miércoles, 4 de enero de 2017

POR UN POCO DE AGUA

“El Rey les contestará: le s aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron'” (Mac. 25:40).

Hubo una vez un soldado que resultó herido en el campo de batalla. La herida le impedía moverse y avanzar, pero él sabía que no estaba herido de muerte, sino que tal vez podrían curarlo y se salvaría. Así que, decidió esperar a ser rescatado, allí mismo, tumbado en el piso. Se dispuso a beber un poco de agua de la única cantimplora que tenía, cuando de pronto oyó que a su lado había otro soldado herido, gimiendo.
Cuando observó al soldado desconocido, se dio cuenta de que estaba muy malherido.
Era evidente que no podría vivir por mucho tiempo más. Aun así, sabiendo que el otro soldado moriría pero que él mismo seguramente sobreviviría, tomó una decisión muy valiente. Se acercó al moribundo y le dijo:
-Tu necesidad es mayor que la mía, toma agua de mi cantimplora.
Se arrodilló, le acercó el agua a la boca y le dio de beber. Pero entonces, el otro soldado, de repente tomó su pistola y le disparó, hiriéndolo ahora gravemente.
-¿Cómo es posible que me hayas hecho esto, después de que te he dado de mi agua?
-quiso saber el soldado generoso- ¿Es esta tu forma de recompensarme? Yo pensaba darte toda el agua que me queda, pero ahora, por lo que has hecho, solo te daré la mitad.
Entonces el soldado tomó su cantimplora, bebió la mitad del agua que quedaba, y le entregó el resto a quien hacía unos segundos acababa de dispararle a traición. En la misma mano con que había intentado quitarle la vida, depositó aquella valiosísima agua.
Actuar así, con tanta generosidad y sin deseos de venganza, no se logra de la noche a la mañana. Pero sí se puede lograr con el tiempo. Para ello, se necesita una relación diaria con Jesús. Cuando lo estaban clavando a la cruz, aunque tenía todo el poder del universo no lo usó para liberarse, ni les reclamó a sus verdugos: solo oró… y perdonó. Esa capacidad de hacer el bien sin rencor también está en tus manos, si se lo pides a Jesús.

Tomado de lecturas devocionales para Menores 2017
¡SALTA!                   
Por: Patricia Navarro 
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