domingo, 11 de octubre de 2009

UN RECHAZO PUNZANTE

Ninguno busque únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros. Filipenses 2: 4

Su mamá le había dicho a Debbie Danielson que no jugara en la parcela desocupada de al lado. Pero ya sabes cómo pueden ser los niños, en especial si se les dice que no hagan algo. Como sería de esperar, Debbie decidió un día que, de todas formas, jugaría en la parcela desocupada. Debbie acababa de trepar al gran árbol cuando Dinky, su perro salchicha, vino trotando hada ella. Por desgracia, el perro cruzó un nido de avispas que estaba enterrado. Las avispas salieron zumbando del avispero y se abalanzaron sobre el perrito. Dinky gimió de dolor e intentó buscar protección. Pero no había dónde ir. Debbie supo de inmediato qué había sucedido. Saltó del árbol. Después de llamar a su mamá, intentó que Dinky se alejara del avispero. La Sra. Danielson salió corriendo de la casa. Para entonces, Debbie estaba gritando tan fuerte que le costaba hablar. La Sra. Danielson se hizo cargo de la situación y tomó una toalla. Con ella envolvió al perito salchicha y lo llevó al automóvil. Mientras Debbie y su mamá se dirigían al consultorio veterinario, Dinky se desmayó a causa del dolor y el veneno de las avispas. Por suerte, el veterinario pudo salvar la vida del perro, pero no podía eliminar el dolor de los doscientos aguijonazos que Dinky había recibido. Ahora Debbie es mayor, pero nunca ha olvidado la lección que aprendió ese día. —Cuando haces algo mal, quizá no te hagas daño a ti mismo, pero tus actos pueden hacer que otra persona sufra. Lo que hacemos afecta a la gente que está a nuestro alrededor. Asegurémonos de que nuestras decisiones no acaben por herir a otros.

Tomado de la Matutina El Viaje Increible.

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