sábado, 30 de julio de 2011

EL DON DE LA ALABANZA

Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Salmo 100:1.

En reiteradas oportunidades me habían invitado a esa iglesia a predicar, y siempre sus miembros me habían hecho sentir muy a gusto, como si hubiera sido el pastor local. Pero un sábado percibí un ambiente distinto. Después de hacer la primera oración, el que presidía la plataforma anunció una parte especial a cargo de un cuarteto, que hasta ese momento yo no conocía. Cuatro jóvenes de entre 18 y 23 años pasaron al frente con modestia y sencillez, y después de algunas palabras de introducción comenzaron a elevar su alabanza. Sus voces fueron tan bien combinadas, la música tan dulce y la letra tan bíblica, que al terminar, niños, jóvenes y adultos quedaron como extasiados, dispuestos y preparados para escuchar la Palabra de Dios. En todos los años que llevo como predicador, muy pocas veces sentí un clima tan apropiado para exponer las Escrituras como el vivido ese sábado.
¿Qué marcó la diferencia? Estoy seguro de que el Espíritu Santo guiaba todo, pero este cuarteto fue la herramienta apropiada para que Dios fuera exaltado y su Palabra fuera escuchada.
La adolescencia y la juventud son etapas de la vida en que la música tiene una importancia vital. Todo ambiente, incluso el académico, es apropiado para escuchar alguna música preferida y deleitarse con ella. Lo maravilloso de todo esto es que el que escucha puede estar trabajando con las manos, jugando, haciendo algún deporte o conversando con los amigos, pero la música sigue tranquila su curso, creando un clima especial.
El problema está en que el enemigo de Dios puede usar la música para sus propios propósitos. Los mensajes directos y/o subliminales de la letra, el ritmo electrizante y las melodías disonantes son algunos de los recursos para convertir la música y el canto en un medio que aparte a los hombres de su Creador.
En toda la Biblia, cada vez que se habla de alabanza, está referida al Dios del cielo, y por eso encontramos en ella todo un libro (Salmos) que procura enaltecerlo. "Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra" es un versículo que resume el propósito del don de la alabanza en las Escrituras; y nos invita, como habitantes de este mundo, adorar con alegría a nuestro Creador.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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