viernes, 1 de junio de 2012

LA GRAN DECISIÓN


Solo un necio confía en sus propias ideas. Proverbios 28:26.

«Adán y Eva —escribió Bob Orben— formaban el matrimonio ideal. Adán no tenía que escuchar a Eva hablando de todos los hombres con quienes podría haberse casado. Y Eva no tenía que escuchar a Adán decir lo bien que cocinaba su mamá».
A diferencia de Adán y Eva, sin embargo, toda persona que tome en serio el matrimonio necesita conocer todo lo que pueda de la persona, e incluso de los parientes, con quien piensa unir su vida. Esto es precisamente lo que dice el libro El hogar cristiano: «Pesa todo sentimiento y observa todo desarrollo del carácter en la persona con la cual piensas vincular el destino de tu vida» (p. 36). Es decir, abre bien los ojos. Y como para que no quede ninguna duda, se mencionan algunas de las preguntas que los novios tienen que hacerse antes de tomar la gran decisión. 
Preguntas que tiene que hacerse él
¿Es ella capaz de asumir responsabilidades?
Su influencia, ¿me hará mejor o peor persona?
Una vez casada, ¿exigirá que una buena porción del ingreso familiar sea usado
para satisfacer su vanidad?
¿Se guía por principios correctos?
¿Es paciente y cuidadosa?
¿Ama a mis padres? Si me caso con ella, ¿habrán ganado mis padres a una hija, o habrán perdido a un hijo?

Preguntas que tiene que hacerse ella
¿Cuál ha sido su pasado? ¿Es pura su vida?
¿Es de un carácter noble el amor que expresa, o es una simple emoción?
¿Me permitirá conservar mi individualidad?
Una vez casada, ¿me permitirá honrar por sobre todas las cosas los requerimientos del Salvador?
¿Tiene madre mi pretendiente? ¿Cómo es ella? ¿Cómo la trata él?
¿Es paciente con mis equivocaciones, o criticón, dominante y autoritario?

Preguntas que tienen que hacerse ambos
«¿Me ayudará esta unión a dirigirme hacia el cielo? ¿Acrecentará mi amor a Dios? ¿Ampliará mi esfera de utilidad en esta vida?»
Por supuesto, aun respondiendo todas estas respuestas, siempre existirá la posibilidad de equivocarse, pero aquí entra en juego la más importante de todas las preguntas: ¿Es esta la persona que Dios tiene para mí? ¡Asegúrate de no dejar a Dios fuera de tus planes!

Padre celestial, que mi cónyuge sea la persona que tú tienes para mí.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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