domingo, 23 de septiembre de 2012

VALE LA PENA SER PERSEVERANTE


«También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar» (Lucas 18:1).

Jesús contó la historia de una viuda que estaba sola en el mundo y de alguien que se aprovechaba de ella porque pensaba que era una presa fácil. Sin embargo, esa mujer sabía que, para encontrar ayuda, bastaba con que el juez le hiciera caso.
Y así comenzó a comparecer ante él, una y otra vez, pidiendo que castigara a su enemigo. El caso caía dentro de la jurisdicción del juez, pero este consideraba que era muy poco importante como para merecer su atención.
Pero la viuda volvía una y otra vez. Cada día el juez la veía sentada a su puerta. Cuando lo veía, ella corría hacia él y se arrojaba a sus pies, suplicando: «Véngame de mi adversario».
El juez, que no era hombre especialmente religioso o de moral particularmente estricta, apartaba a la viuda y se dedicaba a otros casos. Pero la viuda no se dejaba intimidar. Tan pronto como resolvía un caso y el acusado salía por la puerta, la mujer regresaba y permanecía de pie ante el juez, con mirada suplicante y los brazos extendidos.
Después de un tiempo, el acosado juez pensó para sí: «No sé quién está molestando a esta mujer o cuál es el problema legal. Además, tampoco tengo miedo de lo que me pueda hacer Dios, y aún menos los hombres. ¡Esta mujer me está volviendo loco!
No creo que pueda soportarla ni un día más. dictaré sentencia a su favor y así me la quitaré de encima de una vez por todas. ¡No quiero verla nunca más!».
Jesús concluyó diciendo: «¿Oyeron lo que dijo ese juez sin escrúpulos? ¿Creen ustedes que Dios es como ese juez? ¿Creen que Dios no hará nada por su pueblo hasta que le rueguen y le supliquen con tanta insistencia que no tenga más remedio que hacer algo para que dejen de molestarlo? No, Dios no es como el juez. Quizá parezca que Dios a veces tarde en responder, pero está dispuesto a escuchar a su pueblo y responderá tan rápidamente como sea posible y se hará justicia. Pero la verdadera cuestión es: Cuando Dios venga a establecer su reino en la tierra, ¿cuántos habrá que todavía tengan fe en él?».
Sean cuales sean sus problemas, Dios lo ayudará a superarlos. Basado en Lucas 18: 1-8.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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