martes, 16 de marzo de 2010

ARREPENTIMIENTO

Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: «Esta vez reconozco mi pecado. El Señor ha actuado con justicia, mientras que yo y mi pueblo hemos actuado mal. No voy a detenerlos más tiempo; voy a dejarlos ir. Pero rueguen por mí al Señor» (Éxodo 9:27, 28).

La contrición conduce al arrepentimiento. Este dolor y tristeza por haber pecado se hayan tan íntimamente unidos al arrepentimiento, que muchas veces se los considera como parte de él. Pero la palabra arrepentimiento en sí, tanto en su origen hebreo como griego, denota un cambio de rumbo, de actitud, de pensamiento. En la mentalidad hebrea, es cambiar de dirección, en la griega es cambiar de mentalidad. Ambas cosas están relacionadas, pero primero cambiamos de pensamiento, y luego decidimos ir por otro rumbo. Lo importante es que cambiar de opinión afecta las decisiones de la vida.

La tristeza y el dolor por el pecado se relacionan estrechamente con el arrepentimiento; y así como hay dos clases de tristeza, hay dos clases de arrepentimiento: el genuino y el falso. La tristeza inducida por el Espíritu de Dios lleva al arrepentimiento genuino, mientras que la inducida por Satanás conduce al falso arrepentimiento. Ambos se parecen tanto, que solo Dios que conoce el corazón y los pensamientos puede saber cuál es cuál. En otras ocasiones, resulta evidente cuál es el genuino y cuál el falso, siguiendo el principio mencionado por el Señor de que por sus frutos los conoceréis.
Tal es el caso de faraón en conexión con el éxodo israelita. En el relato bíblico, varias veces se presenta al faraón como una persona arrepentida. Hasta le pidió a Moisés que orara por él y reconoció su pecado de obstinación. Pero después de pensarlo mejor, cambiaba de opinión. Demostraba con ello que su arrepentimiento no era sincero. Sí, parecía que era una persona arrepentida, pero sus acciones posteriores revelaban lo contrario, porque el genuino arrepentimiento implica no solo cambio de parecer, sino también de conducta. Lo mismo sucedió con Balaam y con Judas. Parecían arrepentidos, pero no lo estaban. Satanás es el maestro de la falsificación. Lleva a las perso¬nas a creer que están arrepentidos, pero es un arrepentimiento falso de principio a fin.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

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