viernes, 25 de noviembre de 2011

LA SANTA CENA

Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. 1 Corintios 11:26.

El lavamiento de los pies, también llamado "el rito de humildad", tiene el propósito de que veamos a nuestro prójimo como superior a nosotros mismos. En un mundo lleno de avaricia y egoísmo, donde todos desean superar a los demás y ser importantes a la vista de las multitudes, el cristianismo muestra las virtudes de vivir humildemente, y destaca la figura de Jesús como un ejemplo sagrado.
Jesús no debía ser el siervo de nadie. No tenía la obligación de agacharse y lavar los pies sudorosos y llenos de polvo de sus discípulos, porque era el Rey del universo y el Mesías prometido. Sin embargo, lejos de toda ostentación y exaltación propia, el Cordero de Dios "se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido" (Juan 13:4, 5).
Muchos creen que es bíblico santificar el domingo para recordar la muerte y la resurrección de Cristo, pero Pablo señala que el recordativo es diferente al domingo. "Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga". Comer juntos el pan sin levadura y el jugo de uva no fermentado recuerda a cada cristiano reflexivo que Cristo murió por sus pecados, para que tenga la esperanza de la salvación y la vida eterna. Es un gran privilegio participar de esta ceremonia solemne.
Quizás a esta altura te preguntes si es necesario participar de todo esto. Te diré que es más necesario de lo que muchos piensan. Después del bautismo, cada persona debe transitar el camino cristiano. Como el enemigo no está dispuesto a perder un alma, llenará el camino de tentaciones para que los hijos de Dios ensucien "sus pies" cayendo en pecado. ¿Quién, después de su bautismo, no se ha tenido que arrodillar para pedirle perdón a Dios por haber caído? Luego de esas caídas no es necesario volver a bautizarse, porque para eso el Señor dejó establecido el rito de humildad y la Cena del Señor para que volvamos a consagrar la vida a Dios.
¡Qué Ser maravilloso es nuestro Dios! Es el privilegio de cada cristiano participar de los ritos que Dios mismo creó. Participa de cada uno de ellos con alegría, recordando que son para tu bien presente y eterno.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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