viernes, 13 de abril de 2012

EL BÁLSAMO PROTECTOR



Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamar. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. (Salmo 40:1,3).

En ocasiones tomamos decisiones que consideramos muy buenas, e incluso las llamamos «bendiciones del Señor». Con el paso del tiempo nos damos cuenta de que los frutos de las mismas podrían perjudicarnos e incluso hacer que nos alejemos de Dios. Quizá al darnos cuenta de nuestra equivocación reconocemos que nuestro Dios es un ser justo y que respeta nuestras decisiones basándose en el libre albedrío que nos otorgó. Si al reconocer lo anterior lo buscamos con corazones contritos él nos escuchará, y nos sacará del pozo de la desesperación en el que estábamos sumidas.
Si estás viviendo en una forma que sabes que no es la mejor y que no es del agrado del Señor, debes reconocer que él es la única persona que puede poner las cosas en su lugar. Empezarás a ver las grandes maravillas que él puede hacer en tu vida y en tu familia si le entregas todo al Señor: tu tiempo, tus talentos y tus posesiones. De ese modo podrás ver, sentir y palpar su mano poderosa guiándote a través de las situaciones más difíciles de la vida.
Hermana, no te desanimes, si has sufrido alguna herida él es quien te puede sanar. Si estás librando una batalla, él te dará la victoria por imposible que parezca o por i dolorosa que sea. «¡Aférrate de su mano!» y él te fortalecerá. «Más yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová» (Jer. 30:17).
«Oh cuan agradecidos debemos sentirnos de que Jesús esté dispuesto a llevar nuestras dolencias, y lo puede hacer, fortaleciéndonos y sanando todas nuestras enfermedades y dolencias si ha de ser para nuestro bien y para su gloria» « (Ministerio médico, p. 20).
Padre, gracias por la seguridad que le das a mi corazón afligido y por quitar de mí toda dolencia una vez que acepto y hago mías cada una de tus promesas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Enedelia García Sánchez

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