lunes, 13 de julio de 2009

ENEMIGOS GRATUITOS

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley Gálatas 5:22,23

Tienes algún enemigo? Si tu respuesta es negativa, entonces la mayor parte de la Biblia no se te aplica. Desde el momento en que decidiste aceptar a Jesús como Señor y Salvador, declaraste la guerra a todos las huestes de las tinieblas. Tu principal enemigo anda buscándote «como león rugiente», pues iniciaste una guerra «contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efe. 6: 12). ¿Tienes enemigos?
Pero no solo tienes enemigos espirituales, sino también de carne y hueso. Santiago lo dijo con claridad: «¡Oh, almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios» (Sant. 4: 4). No hay neutralidad posible. Si eres amigo y servidor de Dios, entonces eres, irremediablemente, enemigo del mundo, y de su príncipe, Satanás.
En el momento de aceptar a Cristo, los cristianos se ganan un enemigo: el diablo. ¿Se volvieron contra ti tus amigos y familiares cuando aceptaste a Cristo? El apóstol Pablo dijo con acierto: «Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución» (2 Tim. 3: 12). Juan sabía muy bien lo que era tener enemigos. Uno de ellos lo hirvió en un caldero de aceite hirviendo. Pero como Juan no se coció, lo envió a la solitaria isla de Patmos para que muriera. La Biblia nos dice: «Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece». Ser bueno y piadoso, como Abel, es peligroso; suscita la enemistad de los malos (1 Juan 3:13).
Es posible que haya quien se burle de ti por seguir a Cristo con frases de la guisa de «Ahí viene el santurrón. Ahí viene el tipo que lee la Biblia todo el día». De hecho, ser cristiano y no padecer un cierto grado de persecución es sospechoso, según nuestro Señor (Luc. 6: 26). Juan sabía, y nosotros también debemos saber, que todos los ataques de nuestros enemigos son contra Dios, no contra nosotros. Él debe encargarse de nuestros enemigos, no nosotros.
Pidamos a Dios esta mañana que nos llene del Espíritu Santo para tener los frutos del Espíritu a pesar de los ataques del enemigo. Y no olvides el mandato del Señor: «Amad a vuestros enemigos» (Mat. 5:44). Nuestra oportunidad y nuestra misión es convertir a nuestros enemigos gratuitos en amigos, a través de nuestro ejemplo piadoso.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos

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