viernes, 13 de noviembre de 2009

¿QUÉ HACEMOS DE MÁS?

Y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Mateo 5:41

Las personas que rodeaban a Jesús y escucharon estas palabras por primera vez se quedaron perplejas con su enseñanza. Su primera reacción fue pensar que el Maestro recurría al sarcasmo para presentar después alguna aplicación profunda de aquel sorprendente concepto. Otros creyeron que, sencillamente, bromeaba cuando pedía a sus seguidores que no solamente llevasen la carga a lo largo de una milla, sino que hicieron de buena gana otra milla adicional.


En los días de Jesús, los romanos tenían una costumbre que ya practicaban los persas medio milenio antes. La práctica en cuestión consistía en que los militares vencedores tenían ciertas prerrogativas sobre los ciudadanos de las naciones cuyos ejércitos habían sucumbido ante el poderío del vencedor. Así, cualquier soldado romano podía exigir de un judío varón, viejo o joven, que le llevara su carga por una milla. Esta causaba incomodidad y resentimiento hacia los romanos, y las personas así obligadas jamás daban un solo paso más de lo que la ley de conquista exigía. Por esa razón precisamente, las palabras de Jesús no fueron bien recibidas por los que las escuchaban.
Al pedir que andemos la segunda milla, Jesús trata de enseñar un principio vital de su reino. Jesús está diciendo que cualquier gentil o persona no salvada puede ir una milla. «Porque si amáis a los que os aman ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen lo mismo los publicanos?» (Mat. 5:46).
La primera “milla” es amar a aquellos que nos aman. La segunda “milla” es amar a aquellos que no nos aman. Debemos recordar siempre que la vida es vivida en tres niveles: el nivel infernal es retornar mal por bien, el nivel humano es retorna bien por bien y mal por mal; el nivel celestial es retorna bien por mal.
Considera hoy el importante mensaje de Jesús sobre la segunda milla. Él te pide que hagas más de lo que se requiere. Practica hoy la ley de la segunda milla. No esperes que vengan a pedirte perdón por la ofensa que te hicieron acude tu a quien te agravio. No termines tu jornada de trabajo de ocho horas cuando el reloj marque la hora de salida; quédate un momento más para ayudar a quien este en apuros con su tarea. Sonríe al que te pone mala cara. Alaba a quien te maldice; habla bien del que te critica.
Hoy es buen día para andar la segunda milla.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

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