jueves, 9 de junio de 2016

“HEME AQUÍ”

“Pero conserven lo que tienen, hasta que yo venga”. Apocalipsis 2:25, DHH

Conservar ha sido la característica de los elegidos a través de los milenios. Tengo un cuadro en la pared de un hombre que, hace mucho, se alzó en solitario contra la potencia político-religiosa global de la iglesia medieval. Es un cuadro de Lutero, emplazado ante los mayores personajes de la iglesia y el estado de su época, en la Dieta de Worms la noche del 18 de abril de 1521.
La noche anterior a su regreso a la Dieta (o concibo) a defender sus escritos y su fe en las Sagradas Escrituras, Lutero sufrió lo que hoy llamaríamos un ataque de pánico. Aquejado por la parálisis helada del temor agobiante, se derrumbó al suelo de su pequeña alcoba, con el rostro angustiado postrado en tierra mientras sollozaba en medio de aquella noche oscura. “¡Oh Dios mío! ¡Asísteme contra toda la sabiduría del mundo! Hazlo […] tú solo […] porque no es obra mía sino tuya. […] ¡Oh Señor!, ¡sé mi ayuda! ¡Dios fiel, Dios inmutable! ¡No confío en ningún hombre […]! […] Me elegiste para esta empresa […]. Permanece a mi lado en nombre de tu Hijo muy amado, Jesucristo, el cual es mi defensa, mi escudo y mi fortaleza” (J. H. Merle D’Aubigné, History of the Reformation of the Six- teenth Century, p. 259).
En el transcurso de la larga noche, Lutero derramó su alma ante Dios. Cuando por fin lo hicieron pasar nuevamente, avanzado ya el día, en las cámaras judiciales del emperador Carlos V y los prelados congregados de la iglesia, se preguntó de nuevo a Lutero si quería defender sus libros o deseaba retractarse. Sin vestigio de temor ni de vergüenza esta vez, el joven pastor y profesor defendió firmemente su fe en las Sagradas Escrituras y sus humildes esfuerzos por publicar la verdad que había descubierto en las mismas. Y cuando hubo terminado su defensa en alemán, los magistrados solicitaron que se repitiera en latín. Lutero obedeció hasta que, sudando y agotado, acabó su segunda defensa: “Si no se me convence con testimonios bíblicos, o con razones evidentes, y si no se me persuade con los mismos textos que yo he citado, y si no sujetan mi conciencia a la Palabra de Dios, yo no puedo ni quiero retractar nada, por no ser digno de un cristiano hablar contra su conciencia. Heme aquí; no me es dable hacerlo de otro modo. ¡Que Dios me ayude! ¡Amén!” (ibid., p. 265).
¿Cómo lo expresó Jesús? “Conserven lo que tienen, hasta que yo venga”. Ante la fuerza creciente, intensifica tu fe. Y aférrate a él. Porque el Cristo que estuvo junto a Lutero cuando mantuvo su fidelidad también estará a tu lado. Después de todo, ¿no te eligió precisamente para eso hace mucho?

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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