sábado, 8 de febrero de 2020

AMOR ASOMBROSO

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella (Efesios 5:25).

Benjamín Warfield (1851-1921) es bien conocido en el ámbito de la teología por su legado literario sobre la autoridad de la Biblia y las doctrinas calvinistas. Fue durante treinta y cuatro años profesor de teología en el seminario de la Universidad de Princeton (Nueva Jersey, EE. UU). Lo que muchos no conocen es el amor abnegado hacia su esposa. Los jóvenes Benjamín Warfield y Annie Kinkead contrajeron matrimonio en 1876. Semanas después se mudaron a Alemania donde Benjamín cursó estudios en la Universidad de Leipzig. No habían llegado al primer aniversario de la boda cuando Annie recibió el impacto de un rayo en medio de una espectacular tormenta. Este accidente la dejó funcionalmente inválida hasta que murió en 1915.    Durante sus casi cuarenta años de matrimonio, Benjamín Warfield se implicó en el cuidado y la atención de Annie de forma que sus biógrafos aseguran que sus ausencias del hogar nunca pasaron de dos horas. Con frecuencia, Warfield leía libros a su esposa y le dispensaba todos los cuidados que necesitaba. No tuvieron hijos. Una persona cercana le sugirió en una ocasión:
—Tal vez sería mejor que llevaras a Annie a una institución donde le dispensen los cuidados necesarios; así podrías ocuparte de tus escritos y tu docencia más intensamente; tu ministerio sería aún mejor. A lo que Warfield respondió:
—Mi ministerio es mi esposa. No me separaré de su lado, la amaré y la cuidaré durante todos los años que Dios nos conceda de vida.
Y así lo hizo hasta la muerte de Annie en 1915, después de treinta y nueve años de amor y dedicación.
El pasaje de hoy amonesta a los hombres a amar a sus mujeres como Cristo amó a su iglesia y se entregó a sí mismo por ella. El ejemplo de Warfield es inspirador y puede motivarnos a una vida abnegada de servicio a un ser amado. También puede darnos una idea del amor de Cristo hacia sus hijos e hijas. Estemos enfermos, seamos rebeldes o nos obstinemos, Cristo no se separa de nosotros ni por un momento, quedando así disponible para apoyarnos y bendecirnos.
Si eres casado reflexiona hoy en la perfección del amor de Cristo e intenta, por su gracia, transmitir ese amor a tu cónyuge. Y si no estás casado, puedes demostrar el amor de Cristo hacia cualquiera de tus semejantes incluso de forma heroica, como escribió el discípulo Juan: Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. (Juan 15:13).

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2020.
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020.

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