sábado, 23 de junio de 2012

UNO A UNO


«Anda a ver a la hormiga, perezoso; fíjate en lo que hace, y aprende la lección» (Proverbios 6:6).

Ahora ten cuidado. ¿Ves esos grandes montones de arena? Acércate un poco. Parece que se movieran. Son hormigueros, y parece que se estuvieran moviendo porque las hormigas están constantemente entrando y saliendo de ellos. Las hormigas siempre están trabajando duro.
Si alguna vez te has parado sobre un hormiguero te darás cuenta de que las hormigas salen inmediatamente a reconstruirlo. ¡Es curioso que unos insectos tan pequeños tengan unas casas tan grandes! ¿Cómo hacen su hormiguero? Te lo explico: poniendo un grano de arena detrás de otro.
Lee detenidamente el versículo de hoy. ¿Sabes lo que es un perezoso? Es alguien que es descuidado o flojo en hacer lo que debe hacer Dios no quiere que seamos perezosos. A veces quizá te preguntes cómo puedes hacer para terminar de ordenar tu habitación o de rastrillar el jardín. Bien, de la misma manera en que yo he escrito estas palabras para ti. Un zapato y una hoja a la vez.
Así que no seas perezoso. Dios te ha dado tálenlos, y él quiere que aprendas a usarlos trabajando duro. Comienza haciendo esas pequeñas cosas como ordenar tu habitación o sacar la basura. Mira cómo trabajan duro las hormigas. Dios quiere que aprendamos de ellas, ¡una cosa detrás de la otra!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

NO HAY NADA MALO EN «COPIAR»


Sigan ustedes mi ejemplo, como yo sigo el ejemplo de Cristo. 1 Corintios 11:1

No tenemos en nuestra iglesia un Salón de la Fama para escritores. Pero si lo hubiera, sin lugar a dudas, el pastor Sergio V. Collins figuraría entre los seleccionados.
Cuando era un joven de tu edad, leí uno de sus libros titulado La personalidad triunfadora del joven moderno. Resulta que, por esas vueltas que da la vida, el Pr. Collins y yo llegamos a ser compañeros de trabajo en las oficinas de la Asociación Publicadora Interamericana (APIA). Una de las primeras cosas que hice al conocerlo fue agradecerle por la gran ayuda que me brindó a través de su libro.
No recuerdo ahora si fue en ese momento, o en una ocasión posterior, que el pastor Collins me contó una de sus muchas anécdotas. Se encontraba dando unas charlas en la Universidad Adventista de Puerto Rico, cuando se le acercó un alumno.
—Pastor Collins, es un placer para mí conocerlo en persona.
—Igualmente para mí —respondió el pastor—. ¿Y cuál es tu nombre?
—Mi nombre —dijo el joven—, es Sergio Collins.
—¿Cómo puede ser? ¡Ese también es mi nombre!
—Pues le voy a explicar, pastor. Soy haitiano y estudio Teología. Para poder pagar mis estudios debo vender libros. Era un pésimo vendedor, hasta que usted vino a darnos seminarios sobre el arte de vender. Decidí aplicar sus técnicas en el colportaje y me fue muy bien. Pero hay algo más. Me di cuenta de que usted es un hombre de éxito. Entonces pensé que si adoptaba legalmente su nombre, también podría tener éxito como usted. Así que me cambié el nombre y, para resumir la historia, me convertí en el mejor vendedor de libros de Haití.
¡Qué interesante! Sea que lo advirtamos o no, hay gente que influye en nosotros. Algunos influyen para bien, otros para mal. Cuán importante es escoger, como modelos, hombres y mujeres que nos ayuden a ser mejores personas.
De igual manera recuerda que tu vida también influye en los demás. Vive de tal manera que seas una inspiración para quienes se asocian contigo dondequiera que te encuentres.
Así que, como lo dice el título de nuestro tema para hoy, no hay nada malo en copiar... ¡los buenos ejemplos!
Dame, Señor, discernimiento para seguir el ejemplo de hombres y mujeres parecidos a Cristo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

UNA ORACIÓN CONTESTADA


Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí Samuel 1:27).

Crecí en un hogar dividido, ya que mi madre era cristiana y mi padre no lo era. Con serena constancia y amor mi madre grabó en mi corazón de niña las bellas enseñanzas del evangelio. Sin embargo, con el correr de los años, la cizaña del mundo pareció ahogar la semilla sembrada y me convertí en una mujer que vivía alejada de aquella bendita verdad.
Pero algo había estado sucediendo: mi madre no cesaba de orar a diario por mí. Las lágrimas humedecieron su almohada muchas de las noches que pasó en vela. Un día, después de haber asistido a regañadientes a un ciclo de conferencias evangelizadoras, le dije a mi madre con voz firme: «Mamá, tengo una noticia que darte». Su rostro palideció y sus cansadas manos empezaron a temblar pensando en lo peor. No obstante, el Espíritu Santo había tocado a mi puerta y le comuniqué que había decidido entregarme al señor, sellando mi pacto a través del bautismo.
Apreciada hermana, si hoy me encuentro en el redil del Señor es gracias a las múltiples oraciones de mi madre.
«La verdadera madre es la verdadera maestra de los niños. Si, con un corazón imbuido con el amor de Cristo, enseña a los niños de su clase, orando con ellos y por ellos, puede ver almas convertidas y recogidas en el redil de Cristo. Yo no recomiendo que la mujer trate de llegar a ser sufragista o empleada pública; pero como misionera, enseñando la verdad por correspondencia, distribuyendo material de lectura, conversando con las familias y orando con la madre y los niños, ella puede realizar mucho y ser una bendición» (El ministerio de la bondad, p. 72).
«Los hijos cristianos apreciarán por encima de toda bendición terrenal el amor y la aprobación de sus padres piadosos. Estos pueden simpatizar con los hijos y orar por ellos y con ellos para que Dios los proteja y guíe» (Mensajes para los jóvenes, p. 318).
Nuestro Padre celestial valora las oraciones de las madres. Si eres una de ellas, aprovecha el privilegio de orar por tus hijos para que un día, como Ana, puedas decir: «Por este niño oraba y Dios me concedió lo que le pedí».
Pídele a Dios que te permita entrar a la Nueva Jerusalén tomada de la mano de tu madre y de tus hijos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Ruth Yolanda Prieto

UN CORAZÓN NUEVO


«El que está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17).

Imagine el torrente de emociones que María debió sentir cuando fue a comprar tan caro perfume. Allí estaba, dispuesta a comprar el más caro que sus recursos le permitieran para ungir el cuerpo de Jesús después de su muerte. No lo entendía, pero creía lo que el Señor dijo.
Todos en Betania conocían a María. La habían visto crecer, a ella y a su hermana Marta y su hermano Lázaro. Sabían que los niños eran familiares de Simón, un fariseo prominente y que María parecía ser la preferida de Simón. Se apercibieron de las diferencias que había entre las hermanas. Marta era resuelta, responsable y fiel. María, en cambio, parecía temperamental, frívola e irresponsable. Parece ser que, cuando se convirtió en mujer, María decidió ganarse la vida con prácticas inmorales.
Sin embargo, en su corazón, María detestaba su forma de vida y ansiaba cambiarla. Las enseñanzas de Jesús que escuchaba de vez en cuando empezaron a transformarla. Con el tiempo, un día a confesó sus pecados a Jesús quien la sanó, la transformó y le dio un corazón nuevo.
Pero los habitantes de Betania no reconocieron de inmediato el corazón renovado de María. Ya me la imagino acercándose al vendedor de ungüentos y a este pensando que compraba el perfume para ser más atractiva para sus clientes. ¡Qué reputación la suya!
Me pregunto cómo se enfrentaría día tras día a las miradas y a las murmuraciones de los aldeanos: «Miren, por ahí viene María, la hermana de los buenos de Marta y Lázaro. Ah, pero hoy tiene un aspecto distinto, más limpio y dulce. Me pregunto por qué vivirá en casa con sus hermanos. No veo por qué Lázaro y Marta tendrían que aceptarla de vuelta... ¿Estará enferma? Claro, con la vida que lleva... no sería extraño. Pero no se comporta igual... Hasta se viste con más modestia. ¡Si hasta dicen que cada semana va a la sinagoga!».
María buscó en su bolsa y sacó todo el dinero que había ahorrado. Después de eso, no le quedaría mucho; pero eso no importaba. Hacía lo que tenía que hacer.  Compró el mejor perfume. No se gastaba el dinero para sí misma, sino para Otro. ¡Vaya un cambio se había operado en ella! Era una nueva criatura, totalmente diferente. Tenía un corazón nuevo. Basado en Mateo 26: 6-13

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill