sábado, 1 de agosto de 2009

DE VUELTO A LA BASE

El Señor ama a su pueblo. Deuteronomio 33: 3

Zelma Edwards es una excelente profesora de música. Cada semana trabaja con sesenta alumnos, enseñándoles los virtuosismos del piano. Sus alumnos aprenden a adoptar una postura y una posición de las manos correctas. Hace que practiquen escalas y ejercicios de dedos, además de aprender teoría, eso tan aburrido. La mayoría de sus alumnos están ansiosos por aprender nuevas canciones. Pero la Sra. Edwards sabe que antes de que puedan tocar bien deben conocer la base. La base también es muy importante en la escuela. En clase de Matemáticas o de Historia, ¿alguna vez no te sentiste frustrado con los deberes porque te parecían un verdadero despilfarro de tiempo? «¿Por qué tendré yo que aprender eso?» Seguro que Io pensaste más de una vez. «Cuando deje la escuela jamás tendré que calcular el área del triángulo». Quizá tengas razón. Quizá nunca uses toda la información que aprendiste en una lección en particular. Pero a veces las lecciones sobre temas como las matemáticas se deben aprender siguiendo un orden determinado. Si primero no aprendieses el área del triangulo, más tarde no podrías calcular el volumen de un prisma triangular. Cuando la Sra. Edwards estaba en la universidad, se levantaba a las 4:30 de la mañana para poder hacer escalas durante dos horas antes de desayunar. Sabía que las escalas son el fundamento de todas las composiciones para piano. Todas las verdades de la Biblia también tienen un fundamento. Ese fundamento es: Jesús me ama». Si no creemos que Jesús nos ama, la muerte n tiene sentido. El sábado no tiene sentido. El santuario del cielo no tiene sentido. Todo lo que creemos debe empezar y terminar con el amor de Jesús, un concepto suficientemente sencillo para que lo pueda entender un niño, aunque tan complejo que desconcierta a las mentes más brillantes.

Tomado de la Matutina El viaje increíble

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