lunes, 22 de abril de 2013

LA VIÑA DEL SEÑOR

Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado. Mateo 21:33 (lea Mateo 21:33-41).

El profeta Isaías describe esta viña: "Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar" (Isa. 5:1,2).
Esta imagen representa las ventajas y oportunidades dadas a Israel... Por medio de Moisés recibieron preceptos y mandamientos divinos... Dios les dio riquezas y prosperidad. Tenían toda ventaja temporal y espiritual. Estaban cercados por la ley de los Diez Mandamientos. Esto era lo que distinguía a Israel de toda otra nación sobre la faz de la tierra.
La iglesia es el tesoro peculiar de Dios, preciosa a su vista y amada por su corazón de amor infinito... El dueño de casa hizo toda provisión para que el viñedo recibiera la mejor atención. No faltó nada por hacer que pudiera hacerse para hacer de la viña un honor para su dueño...
Con fuego, tempestad y muerte el gran YO SOY redimió a su pueblo, para hacerlo glorioso como su representante especial. Lo sacó de la tierra de cautiverio. Lo llevó sobre alas de águila y lo trajo consigo mismo, para que pudiera morar bajo la sombra del Altísimo. Cristo era el líder invisible de los hijos de Israel en su vagar por el desierto... Presenciaron una maravillosa manifestación del poder de Dios cuando atravesaron el Mar Rojo. Y día tras día viajaron bajo la columna de nubes, el símbolo de la presencia divina...
Con tal líder, con tales manifestaciones de su grandeza y poder, los hijos de Israel debieran haber sido inspirados con fe y valor para avanzar... Solo dos de los que cruzaron el Mar Rojo vivieron hasta llegar a la Tierra Prometida...
Debemos estar atentos, para que no suframos el mismo destino que el antiguo Israel. La historia de su desobediencia y caída ha sido registrada para instruirnos a nosotros, para que evitemos hacer lo que ellos hicieron.— Review and Herald, 10 de julio de 1900; parcialmente en Palabras de vida del gran Maestro, p. 227.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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