sábado, 30 de junio de 2012

PROMESAS


Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará. (Salmos 37:5).

Soy una persona práctica y para mí «ver es creer».  Sin embargo, en mi relación con Dios, he tenido que aprender una importante lección respecto a ejercer una total confianza. En mi vida han surgido situaciones en las que Dios ha mostrado su presencia y dirección. Siempre que llegan las pruebas pienso en lo conveniente que es recordar aquella hermosa promesa: «Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará». Los versículos 6 y 7 del mismo salmo nos proporcionan una clave respecto a nuestro caminar con Dios: «¡Encomienda tus pasos, confía, escucha y espera!».
Dios no nos dice únicamente lo que debemos hacer, sino que también nos enseña la forma de hacerlo. La Biblia encierra hermosas promesas como la encontrada en el versículo 4 del mismo pasaje: «Deléitate en el Señor, y él te dará los deseos de tu corazón». ¿Qué significa deleitarse en el Señor?
He descubierto que cuando hago su voluntad siento un apacible gozo y una sensación de felicidad. Como consecuencia él me da aquello que yo misma escogería de conocer el fin desde el principio. Posiblemente la respuesta recibida no sea lo que mi corazón desea; no obstante, a su debido tiempo descubriré que la alternativa que el Señor me presenta es la que más me conviene.
Cuando el ángel se le apareció a María, ella creyó en cada una de sus palabras, aun cuando nada parecía favorecerla: una futura madre soltera en una cultura donde la mujer no era valorada. Quizá también corría el riesgo de ser apedreada. ¿Tendremos el valor necesario para actuar por fe como María, o para decir como Elizabeth: «¡Bienaventurada la que creyó»? Así como Dios tenía un plan para ellas, de la misma manera tiene uno para cada mu de nosotras.
Debemos permitir que en su silencio Dios transforme nuestras vidas y guíe nuestros pasos. No es fácil decirle a Dios «hágase tu voluntad, Señor», y esperar tranquilamente su respuesta. Tampoco será fácil «deleitarse en Jehová» cuando las cosas no vayan de acuerdo a nuestras preferencias, o no coincidan con nuestra agenda. Aun así, debemos encomendar, confiar, guardar silencio y esperar en el Dios de lo imposible.
Mi querida hermana, permitamos que el Señor, el alfarero divino, nos modele en su gracia.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Sherie Lynn Vela

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