sábado, 3 de septiembre de 2011

AGRADECIDOS

Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:18.

En una noche calurosa de octubre acompañé al equipo de voleibol del colegio a jugar la final de un campeonato organizado por la municipalidad. Los había acompañado en la etapa de clasificación, y el equipo había demostrado sus méritos. Con cierto grado de esfuerzo llegaron a la final. Había nerviosismo y satisfacción, pues el campeonato reunía a todos los colegios de la zona. Antes de cada partido orábamos para que los nervios se disiparan y pudiéramos jugar con tranquilidad. El partido comenzó y fue más difícil de lo que esperábamos. Desde afuera yo los animaba con mis gritos y ovaciones; y cada vez que pedía un minuto los alentaba para que siguieran adelante a pesar del cansancio. El encuentro terminó cerca de la medianoche, y la victoria coronó los esfuerzos de mis alumnos.
Al día siguiente, delante de todo el alumnado en el patio escolar, se hizo una mención especial y se entregó el trofeo a este grupo de "héroes" que había representado tan bien al colegio. En los recreos, cada alumno contaba cómo había jugado con alto grado de profesionalismo, y relataban, desde su óptica, cuánto habían aportado a la gran hazaña. Pero aunque todos ellos recordaban muy bien el triunfo, habían olvidado que antes del partido solicitamos la ayuda y dirección divina por medio de la oración. Sin quererlo, se olvidaron de agradecer.
¿Te pasó alguna vez lo mismo? ¿Te ocurrió que le pediste al Señor su ayuda para obtener un buen puntaje en un examen, y cuando lo tuviste te olvidaste de agradecer? ¿Pasaste por la experiencia de recibir algún regalo que deseabas y habías pedido en oración, y una vez obtenido solo te acordaste de disfrutarlo? No te preocupes, es natural y humano olvidar, y como el apóstol Pablo sabía de este olvido generalizado, le encomendó a los cristianos de Tesalónica: "Dad gracias en todo".
Cada vez que tengas una alegría, una satisfacción, una meta alcanzada, un obstáculo superado o cualquier cosa que despierte tu emoción, no olvides darle gracias a Dios. Detente por un momento en las actividades del día, levanta tus ojos al cielo, y dile: "Gracias, Señor, por esta bendición que me hace feliz". Al comenzar esta mañana con tus actividades, recuerda agradecerle al Señor por la vida que te da.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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