miércoles, 21 de septiembre de 2011

NECESIDAD DE SU AYUDA

Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos. Isaías 44:3.

Otro de los factores para que nuestras oraciones tengan poder es sentir necesidad de Dios. Si no la tienes, pídela a Dios. Dios pone en el corazón tanto el sentir como el querer. ¿De qué se trata? Cuando ores, en la manera más sincera que puedas, exprésale al Señor que lo necesitas con todo tu ser. Dile con tus palabras que su ayuda es sumamente valiosa, y que realmente necesitas lo que le estás pidiendo.
Reflexiona un momento y respóndete: ¿necesitas de Dios para cada actividad del día? Hay jóvenes sumamente inteligentes que no sienten necesidad divina para aprobar todas sus materias con éxito, lo pueden hacer solos. Hay otros casos en que la familia es un jardín de paz y no siente necesidad de la ayuda de Dios. También están los que tienen facilidad para conquistar a una persona del sexo opuesto, y no sienten que necesitan dialogar con Dios para tener su ayuda. En fin, son muchos los que llegan a pensar que no necesitan a Dios para lograr sus objetivos, y difícilmente obtendrán algún tipo de respuesta celestial.
Así como el agua es absorbida rápidamente por la tierra sedienta, de la misma manera Dios derramará su bendición en aquellos hombres y mujeres sedientos de su presencia. Y más allá de lo que algunos piensen, el verdadero éxito en el estudio, en la familia, con la persona del sexo opuesto, en los deportes, y en cada actividad que realicemos, solo es posible con la bendición divina.
Por eso, busca de todo corazón al Padre celestial. Entrégale en sus manos cada camino que pienses transitar. Recuerda que siempre es necesaria la ayuda divina en tu vida. Recuerda que toda ocasión es propicia para orar, y si a eso le añades la búsqueda incesante de Dios, verás que tus esfuerzos son recompensados con logros que superarán tus expectativas.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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