lunes, 24 de septiembre de 2012

PODER EN EL NOMBRE DE JESÚS


«Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo» (Juan 16:24).

«Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo. No es que se necesite esto para que Dios sepa lo que somos, sino a fin de capacitarnos para recibirlo. La oración no baja a Dios hasta nosotros, antes bien nos eleva a él» (La oración, cap. 1, p. 8).
Suponga que usted necesita conseguir algo o ver a alguien que es muy importante para usted pero sus gestiones no consiguen llegar a buen puerto. Parece que todas las puertas están cerradas para usted. Entonces se encuentra con un buen amigo suyo. Siente la necesidad de hablarle de su necesidad y, nervioso, le abre el corazón entre lágrimas y sollozos.
Su amigo escucha su historia, le pone la mano en el hombro y le dice: «¿Eso es todo? Tengo buenas noticias: te puedo ayudar. Resulta que la persona a quien necesitas ver es muy amiga mía. De hecho, somos casi como de la familia. Seguro que te ayudará a resolver tu problema. Dile que vas de mi parte».
De repente, usted se ve liberado de la carga y todo está en orden. Obtendrá la respuesta que necesita porque va a ver a esa persona importante en nombre de su amigo. Eso mismo sucede cuando oramos a Dios. Jesús nos invita a acercarnos confiadamente al Padre en su nombre con la certeza de que nos oirá porque él es como ese buen amigo del ejemplo.
«Cuando Jesús estuvo sobre la tierra, enseñó a sus discípulos a orar. Les enseñó a presentar a Dios sus necesidades diarias y a confiarle toda su solicitud. Y la seguridad que les dio de que sus oraciones serían oídas nos es dada también a nosotros» (El camino a Cristo, cap. 11, p. 93).
«Son pocos los que aprecian o aprovechan debidamente el precioso privilegio de la oración. Debemos ir a Jesús y explicarle todas nuestras necesidades. Podemos presentarles nuestras pequeñas cuitas y perplejidades, como también nuestras dificultades mayores. Debemos elevar al Señor en oración cualquier cosa que se suscite para perturbamos o angustiarnos» (La oración, cap. 2, p. 27). ¡Cuánto poder hay en el nombre de Jesús!  Basado en Lucas 18: 1-8

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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