martes, 16 de julio de 2013

CRUCE DE CALLES

Lugar: Texas, EE.UU.
Palabra de Dios: Proverbios 23:19

Ricardo* estaba parado al borde de la vereda, esperando que el semáforo para cruzar cambiara de rojo a blanco. Justo en ese momento, vio a un hombre que comenzó a cruzar la calle, a pesar de lo que indicaba el semáforo. “Ese hombre está cruzando’’, pensó Ricardo, “¿por qué yo no?” Y él también bajó el cordón de la vereda.
Lo que Ricardo no sabía es que estaba participando en un experimento.
Quienes lo llevaban a cabo querían comprobar si era más probable que la gente cruzara en rojo si veía a alguien que lo hacía. El hombre que cruzó primero la calle era parte de su prueba.
Los investigadores descubrieron que cuando los peatones estaban solos, apenas un uno por ciento desobedecía la señal. En otras palabras, generalmente seguían las leyes de tránsito. Pero, si veían a otra persona quebrantando la regla, aumentaba el porcentaje de personas que cruzaban cuando no debían.
También marcaba una diferencia la apariencia del hombre que cruzaba primero la calle. Era más probable que los peatones siguieran a alguien bien vestido (por ejemplo, vestido con traje, camisa y corbata, y zapatos bien lustrados) que a alguien que se veía un poco desprolijo (con pantalones sucios, camisa arrugada y zapatos gastados).
Esto nos dice mucho acerca de la conducta humana, ¿no es cierto?
Tendemos a ser influenciados por aquellos que nos rodean. ¿Y en cuanto a ti? ¿Te dejas desviar fácilmente de lo que sabes que es correcto? ¿Qué pasaría si el chico o la chica más popular de la escuela quiere que hagas algo que no deberías hacer?
“Hijo mío, presta atención y sé sabio; mantén tu corazón en el camino recto”. No te dejes desviar.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

RECORDAR SU SACRIFICIO NOS LLENA DE INSPIRACIÓN

Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
Romanos 12:1

Cuando Jesucristo estuvo en la tierra compartió su amor al mismo tiempo que realizó numerosos sacrificios. Cada episodio de su vida estuvo definido por la abnegación. Mientras caminaba por los polvorientos caminos de Galilea, Cristo sanaba, enseñaba y predicaba acerca del gran amor del Padre.
No existe registro alguno de su vida que nos diga que Jesús actuó movido por el egoísmo, o por sus intereses personales. Culminó su ministerio terrenal regalándonos libertad y vida mediante su sacrificio en la cruz. Se sometió voluntariamente al calvario, derramó su sangre y con ella hizo realidad la promesa de una vida nueva. Estuvo dispuesto a morir por los pecados del mundo, aunque él jamás hizo nada malo o incorrecto. “Ustedes saben que Jesucristo se manifestó para quitar nuestros pecados. Y él no tiene pecado” (1 Juan 3:5).
Hermana, el ejemplo del Señor debería inspirarnos a vivir una vida semejante a la de él. Nos movemos en un mundo en el que cada ser humano declara ser autónomo e individual, lo cual lo vuelve indiferente, y por tanto ajeno, a las necesidades del prójimo; siempre en busca del beneficio personal. Puede ser que en ocasiones olvidemos el bien común, así como la consigna donde Dios nos dice: “Ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni tampoco muere para sí” (Rom. 14:7).
Recordar el sacrificio de Cristo en la cruz y meditar en ello nos llevará a darnos cuenta de que no merecemos todo aquello que hoy poseemos y todo cuanto somos. El ejemplo de Jesús nos ayudará a transitar por el camino de la humildad y la generosidad. Al mismo tiempo nos daremos cuenta de que el precio de nuestra libertad fue nada más y nada menos que la sangre del Hijo de Dios.
Amiga querida, hoy, antes de iniciar tu rutina diaria, reserva un poco de tiempo para meditar en el sacrificio de Cristo en el monte Calvario. Te llevará a reconocer tu indignidad. Te sentirás especial y privilegiada. Aprenderás a contar cada una de las bendiciones que recibes diariamente de la mano del Salvador, y te animarás a compartirlas con los débiles y los necesitados.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

NO TE DEJES INTIMIDAR

Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios (Proverbios 2:6).

¿Qué haces cuando la evidencia científica no concuerda con lo que Dios ha revelado en su Palabra? Cuando Mendeléyev arregló los elementos de la tabla periódica siguiendo la secuencia de su peso atómico, encontró que algunos no “encajaban”. Sus pesos atómicos parecían ser incorrectos. Después de pensar un poco, decidió no rechazar su modelo, sino ignorar los pesos anómalos. Concluyó que era posible que el peso de esos elementos hubiera sido calculado erróneamente. Así era. Después se encontraría que esos pesos atómicos estaban equivocados por la presencia de ciertos isótopos que distorsionaban la medición. Es muy cierta, entonces, la afirmación paradójica de sir Arthur Eddington: “No creas en los resultados de los experimentos hasta que hayan sido confirmados por la teoría”.
Algo similar pasó cuando el meteorólogo alemán Alfred Wegener observó que América del Sur y la costa oeste de África encajan como piezas de un rompecabezas gigante. Obsesionado con la idea, descubrió que el pequeño fósil del mesosaurio solo se encuentra en Brasil y el oeste de África, y que fósiles de dinosaurios se encontraban en estratos de rocas idénticos en Brasil y África oriental. Sugirió entonces que estas dos regiones habían pertenecido a una misma masa terrestre en algún tiempo lejano y que después se habían separado.
En el ámbito geológico se rechazó la idea. ¡Todo mundo sabía que los continentes no viajan ni se mueven! Sin embargo, una vez que se descubrió el movimiento de las placas tectónicas, las ideas de Wegener fueron aceptadas. No deberíamos rechazar, entonces, una idea por la simple razón de que no conocemos los mecanismos que la explican. Puede ser que en el futuro sean descubiertos.
No te dejes intimidar cuando tu fe no concuerda con la ciencia. Mientras estudiaba el doctorado en Filosofía de la Religión, hace algunos años, experimenté momentos de fuerte duda a causa de las evidencias, aparentemente muy convincentes, que negaban algunas de las verdades que Dios nos ha revelado. En varios de esos momentos, me arrodillé al lado del escritorio, en un lugar apartado de la biblioteca, para pedir su dirección. Él nunca me abandonó. Muchas de las dudas que tenía fueron resueltas porque Dios me guió para encontrar las respuestas. De hecho, como resultado, en 2005, obtuve el primer lugar en la Gradúate Student Paper Competition of the Midwest Society of Biblical Literature [Concurso de trabajos de estudiantes de posgrado de la Sociedad de Literatura Bíblica del Medio Oeste], en la que competían estudiantes de universidades prestigiosas de los Estados Unidos.
Recuerda que Dios es el dueño del conocimiento y nunca se equivoca. Síguelo confiadamente dondequiera que te guíe.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

CUARENTA AÑOS DE APRENDIZAJE

Y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. Éxodo 2:23.

En todo sentido, Moisés se había convertido en un gran hombre. Como escritor, líder militar y filósofo, no había otro superior. El amor a la verdad y la justicia se había convertido en el fundamento de su carácter, y había producido una constancia de propósito que no podía ser influenciada por ninguna variación de la moda, la opinión o empresa. Su vida se caracterizaba por la cortesía, la diligencia y una firme confianza en Dios. Era joven y vigoroso, lleno de energía y fortaleza viril. Había simpatizado profundamente con sus hermanos en sus aflicciones, y en su corazón se había encendido el deseo de libertarlos. Según la sabiduría humana, parecía a todas luces que era idóneo para su obra.
Pero Dios ve lo que el hombre no ve; sus caminos no son nuestros caminos.
Moisés todavía no está preparado para cumplir esta gran obra; ni el pueblo está preparado para la liberación. Él ha sido educado en la escuela de Egipto, pero todavía le toca pasar por la escuela severa de la disciplina, antes de encontrarse calificado para su sagrada misión. Antes de poder gobernar con éxito a las multitudes de Israel, debe aprender a obedecer, debe aprender el control propio. Es enviado a la soledad del desierto durante cuarenta largos años, para que en su vida de anonimato, en el humilde trabajo de cuidar las ovejas y los corderos del rebaño, pueda ganar la victoria sobre sus propias pasiones. Debe aprender una sumisión plena a la voluntad de Dios antes de poder transmitir tal voluntad a un gran pueblo.
Seres humanos de poca visión habrían prescindido de esos cuarenta años de capacitación entre las montañas de Madián, y estimado que era una gran pérdida de tiempo. Pero la Sabiduría infinita colocó durante este periodo a aquel que habría de ser un poderoso estadista, el libertador de su pueblo de la esclavitud, en circunstancias que desarrollarían su honestidad, su previsión, su fidelidad y solicitud, y su habilidad para identificarse con las necesidades de los necios que quedarían bajo su cuidado. Aquellos a quienes Dios confía responsabilidades importantes no han sido criados en la comodidad o el lujo; los nobles profetas, los líderes y los jueces escogidos por Dios han sido personas cuyo carácter fue formado por las realidades severas de la vida.
Dios no elige para su obra a personas de un solo molde y temperamento, sino a personas de temperamentos variados —Signs of the Times, 19 de febrero de 1880.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White