lunes, 15 de febrero de 2016

ME HA LLAMADO “HERMANA”

Tu actitud, no tu aptitud, es lo que determinará tu altitud. Zig Ziglar

En una ocasión, el gran novelista ruso León Tolstói iba caminando por la calle cuando se encontró con un mendigo. Casi como un acto reflejo, Tolstói se llevó la mano al bolsillo para darle unas monedas, pero se encontró con que no tenía dinero. De manera que se acercó al mendigo y le dijo: “Lo siento, hermano, pero no tengo nada que darle”. El hombre alzó la mirada y le respondió: “Ya me ha dado más de lo que le he pedido. Me ha llamado ‘hermano’ ”,
En aquel momento, la aptitud económica de Tolstói, es decir, su capacidad para dar limosna, era nula. Sin embargo, su actitud constituyó una verdadera ayuda para aquel mendigo, porque le devolvió la dignidad. El simple hecho de haberlo llamado “hermano”, tratándolo como un igual, era mucho más valioso. Si lo piensas bien, dar dinero a un pobre puede hacerse con una actitud de desprecio: “Pobre mendigo, muerto de hambre e incapaz de vivir como lo hago yo… voy a darle lo que me sobra”. Tolstói podría haber llevado muchos billetes en su bolsillo y habérselos dado todos a aquel hombre, pero ¿hubiera sido eso más digno? Depende de la actitud.
Las aptitudes no hacen a la persona; antes al contrario, pueden llevarla a la autodestrucción. Eso fue lo que le pasó a la criatura más apta que jamás haya existido. ¿Quién ha tenido alguna vez más y mejores aptitudes que Lucifer? Y, sin embargo, por su mala actitud, sus aptitudes resultaron en su mina y la de mucha más gente que ha compartido su filosofía de la vida. Recuerda: por el mero hecho de que tengas grandes aptitudes no obtendrás la victoria; la clave está en la actitud que tengas. Por eso Jesús, gracias a su actitud de confianza total en su Padre, como simple hombre y con los límites de la humanidad, venció al ángel más poderoso. Con razón pudo decir: “¡Apártate de mí, Satanás! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres” (Mar. 8:33).
Pide a Dios que te permita tener esa percepción espiritual de las cosas que tuvo su Hijo. Y ten presente cada día que las actitudes de confiar en Dios y amar a los demás como a ti misma son las mejores armas del cristiano (Mat. 22:37-40).
“Jesús le dijo: ‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo, parecido a este; dice: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo'” (Mat. 22:37-39).

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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