miércoles, 9 de noviembre de 2011

FUEGO EXTRAÑO

Grabarás en ella como grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVÁ. Éxodo 28:36.

En cierta ocasión, los sacerdotes Nadab y Abiú entraron al santuario para realizar su oficio. Eran los más honrados por Dios, después de Moisés y Aarón, y esa honra iba acompañada de la gran responsabilidad que debían desempeñar. Por estar ebrios no se percataron de la solemnidad de su trabajo, y "tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó". La justicia divina no se hizo esperar: "Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová" (Lev. 10:1, 2).
Al igual que los israelitas, cada sábado nosotros debemos prepararnos para el encuentro con nuestro Creador. Así como el pueblo lavó sus vestiduras, también a nosotros "la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7). En nuestros días no se manifiesta visiblemente la gloria de Dios como en el Israel de Moisés, pero su presencia está tan ciertamente en nuestro medio como lo estuvo antiguamente. El deseo de Dios de habitar entre su pueblo es el mismo, y sus requerimientos sobre la santidad que debe reinar entre sus hijos a la hora de adorarlo en grupo siguen teniendo el mismo rigor que antes.
También nosotros corremos el riesgo de presentar "fuego extraño" ante su santa presencia si dejamos que las modas y la ostentación mundana embriaguen nuestra mente y nuestros sentidos. El enemigo de las almas hará lo imposible para que la triste historia de Nadab y Abiú se vuelva a repetir, y que al igual que ellos no seamos capaces de distinguir entre lo santo y lo profano.
En este momento, al ver que Dios observa nuestra apariencia en su templo, es necesario que te preguntes: ¿represento a Jesús con mi vestimenta? Y si el examen de conciencia lo queremos hacer más exhaustivo y proseguimos, es posible que entonces reflexionemos: ¿es la conversación con mis amigos en el templo extraña para Dios, o es de edificación y exhortación para mí y para los que me rodean? ¿Es la parte musical una alabanza de adoración al gran Yo SOY, o la música, la letra y el conjunto transmiten otros valores que simbolizan una "música extraña"?
Hemos sido elegidos por el Padre como su real sacerdocio, su nación santa, su pueblo escogido; por lo tanto, demostrémosle al mundo y a Dios que sabemos apreciar ese enorme privilegio cuando entramos en la iglesia.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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