domingo, 28 de febrero de 2010

LA RELIGIÓN SUTIL DEL MÉRITO

Algunos que habían llegado de Judea a Antioquía se pusieron a enseñar a los hermanos: «A menos que ustedes se circunciden, conforme a la tradición de Moisés, no pueden ser salvos» (Hechos 15: 1).

En la fe cristiana, la religión del mérito se importó, como era natural, del judaísmo de sus días. Los judíos convertidos a la reli¬gión de Cristo, especialmente los de origen sacerdotal y farisaico, no podían entender cómo los gentiles que se convertían a la fe de Cristo podían unirse a lo que llamaban el remanente de Israel, sin ser judíos. Estos creían que la única forma era convirtiéndolos al judaísmo primero. Por eso insistían en que debían circuncidarse en armonía con la ley de Moisés. Notemos: La circuncisión era la señal del pacto que Dios hizo con Abraham. Era natural que ellos, siendo judíos, pensaran que para tener derecho a las promesas de Abraham deberían circuncidarse. Así que insistían que los gentiles debían circuncidarse. Pero el problema real detrás de la escena era que decían algo así: «Está bien que hayan creído en Cristo, ¡pero si no se circuncidan de nada les vale creer!».
El apóstol Pablo se dio cuenta del verdadero problema: No es Cristo el que salva, es la circuncisión. Ese es el problema de la religión del mérito. Sí, Cristo está bien, pero necesitas hacer algo más para que Dios te acepte, entonces Cristo no es el único camino.
En la actualidad ya no tenemos el problema de la circuncisión o cualquier otro requerimiento de la ley ceremonial mosaico, pero puede ser otra cosa más sutil. Como por ejemplo, fe y buenas obras. Pero siempre es Cristo y algo más la fórmula engañosa de la religión del mérito. Como la circuncisión era algo razonable, así las buenas obras son algo razonable. Notemos estas palabras oportunas: «No hay un punto que precisa ser considerado con más fervor, repetido con más frecuencia o establecido con más firmeza en la mente de todos, que la imposibilidad de que el hombre caldo haga mérito alguno por sus propias obras, por buenas que estas sean. La salvación es solamente por fe en Cristo Jesús» (Fey obras, p. 16).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

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