lunes, 15 de marzo de 2010

TAN CERCA Y TAN LEJOS DE LA SALVACIÓN

Judas Iscariote [...] objetó: «¿Por qué no se vendió este perfume, que vale muchísimo dinero, para dárselo a los pobres?» Dijo esto, no porque se interesara por los pobres sino porque [...] como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban en ella (Juan 12: 4-6).

Dios ha puesto en los seres humanos la conciencia moral, cuya violación produce dolor y quebranto interno. Este mecanismo puede ser anulado mediante una racionalización, que hace que el pecado repetido cauterice la conciencia. Las personas que de este modo insensibilizan su conciencia moral, se colocan fuera del alcance de la misericordia divina y cometen lo que se llama el pecado «imperdonable».
Pero este no fue el caso de Judas. Él tenía la oportunidad del perdón, como Pedro la tuvo. La diferencia entre uno y otro fue que Pedro se dejó guiar por el Espíritu de Dios, y su dolor y tristeza se enfocaron en la vergüenza de su acto contra su Amigo y Maestro. Judas, en cambio, se dejó llevar por el enemigo de Dios, y en lugar de concentrarse en su acto vergonzoso hacia Jesús, que lo había tratado con amor y simpatía, se concentró en el castigo que po¬dría venirle por tal infamia. Satanás lo engañó una vez más y lo condujo al suicidio. De esta manera, le robó la gracia del perdón que Jesús pudo darle. Por más que generaciones posteriores trataron de reivindicar el carácter de Judas, su traición y suicidio lo hicieron imposible. El Evangelio de Judas, descubierto hace unos veinte años, trató de hacer eso. Dice que Judas debería ser considerado un héroe. Por supuesto, ese evangelio no fue escrito por Judas, sino por alguien que creía que, siendo que su traición obtuvo un buen resultado, no deberíamos pensar mal de él. Los que participaron en el complot contra el Hijo de Dios, y no se arrepintieron, tendrán que recibir el castigo que merecen sus acciones. Judas, lamentablemente, fue uno de ellos.
Es triste que Judas, motivado por su egoísmo y avaricia personales, permitiera que Satanás controlara su vida y lo alejara de Jesús. Es el ejemplo clásico de alguien que estuvo tan cerca de la salvación... y la perdió.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

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