martes, 20 de octubre de 2009

AL FIN LIBRE

Cuando ustedes todavía eran esclavos del pecado, no estaban al servicio de la justicia. Pero ahora, libres de la esclavitud del pecado, han entrado al servicio de Dios. Esto si les es provechoso, pues el resultado es la vida santa y, finalmente, la vida eterna. Romanos 6: 20, 22.

Desde la antigüedad, los prisioneros solían ser enviados a galeras, a remar en grandes barcos de remos. Encadenados a bancos de madera, eran obligados a remar, aun con mar muy turbulenta o vientos huracanados. En 1668, Luis XIV, rey de Francia, decretó que los barcos de su armada ya no serían movidos por galeotes. Por eso, los convictos fueron llevados de vuelta de los barcos a las prisiones. Cuando se revisaron los expedientes de todos los convictos, se descubrió que uno de los galeotes, un hombre llamado Rene Desprez, había sido enviado a galeras cuando solo era un jovencito. Ahora, ya viejo, había sobrevivido 75 años en galeras. El expediente de Desprez puso de manifiesto algo aún más sorprendente: No había pruebas de que hubiese cometido algún delito. Todos esos años que había vivido como un galeote, en realidad, era un hombre libre. Cuando Jesús vino a la tierra y murió para quitar nuestros pecados, fuimos liberados del control de Satanás y del poder del pecado. Ya no tenemos que obedecer nuestros deseos malvados. Pero, como Rene Desprez, algunos cristianos nunca intentan liberarse. Piensan que todavía están encadenados a sus antiguos pecados y hábitos. No se dan cuenta que por medio de Jesús pueden vencer todos los defectos de carácter. Si le has entregado la vida a Jesús, no tienes que seguir siendo un galeote. Puedes salir de la esclavitud del pecado y vivir una vida libre y victoriosa.

Tomado de la Matutina El viaje Increíble.

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