sábado, 17 de octubre de 2009

EL TÚ DE VERDAD

Eres de gran valor y yo te amo. isaías 43:4

Cuando Larry empezaba su carrera como saxofonista, tocaba con un grupo de músicos en un salón de baile de Nueva York. La sala estaba repleta. Debajo del escenario, la gente se apelotonaba codo con codo, A Eddie, otro saxofonista, le gustaba hacer un poco de espectáculo mientras tocaba. Uno de sus números preferidos era andar por la maroma. Durante cierta canción Eddie empezaba a andar por el borde del escenario mientras tocaba el solo de saxo, Con cuidado, ponía un pie delante de otro, como si fuera un equilibrista de circo que anda sobre un cable. Cuando estaba seguro de haber captado la atención del público, Eddie se dejaba caer de espaldas sobre el mar de fans que lo adoraban. Ellos lo tomaban en brazos y luego lo volvían a subir al escenario; y allí terminaba la canción. Larry pensaba que el número de Eddie era un signo de distinción. Por eso. Algunos meses más tarde, cuando volvió a tocar en el mismo salón de baile, quiso hacer el nú­mero de la maroma. Cuando llegó el momento adecuado, Larry se dejó caer sobre la multitud. Pero no se había percatado de que no había tanta gente como cuando tocaba Eddie. Había mucho espacio para moverse. Así que, cuando cayó sobre el público, todos, sencillamente, se apartaron a un lado y dejaron que diera con sus huesos en el suelo. ¡Au! Por suerte, Larry no salió de esa con nada demasiado herido, excepto el orgullo. Dios nos ha hecho a todos distintos los unos de los otros. Que a veces sintamos la necesidad de copiar a los demás en lugar de ser nosotros mismos es muy malo. Todos podemos recurrir a algún truco de vez en cuando, pero nunca dejes de ser tú mismo. A la gente le gusta más conocer quién eres tú de verdad antes que una burda imitación de otro.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

No hay comentarios:

Publicar un comentario