miércoles, 23 de febrero de 2011

OJOS LIMPIOS

Enviaron en busca de hombres que vinieran de lejos, a los cuales había sido enviado un mensajero, y vinieron. Por amor de ellos te lavaste, te pintaste los ojos y te ataviaste con adornos. (Ezequiel 23:40).

El texto para meditar en este día es un reproche de parte, de Dios a su esposa, su pueblo elegido. A pesar de que el Señor había hecho tantas cosas por ellos, su amor no era correspondido.

Me asombra tanto amor de parte de Dios, y tan diferente al tipo de amor que nosotros solemos manifestar. Nuestra expresión del amor parece estar sujeta a condiciones. A veces, como mujeres, nos sentimos insatisfechas y nos quejamos a o largo de todas las etapas de la vida. Queremos vivir un noviazgo eterno con nuestra pareja, donde las miradas sean siempre de gran intensidad y los piropos no se acaben nunca. Pero la vida tiene etapas diferentes, y no podemos quedamos estancadas. Podemos evolucionar, y a cada paso disfrutar de los distintos privilegios y responsabilidades que cada etapa trae consigo.

¡Cuántas veces oímos decir: «Cuando éramos novios era una cosa y ahora que estamos casados es otra»! Y no faltan las que, decepcionadas porque la realidad no se corresponde con su fantasía, se lanzan en busca de otro hombre, para el cual se acicalan, se pintan y se atavían con adornos. Dios nos invita a que meditemos en nuestra etapa actual. ¿Estás soltera? Entonces, prepárate para recibir el amor. ¿Estás casada? Pues unge tus ojos, busca tu belleza interior y exterior, perfuma tu vida con el amor divino y busca a Dios en oración. Verás que podrás disfrutar de las múltiples etapas por las cuales Dios, en su gran misericordia, te hará pasar.

Me encantaba observar a mis abuelos maternos sentados, tomados de la mano, sin pronunciar palabra, simplemente disfrutando de la compañía mutua. A muchos les parecerá algo aburrido, pero llegar a los 50 años de casados es un privilegio que no todos pueden tener. ¿Estás dispuesta a cuidar tu matrimonio para que crezca cada día más? Entonces, asegúrate de ser siempre la princesa que se atavía interna y externamente para su príncipe y no para otros.

El amor es siempre bello, no hacen falta lentes para ver su belleza.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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