lunes, 7 de marzo de 2011

LAS APARIENCIAS

Cualquiera que mira a, una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. (Mateo 5:28).

El día que salió de las manos de su Creador, la mujer era perfecta, no solo físicamente, sino también mental y espiritualmente. Creada para buenos propósitos, ha sido blanco predilecto del enemigo, que ha querido desfigurar la imagen que Dios colocó en ella. La mujer fue creada para proporcionar felicidad, no para transformarse en la desgracia de muchos hogares, como lamentablemente sucede.
La Biblia está llena de ejemplos de mujeres que utilizaron sus encantos para la destrucción. Encontramos entre ellos a Dalila, mujer extremadamente hermosa, inteligente, suspicaz, codiciosa y despiadada, que logró lo que ningún valiente había logrado. Dalila usó con habilidad sus encantos para destruir. Se colocó en el bando del enemigo y todo lo bueno que Dios había puesto en ella fue causa de ruina para el libertador conocido como el hombre más fuerte que jamás haya existido.
Jezabel, según registra la Biblia, ejercía una influencia tan negativa sobre su esposo que este se vendió a hacer lo malo, pues ella lo incitaba (ver 1 Rey. 21: 25). David, el rey de quien Dios dijo que tenía un corazón conforme al de él, cayó presa de las trampas sexuales que colocó el diablo en su camino a través de Betsabé. Como vemos, muchas mujeres a lo largo de la historia han causado la ruina de un hombre.
Se dice que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, pero no es menos cierto que detrás de la ruina de un hombre talentoso, generalmente se encuentra la influencia malintencionada de una mujer sin escrúpulos que deja a un lado el propósito de Dios para su vida y se pasa deliberadamente al bando enemigo.
Cristo advirtió que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya cometió pecado en su corazón. Como mujeres debemos meditar en nuestra forma de vestir, de caminar y de relacionarnos con el sexo opuesto. ¿Estamos mostrando respeto a Dios, a nosotras mismas y al hombre, corona de la creación? Te invito para que cada día, antes de salir de casa, te contemples en el espejo divino y eleves esta oración: «Señor, no dejes que mi apariencia me aleje de ti».

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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