sábado, 26 de febrero de 2011

AMIGOS O ENEMIGOS

¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Santiago 4:4.

Uno de los grandes engaños que el enemigo de Dios procura introducir en el pensamiento humano es que es posible mantenerse neutral en medio del conflicto entre el bien y el mal.

En la Biblia se presenta otra situación: o somos amigos de Dios y enemigos del diablo, o somos amigos del diablo y enemigos de Dios. Para algunos, hablar en estos términos es ser inflexible o fanático, como si no fuera real este concepto o fuera algo negociable; pero más allá de tales opiniones lo que realmente importa es lo que sostienen las Escrituras, y ellas dicen que solo hay dos caminos: o somos amigos o enemigos de Dios.

Presta atención. Jesús en el sermón del Monte señaló que están los que tienen sabor y los insípidos, los que alumbran y los que no alumbran, los que guardan la ley y los que no la guardan, los que aman a sus enemigos y los que los odian, los que oran para ser vistos y los que oran para encontrarse con Dios, los que hacen tesoros en la tierra y los que hacen tesoros en el cielo, la puerta ancha o la puerta estrecha, el camino ancho o el camino angosto, los cimientos en la arena o los cimientos en la roca (Mat. 5-7).

¿Te das cuenta? Si no somos amigos de Dios, somos amigos de su enemigo. Esto trae a mi memoria a una alumna que no quería que su amiga tuviera otras amigas. Como era hija única y estaba acostumbrada a recibir toda la atención en su hogar, pretendía que su amiga fuera amiga de ella sola y de nadie más.

En términos humanos podemos tener numerosos amigos sin que eso nos convierta en enemigos de otros, pero en términos espirituales no es así. Por eso es importante analizar qué cosa o cosas nos atan a este mundo y pueden hacer tambalear nuestra amistad con Dios.

De parte del Señor está el ofrecimiento permanente de su amistad, porque todo lo que hay en este mundo pasará y dejará de ser, pero su amor incondicional es eterno. Jesús desea que su amistad contigo comience aquí en la tierra y continúe en el cielo, después que él venga a buscarnos. Acepta la invitación que él te hace: elige ser amigo de Dios siempre.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

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