domingo, 23 de agosto de 2009

LA LEVADURA

Otra parábola les dijo: «El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado». Mateo 13: 33

Cambiar es la orden del cielo. Por supuesto, ese cambio no se produce de repente en el momento maravilloso e incomparable en el que experimentamos la conversión. La parábola pronunciada por nuestro Señor acerca de la levadura nos enseña que la vida cristiana consiste en cambiar constantemente, durante toda la vida. La santificación, que es obra de toda la vida, es un proceso de cambio. Desde su inicio hasta el final, la experiencia del creyente es de constante transformación. Cada semana, cada mes, cada año, debe producirse algo nuevo en la vida del cristiano. Dios cambia todo lo que toca. El ciego ve; el cojo salta; el corazón que odia, ama; la carne descompuesta por la lepra se vuelve suave como la de un niño; el mudo habla; el corazón de piedra se vuelve de carne. La levadura de la verdad llena por completo la vida del creyente para cambiarlo, para transformarlo, para hacerlo nuevo cada día. Si tu corazón y tu vida de adoración no cambian, no estás viviendo la vida del Espíritu. No encierres a Dios en una pequeña Biblia cerrada con una cremallera. El Señor es grande y quiere morar en tu corazón. Permítele que haga crecer tu vida a la estatura que él tiene señalada. Todos los atributos que Dios nos dio están concebidos para que sean desarrollados, para darles crecimiento hasta que alcancen la estatura del varón perfecto, Cristo Jesús. El statu quo no forma parte del plan de Dios. Él nos llama a ir más allá cada día. El estancamiento no le agrada. Detenerse es retroceder y encaminarse a la morada de los muertos. La vida tiene una ley inexorable: Ser hoy mejor que ayer, y mañana mejor que hoy. Esa es la ley de la vida en su forma natural. Aborda nuevas ideas. Camina por rutas nuevas. Contempla formas nuevas de ver las cosas. Explora todas las posibilidades de la vida que Dios te dio. Fuimos creados para ser más de lo que somos, para hacer más de lo que hacemos, para tener más de lo que tenemos. Deja que la levadura de la verdad que el Espíritu Santo ha puesto dentro de ti engrandezcan tu alma «a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Efe. 4: 13).

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

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