jueves, 21 de abril de 2011

CONFESIÓN Y PEDIDO DE PERDÓN

Mi pecado te declare, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesare mis transgresiones a Jehová; y tu perdonaste la maldad de mi pecado. Salmo 32:5.

Luego de haber reconocido sin excusas el pecado y de haber aceptado el arrepentimiento genuino que ofrece Dios, el pecador tiene el deber de confesarle a Dios todo el mal que realizo. Esta confesión, que viaja de labios humanos a oídos divinos, tiene que ser voluntaria, forjada en un corazón que desea perdón y transformación.
Cuando estaba en mi último ano de educación media, interno en un colegio adventista, una noche decidí escapar con Adrián, mi compañero de pieza. Utilizamos una ventana rota, salimos del dormitorio, saltamos un alambrado y finalmente nos encontramos fuera del predio. Luego nos vimos con un grupo de amigos con los que nos juntamos a conversar y a tomar gaseosas, y después de unas horas decidimos regresar al dormitorio.
Al llegar, vimos que la ventana rota estaba tapada por dentro y no teníamos otro modo de entrar que no fuera por la puerta principal (siempre custodiada por los preceptores). Tomando valor, entramos por esa puerta y para nuestra alegría nadie nos vio ingresar. Una vez estuvimos en nuestra pieza, y ya más tranquilos, llego un preceptor, que al vernos se asombró, porque le acababan de decir que habíamos salido del internado. Nos pidió disculpas "por pensar mal de nosotros" y se despidió.
Con Adrián nos remordió la conciencia, porque el preceptor no nos debía disculpas; los comentarios eran verdaderos y realmente nos habíamos escapado, así que juntamos valor y fuimos y confesamos nuestra arriesgada aventura.
Dios tampoco nos presiona ni obliga para que le confesemos nuestras culpas, sino que simplemente espera que lo hagamos voluntariamente. Esa confesión debe ser específica, es decir, cada pecado cometido debe ser nombrado y explicado. Además de perdonarnos, Dios desea fortalecernos para que no volvamos a caer en el mismo error.
El Padre de amor desea escucharte, perdonarte y darte una nueva oportunidad. Imita la experiencia de David. No le escondas nada al Señor, y tu conciencia vivirá en paz.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

No hay comentarios:

Publicar un comentario