca la tradición para ellas.
  • Mujeres innovadoras: Las que han realizado una carrera, y considerando muy difícil llegar a la cima empiezan a reconsiderar muchas cosas.
  • Mujeres expansivas: Las que, al llegar a la madurez, introducen cambios profundos en sus metas con el fin de ampliar sus horizontes. Algunas regresan a la universidad a fin de prepararse para nuevos trabajos, o por vocación.
  • Las manifestantes: Empujadas a ser adultas antes de tiempo, y tratan de posponer en lo posible la madurez.

La Biblia no ignora los atractivos del cuerpo físico pero pone énfasis en la sencillez y la modestia. Esther fue una mujer bella físicamente, pero también tenía madurez y ganaba el favor de todos. Una es tan joven como su fe, su confianza y su esperanza, o tan vieja como su duda, su temor y su desesperación.
En búsqueda de la belleza es una búsqueda de nuestra verdadera identidad. Una vez nos damos cuenta de que somos hijas de Dios, todas las cosas cambian, nuestra forma de pensar, de conducirnos y de percibirnos a nosotras mismas.  El interés en nuestra apariencia física permanece, pero ya no es nuestra preocupación principal.
Medita en esto: «Los años arrugan la piel, pero solo el abandono del entusiasmo arruga el alma».

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Blanca Dalia R. de Góngora

DIOS PUEDE DARTE MUCHO MÁS.


No se unan ustedes en un mismo yugo con los que no creen. 2 Corintios 6:14.

Carlos usó la mayor parte de sus ahorros para asociarse con varios compañeros de estudios. Compraron mercancía a precio especial para revender. Ahora Carlos se da cuenta de que sus amigos quieren invertir la ganancia en negocios ilícitos. ¿Tiene que apartarse Carlos de esos amigos, aunque pierda su dinero?
La experiencia del rey Amasias puede ayudarnos a responder.
Amasias era todavía joven cuando cierto día amaneció inesperadamente como rey de Judá. Su padre Joás había sido asesinado, y ahora le tocaba a él asumir las riendas del gobierno. Al principio de su reinado las cosas marcharon bien (ver 2 Crón. 25). Pero este joven rey tenía un serio problema: no confiaba en Dios de todo corazón.
En una ocasión decidió fortalecer su ejército. Para ello reclutó a los jóvenes de su reino mayores de veinte años. Cuando sacó la cuenta del número de soldados, estos sumaban unos trescientos mil. Nada mal. Pero Amasias no estaba muy conforme con esa cantidad, de manera que decidió contratar a unos mercenarios. Estos eran soldados a sueldo, que estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario con tal que se les pagara buen dinero.
Fue así como Amasias contrató a unos cien mil mercenarios por tres mil trescientos kilos de plata (ver 2 Crón. 25:6). ¡Bastante dinero! A Dios no le gustó esa alianza y envió un profeta para reprenderlo por su decisión.
—Si quieres reforzar tu ejército con ayuda de ellos —dijo el profeta— Dios te hará caer frente al enemigo.
—Pero, ¿qué va a pasar con los tres mil trescientos kilos de plata que pagué?
El hombre de Dios respondió:
—El Señor tiene suficiente para darte más que eso (2 Crón. 25:7-9).
Aquí está la respuesta al dilema que enfrenta Carlos. Y también la respuesta que tú necesitas si te has asociado con incrédulos. Rompe esa alianza, no importa cuánto tiempo o dinero hayas invertido en ella.
«¿Y qué pasará con lo que he invertido?», preguntarás. La respuesta bíblica es: «El Señor tiene suficiente para darte más que eso«». Suficiente para devolverte ese dinero. Suficiente para darte la pareja que te conviene. Suficiente para suplir todas tus necesidades. Él solo te pide que confíes en sus promesas.
Señor, dame valor para romper cualquier alianza que no glorifique tu nombre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

EL RESCATE DE LA OVEJA


«No dejes que se incline mi corazón a cosa mala, para hacer obras impías con los que hacen maldad; y no coma yo de sus deleites» (Salmo 141:4).

En los Highlands, en Escocia, es frecuente que una oveja, deambulando por las rocas, entre en lugares de los que luego no puede salir. Los pastos de esas montañas son muy dulces y gustan mucho a las ovejas que, para comerlos, saltan a barrancos de tres o cuatro metros de profundidad. Luego, cuando se ven atrapadas porque no pueden saltar tan alto, balan para que las oiga el pastor.
Pueden estar así durante días, hasta haberse comido todo el pasto. El pastor espera que estén tan débiles que no puedan oponer resistencia. Entonces, sus compañeros le atan una soga a la cintura para que pueda bajar y sacar a la oveja del atolladero. ¿Por qué el pastor no baja justo después de que la oveja haya saltado? Como las ovejas son tan tontas, asustadas, correrían hacia el precipicio y se matarían.
En la historia de Jesús, el pastor sale de noche, antes de cenar. Sale a pesar del cansancio acumulado de todo el día llevando el rebaño. Se asegura de que las noventa y nueve pasarán la noche en lugar seguro y sale, haga viento o llueva. Por más que sus pies resbalen, por más que tenga las manos desgarradas por los espinos y la voz ronca de tanto llamar, busca sin cesar. Su única preocupación es encontrar a la oveja. Pensar que el Señor está decidido a rescatar a las almas perdidas reconforta.
Para el pastor es una búsqueda personal. No dice a uno de sus ayudantes: «Ve, sal a buscar la oveja perdida y tráela a casa». No, sale él en persona. Si alguna vez se salva un alma del pecado, no será únicamente a causa de nuestro testimonio, del predicador o de los libros, sino a causa del Señor Jesús que sale a buscar sus ovejas. A pesar de que huyen, él va tras ellas.
Hay muchas ovejas perdidas que ni usted ni yo llegaremos a encontrar jamás. Nos damos por vencidos con demasiada facilidad. El cansancio y el desánimo se apoderan de nosotros. Nos precipitamos y damos la causa por perdida. En cambio, cuando Jesús busca sus propias ovejas, téngalo por seguro, las lleva de vuelta con él. ¿Ora por alguien? No se desanime. Basado en Lucas 15:4-7

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

sábado, 25 de agosto de 2012

INÚNDATE DE BENDICIONES


«El Señor, el Dios todopoderoso, toca la tierra, y la tierra se derrite y lloran todos sus habitantes. La tierra sube y baja, como suben y bajan las aguas del Nilo» (Amos 9:5).

Aquí estamos, caminando nuevamente a orillas del río Nilo, en Egipto. ¡Qué emocionante aventura! Este es el mismo río del que leímos en el libro de Éxodo, cuando Dios envió las plagas y el agua se convirtió en sangre.
En las aguas del Nilo y sus riberas habitan muchas clases de animales. Hay grandes cocodrilos, más de una docena de serpientes venenosas e insectos que causan enfermedades. Esto da un poco de miedo, ¿verdad? En la antigüedad el río Nilo se desbordaba todos los años, causando inundaciones. Esto dejaba suelos fértiles que servían a los granjeros para plantar hermosos cultivos.
A veces la vida puede ser como el río Nilo. A veces ocurren cosas malas y puede haber peligros. Pero a pesar del veneno que Satanás pueda lanzarnos y que la vida parezca inundarnos de cosas malas, Jesús puede hacer que de lo malo salgan cosas buenas. Él puede traer suelos fértiles a nuestras vidas que nos ayuden a desarrollar y crecer como él quiere. Así que cuando las cosas malas parezcan envenenarte, pide a Jesús que inunde tu vida de bendiciones.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UNA NORMA ELEVADA


Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. (1 Corintios 10:23).

Estaba de visita en casa de una amiga cuando llegó su hermana y nos mostró un collar y una pulsera que la profesora de la clase de manualidades de su colegio les estaba enseñando a confeccionar. Me interesé en ver aquellas prendas, ya que me gustan las manualidades. Sin embargo, me di cuenta de que mi reacción quizá había sido demasiado entusiasta.
Al día siguiente, al finalizar el culto matinal, dije: «Señor, muéstrame lo que quieres que lea en tu Palabra». En aquel momento me acordé del collar y la pulsera del día anterior. Acto seguido, al abrir la Biblia, mi mirada se detuvo en 1 Corintios 10:23 que es el texto de hoy. Nos pueden atraer muchas cosas como la música, las joyas, o el maquillaje, pero es importante que no nos dejemos llevar por esas tentaciones.
Elena G. de White hace el siguiente comentario: «El Cielo entero conoce todo pensamiento, toda acción. Las acciones de ustedes podrán ser invisibles para sus conocidos, pero están abiertas a la inspección de los ángeles. Los ángeles tienen la comisión de servir a los que se esfuerzan por vencer todo hábito malo y mantenerse libres de las artimañas de Satanás» (Mensajes para los jóvenes, cap. 4, p. 20).
«Los que usan pulseras y ornamentos de oro harían mejor en quitarse esos ídolos de sus personas y venderlos, aunque sea por menos de lo que han pagado por ellos, y así practicar la abnegación. El tiempo es demasiado corlo para adornar el cuerpo con oro o plata o ropas costosas. Sé que puede hacerse una buena obra en este respecto. Jesús, el Comandante de las cortes del cielo, dejó a un lado su corona de realeza y su manto regio, y descendió de su trono de monarca; y revistió su divinidad con las vestimentas de la humanidad, y por nuestra causa llego a ser pobre, a fin de que por su pobreza nosotros llegáramos a poseer riquezas eternas» (Mensajes selectos, 13, p. 283)
Te invito a que cada día le pidamos a Dios en oración que nos ayude a superar las tendencias a la ostentación y a la vanidad que podamos tener.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Haytza M. González 

¿MEDIO VACÍA O MEDIO LLENA?


Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos. Salmo 119:45, NVI

Imagina una copa con líquido hasta la mitad. ¿Qué imagen se proyecta en tu mente: la de una copa medio vacía o la de una copa medio llena? Tu respuesta podría indicar la actitud que acostumbras tener ante las experiencias de la vida.
La actitud de «la copa medio vacía» es ilustrada por la experiencia de una señora que era muy pesimista. Tan pesimista era que un día en el cual, cosa rara, estaba contenta, le preguntaron cómo se sentía. Su respuesta fue: «La verdad es que hoy me siento bien. El asunto es que cuando comienzo a sentirme mejor, entonces me pongo peor al pensar en lo mal que me sentiré cuando otra vez me sienta mal» (Clovis Chappell, Sermons on Biblical Characters [Sermones sobre personajes bíblicos], p. 118). ¡Qué te parece!
La actitud de «la copa medio llena» es ilustrada por Matthew Henry, un conocido comentador de la Biblia que vivió en el siglo XVII. Se cuenta que en cierta ocasión, el pastor Henry fue víctima de un robo. Cuando llegó a su casa escribió en su diario: «Doy gracias, en primer lugar, porque nunca antes me habían robado. En segundo lugar porque, aunque me quitaron la cartera, no me quitaron la vida. En tercer lugar, porque aunque me quitaron todo lo que tenía, en realidad no era mucho. Por último, doy gracias porque fue a mí a quien robaron, y no fui yo quien robó».
Hoy tu mente será bombardeada por miles de estímulos. Unos serán negativos; otros, positivos. Unos agradables; otros, desagradables. Probablemente un amigo te traicionará. O fracasarás en un examen. O te irá mal en el partido de fútbol. O romperás con tu novia, o novio. ¿Cómo responderás a esas experiencias negativas? ¿Te quedarás en el suelo, pensando que eres un fracasado? ¿O te levantarás para enfrentar los nuevos desafíos de la vida, apoyado en el poder de Dios? TÚ DECIDES.
Padre celestial, ayúdame a usar bien mi libertad al responder a los desafíos de este día.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala