miércoles, 24 de junio de 2009

¿CUÁNTO AÚN FALTARÁ?

Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes (1 5. Pedro 3: 15).

La esperanza de mi corazón es la venida del Señor». Muchos creyentes hemos entonado este canto. Es sinónimo de la creencia cristiana en la segunda venida de Jesucristo. Hace tiempo estudiábamos el tema de la segunda venida de Jesús y espontáneamente suspiré profundo y le pregunté a mi esposo: —¿Cuánto tiempo faltará para que ya venga el Señor por nosotros? Sin demora alguna y con un tanto sentido del humor que caracteriza a mí esposo me contestó: —La verdad es que yo creo que el Señor va a tardar unos cien años más. Esta respuesta me cayó como un balde de agua fría. En ese entonces mis hijos eran unos adolescentes, ni pensar nosotros en ser abuelos pronto, a lo que exclamé con sollozos descorazonados: —¡No me digas eso! ¡No lo puedo creer! ¡Cien años es mucho! ¡No concibo la idea de que tú y yo nos hagamos viejitos y muramos y el Señor no haya venido, que mis hijos se casen, envejezcan y mueran y el Señor se tarde en venir, que nuestros nietos abriguen esta esperanza y también envejezcan y mueran y todavía el Señor no regrese por su pueblo! Cuando mi esposo complementó su respuesta volví a suspirar, sentí un gran alivio. Me dijo con una gran despreocupación: —Para mí, me tiene sin cuidado lo que el Señor se quiera tardar, finalmente, que venga cuando él quiera. Nosotros no entendemos el tiempo de Dios. Lo importante es que hoy estenios preparados. Así que, pensar en el tiempo ya no me preocupa, porque al leer la Biblia me doy cuenta de que todos los héroes de la fe murieron sin recibir lo prometido, pero anhelando una patria mejor, la celestial. Wayne Hooper, autor del himno «La esperanza» también murió a la edad de 86 años sin ver cumplida su esperanza de ver venir al Señor. Ninguno de ellos recibió lo prometido. Murieron con la esperanza en su corazón de esta promesa. Las últimas pala­bras de la Biblia aseguran la promesa del regreso del Señor. «Ciertamente vengo en breve». Vivamos con esta bendita esperanza y exclamemos hoy como el apóstol amado: «¡Amén! ¡Sí, ven, Señor Jesús!»

Marilú Elizabeth Velásquez de Rascón
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

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