miércoles, 2 de septiembre de 2009

¿QUÉ ES PERDÓN?

Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial (5. Mateo 6: 14).

Tal vez para ti sea lo más fácil y sencillo del mundo pedir una disculpa o en su defecto disculpar a alguien que te ha ofendido, o quizás ni te has puesto a pensar qué significa perdonar. Dios nos da ejemplos hermosos de perdón, incomprensibles quizás porque nuestra naturaleza dice: «Me lo haces, me lo pagas». Pero estos ejemplos de Jesús son de gran bendición cuando realmente los comprendemos. ¿Qué pasa cuando alguien nos pide una disculpa y lo perdonamos? Nos sentimos grandes y creemos que le hicimos un gran favor, pensando que estamos aliviando esa pesada carga que .traía hasta que le otorgamos el perdón. Sin embargo, eso no es así. Cuando tú perdonas eres la más beneficiada, de igual manera cuando pides perdón, siempre que sea humildemente y con un corazón sincero. Cuando no perdonamos estamos dándole a la otra persona el control de nosotras mismas. En cambio, cuando perdonamos nos liberamos de un pasa­do tormentoso y agobiante. Piensa y decide perdonar o pedir perdón. Porque perdón:
ES:amor / aliviar / entender / sinceridad / tranquilidad y paz / aceptar / humildad / olvidar / confianza en Dios NO ES: odio lastimar / juzgar / indiferencia / agobiar / rechazar / prepotencia / recordar / autosuficiencia
Recuerda que Dios te perdona no importándole lo que hayas hecho o cuántas veces hayas caído en el mismo error, y te pide que hagas lo mismo. Señor, ayúdame a perdonar a los que me ofenden y lastiman constantemente y a seguir tu ejemplo de amor y bondad para los que me rodean.

Mireya Olave de Murríeta
Tomado de la Matutina manifestaciones d e su amor.

LA LÍNEA DE LLEGADA

No presumas del día de mañana. proverbios 27: 1

En marzo de 1987, Eamon Coughlam, que en aquel entonces tenía el récord mundial de los mil quinientos metros, corría en una carrera clasificatoria para el Campeonato Mundial de Atletismo en Pista Cubierta de Indianápolis. Si se clasificaba, podría correr en la final. A falta de menos de tres vueltas, Eamon tropezó y cayó. Los otros corredores lo adelantaron, pero no abandonó. Se levantó y arrancó a correr tras ellos. A veinte metros de la línea de llegada, consiguió ponerse en tercera posición, lo cual le habría dado posibilidad de entrar a la final. Pero justo antes de cruzar la meta, Eamon miró por encima del hombro izquierdo para ver si alguien le presentaba desafío por el tercer lugar. Aliviado, redujo un poco el ritmo. Por desgracia, no vio al corredor que venía por su derecha, el cual lo adelantó a un paso de la línea de meta. El exceso de confianza de Eamon hizo que se descuidara. Y su descuido lo llevó .a la derrota. El exceso de confianza es una noticia especialmente mala cuando tiene que ver con la tentación. La gente que pierde el respeto por el poder del pecado está abocada a meterse en grandes problemas. Yo he oído a algunos que decían: «Puedo ir a un bar con mis amigos. No me siento tentado a beber». Eso es exceso de confianza. Eso es ponerte en medio de la tentación. La semana pasada vi un rótulo en una iglesia que decía: «Dale a Satanás un centímetro y acabará por gobernarte». Cuando pensamos que la tentación no puede alcanzarnos le estamos dando a Satanás un punto de apoyo.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

EL DIOS QUE TODO LO OYE

Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero, y Jehová escucho y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová y para los que piensan en su nombre. Malaquías 3:16

Aunque leo diariamente la Biblia, nunca había leído cuidadosamente las palabras de nuestro texto de hoy. Tiene muchas connotaciones importantes para .los cristianos. Malaquías presenta un mensaje de esperanza y consuelo para los que son fieles a Dios. El profeta alienta a los que se esforzaban por hacer lo correcto con el pensamiento de que Dios anota cuidadosamente y recuerda el servicio consagrado de los suyos.
Quisiera detenerme hoy en el concepto del Dios que todo lo oye. ¿Qué deberíamos pensar ante esta realidad? En primer lugar, cuando reconocemos que hay un Dios que escucha absolutamente todo lo que decimos, inmediatamente queda afectado todo lo que expresamos con nuestros labios. Desde la verdad más clara hasta las medias verdades y las inferencias maliciosas, ¿Has dicho algo negativo de tu prójimo? ¿Qué tal la reverencia hacia Dios? ¿Sostienes conversaciones de las que te abstendrías si Dios estuviera presente? ¿Y las reflexiones que llegas a expresar con palabras? Aunque no se oigan, también ellas son "conversaciones" y "palabras" que Dios escucha; somos responsables de ellas. ¿Son buenas? ¿Hay algún problema en que Dios las escuche? Quizá creas que ha llegado el momento de realizar cambios en tus conversaciones. Hazlos inmediatamente, porque estás al servicio del Dios que todo lo oye. En segundo lugar, deberías procurar relacionarte con personas que sean temerosas de Dios. De otra manera, ¿cómo podrías andar en «santas y pías conversaciones» ? Recuerda que «las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres» (1 Cor. 15: 33). ¿Quiénes son tus amistades? Si buscas a alguien temeroso de Dios para que sea tu amigo, tu esposo, tu novio o tu novia, se evitarás muchos problemas. En tercer lugar, ten cuidado, porque, al parecer, a veces nuestras palabras se convierten en oraciones sin saberlo. Además, nuestras palabras tienen efecto reflejo sobre nosotros, Encima, parece que las palabras del lenguaje humano se prestan más para expresar la mentira que la verdad. Sí hablamos mucho, va quedando un residuo de falsedad del cual no somos conscientes, pero del que somos responsables. ¡Cuánto cuidado deberíamos tener con nuestras palabras! Nuestro Señor dijo: «De toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio» (Mat. 12: 36). Procura que todo lo que digas hoy sea digno de que Dios lo escuche.

Tomado de la matutina Siempre Gozosos