viernes, 3 de junio de 2011

CAPACIDAD SIN DIOS

Y el consejo que daba Ahitofel en aquellos días, era como si se consultase la palabra de Dios. Así era todo consejo de Ahitofel, tanto para David como para Absalón. 2 Samuel 16:23.

¿Tienes alguna habilidad sobresaliente? ¿Eres tan inteligente que todos tus compañeros se asombran? ¿Tienes habilidad para algún deporte al grado de que te luces al practicarlo? ¿Ejecutas tan bien un instrumento que todos creen que serás un gran concertista?
Las habilidades que poseemos no nos pertenecen. Cada una de ellas: inteligencia, conocimiento, talento musical, destreza física, y otras más, son bendiciones que Dios nos otorga, para que por medio de ellas lo honremos por ser nuestro Hacedor y Sustentador.
La experiencia de Ahitofel puede ayudarte a no cometer el error que él cometió. Quienes están en posiciones de poder se rodean de asesores sabios y experimentados que puedan brindarles consejos acertados. La responsabilidad de gobernar un país no es un juego, pues de esas decisiones dependen el bienestar o la ruina de todos.
David, el rey de Israel, también se rodeó de consejeros. Algunos eran profetas quienes, por medio del Urim y el Tumim consultaban directamente a Dios en busca de orientación. Otro fue Ahitofel, un hombre sabio e inteligente que no era profeta, pero cuyos consejos eran tan acertados, que cada vez que daba uno, era como "si se consultase la palabra de Dios".
Cuando Absalón se sublevó contra el gobierno de su padre, los consejeros jugaron un papel decisivo. De su sabiduría dependía el que un gobierno cayera y el otro prevaleciera, y Ahitofel guió la rebelión de Absalón.
El gran error de Ahitofel, y que no supo distinguir, fue que confió en su capacidad y se olvidó de Dios. El resultado: Ahitofel se ahorcó, y la rebelión de Absalón fue un fracaso, ya que David conservó el poder.
Es posible que tú también tengas alguna habilidad que te enorgullece, que te hace sentir bien por los halagos de los demás; pero no dejes que la experiencia de Ahitofel se repita en tu vida. Todo, absolutamente todo lo bueno, proviene de Dios. Él debe ser respetado, ensalzado y honrado por los talentos que te ha dado. Procura, con toda la capacidad que posees, brindarle la gloria que él merece, y esas capacidades te darán resultados maravillosos.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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