lunes, 27 de junio de 2011

INTEGRIDAD ANTE TODO

El peso falso es abominación a Jehová; más la pesa cabal le agrada. Proverbios 11:1.

Conocí a Gerardo mientras estudiaba en la universidad. Después de graduarse, se dedicó a la venta de equipo de comunicación y, por algunas casualidades de la vida, continuamos teniendo contacto, a pesar de vivir a más de cuatrocientos kilómetros de distancia. Poco a poco, Gerardo alcanzó el éxito profesional, y así ha sido hasta hoy.
Un día, Gerardo llegó a mi oficina, y entre charlas y risas, me llevó a la playa de estacionamiento para mostrarme su nuevo automóvil. Lo felicité por la nueva adquisición y luego le pregunté: "¿A qué precio vendiste el otro auto que tenías?" Con asombro escuché el precio, pues lo había vendido muy caro. Luego me comentó: "Hace tiempo que desconecté el odómetro, para que diera la impresión de que no había recorrido tantos kilómetros".
El mundo nos puede influir al grado de apartarnos de la honestidad, y sin quererlo podemos vernos involucrados en negocios fraudulentos. Muchas personas, ansiosas por obtener más ganancias y recursos, recurren al engaño, a la mentira, al fraude y al hurto, y estafan a sus semejantes, que de buena fe negocian con ellas. En nuestros días, la falsificación, la imitación y la copia clandestina son comunes en una sociedad que no sabe cómo detener esta ola de ilícitos. En muchos aspectos, parecería que los honestos e íntegros, son personas "anormales".
Es verdad que por medio de la estafa y la deshonestidad se puede obtener un buen puntaje en un examen o una gran ganancia. Y en muchos casos, como no se percibe la acción de la justicia divina, aquel que se enriqueció estafando y mintiendo, cree que gozará de impunidad en esta vida y en la venidera.
Pero la Palabra de Dios condena el fraude y la estafa. Utilizando como ilustración la antigua balanza que se usaba en el comercio, Salomón declaró: "El peso falso es abominación ajehová; más la pesa cabal le agrada". Por esto, tú que te estás preparando para la vida profesional, nunca te desvíes de la integridad y la justicia. Por más que la tentación te susurre al oído que "nadie se dará cuenta", recuerda que hay un Dios en los cielos que ve y juzga todos tus pasos y, como si él estuviera a tu lado, condúcete con transparencia.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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